Artículo de Jordi Alberich

La banca y el pequeño ahorrador

No se entiende por qué no se ofrece una rentabilidad coherente a los depósitos de los clientes, a diferencia de lo que sucede en países de la Unión Europea

03 FEBRERO 2023;LETRAS DEL TESORO;3%;GANANCIAS;VANCO DE ESPAÑA;INVERSIÓN

03 FEBRERO 2023;LETRAS DEL TESORO;3%;GANANCIAS;VANCO DE ESPAÑA;INVERSIÓN / Carlos Luján / Europa Press

Jordi Alberich

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Los elevados tipos de interés han venido para quedarse una buena temporada. Así, el sistema financiero se ha adecuado a esta nueva realidad, trasladando automáticamente los mayores intereses a las hipotecas vigentes a tipo variable y a toda su operativa crediticia. Sin embargo, se niega a ofrecer una rentabilidad coherente a los depósitos de sus clientes, a diferencia de lo que sucede en países de la Unión Europea.

Pese a asumir la singularidad de un negocio bancario que se enfrenta, además, a escenarios cargados de incertidumbres, no se alcanza a comprender el porqué de su actitud. El beneficio a corto plazo de dicha política no compensa en absoluto el daño reputacional para el sistema financiero en su conjunto.

Así lo sentí cuando, hace pocas semanas, me sorprendió una larga hilera de personas que, un gélido amanecer madrileño, atendían pacientemente a que el Banco de España abriera sus puertas. Al preguntarles el motivo de la espera, me indicaron que pretendían adquirir letras del tesoro, que ofrecen una rentabilidad cercana al 3%, criticando agriamente a la banca privada por las dificultades que les planteaban para comprar dicha deuda pública. Señalaban que desde las sucursales se pretendía que invirtieran en activos de rentabilidad poco más que simbólica o en productos de mayor riesgo. Una indignación acrecentada al referirse a los beneficios de la banca, los salarios de sus altos ejecutivos y cuán rápido trasladaron la subida de tipos a las hipotecas.

El candente caso Ferrovial, más allá de las posiciones respectivas, es una señal del momento tan complejo y amenazante que vivimos. La fractura entre unos y otros es cada vez mayor y todo apunta a dos posibles salidas del creciente embrollo en que nos vamos sumiendo: o lo resolvemos por las malas o reconduciendo el malestar generalizado desde la empatía. De entender el momento, la banca no puede tardar en reconocer mejor los depósitos de sus pequeños ahorradores. No todo es la cuenta de explotación.

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