Literatura

De la risa y del olvido

Los caprichos de la memoria me hacen asociar a Kundera con un momento en el que nuestro mundo editorial se ponía al día de la literatura europea

Milan Kundera

Milan Kundera / MIGUEL MEDINA

Jordi Puntí

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La muerte, esta semana, del escritor Milan Kundera a los 94 años me ha recordado el impacto que me causó 'La insoportable levedad del ser'. La leí cuando estudiaba en la universidad, en una época en la que pasearse con la edición de Tusquets bajo el brazo tenía algo de esnobismo intelectual. Poco después, como mucha gente, vi su adaptación al cine, con guion de Jean-Claude Carrière y con Daniel Day-Lewis como Tomás, y salí diciendo “es mejor el libro”. No sé qué pensaría ahora, de releerlo. Guardo de él un buen recuerdo, pero puestos a elegir volvería antes a dos libros suyos de ensayos brillantes, 'El arte de la novela' y 'Los testamentos traicionados'.

Los caprichos de la memoria me hacen asociar a Kundera con un momento —la década de 1980— en el que nuestro mundo editorial se ponía al día de la literatura europea y publicaba títulos de calidad que se convertían en 'bestsellers'. Eran traducciones que se vendían gracias al boca a boca, una buena promoción y, en algún otro caso, la adaptación al cine comercial. Novelas como 'El nombre de la rosa', de Umberto Eco (1982); 'La conjura de los necios', de John Kennedy Toole (1982); 'Memorias de Adriano', de Marguerite Yourcenar (1982), o 'El perfume' de Patrick Süskind (1985).

Entre esos logros yo añadiría a Stephen Vizinczey con 'En brazos de la mujer madura' (1988), novela irreverente y divertida sobre el despertar sexual y amoroso de un joven. Vizinczey, nacido en Hungría y fallecido hace dos veranos en Londres, no tuvo la repercusión de Kundera, pero ambos eran de edades similares, habían huido del comunismo y cambiado de lengua literaria. Los dos, también, eran narradores que escribían sobre la creación y el arte. “Hay dos tipos de literatura”, decía Vizinczey, “una te ayuda a comprender y la otra te ayuda a olvidar, una es como la astronomía y la otra como la astrología”. Es una frase que Kundera podría haber escrito, y pienso sobre todo en 'El libro de la risa y el olvido', que me fascinó por su carácter ambiguo. Ha pasado casi medio siglo y los títulos que he citado están en muchas casas, bibliotecas y librerías de viejo, esperando a lectores jóvenes.

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