Elecciones en Catalunya

Liderazgos

Salvador Illa saca al PSC del toque de queda y redefine el juego. Hay partido

Miquel Iceta y Salvador Illa   PSC

Miquel Iceta y Salvador Illa PSC / PSC

Xavier Sardà

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Un líder solamente es especial cuando consigue que su organización esté en condiciones de funcionar y mejorar si él no está. La capacidad de generar banquillo es lo que marca la diferencia. 

Iceta seleccionó como segundo a quien ha acabado proponiendo para sustituirle. Iceta es de los especiales por ceder el liderazgo a una persona que cree que lo hará mejor que él. El líder socialista siempre ha estado cómodo en su gestión, pero dudábamos de si sabría sacar provecho de su segunda línea con gente con personalidad propia y capacidad de gobierno. Ha sido así.

El liderazgo presidencialista de Puigdemont y las primarias han conseguido la emergencia de un nuevo liderazgo con tirón como el de Laura Borràs. Su apuesta por Jordi Sànchez también lo era por alguien capaz de tratarle de tú a tú. 

En ERC siempre aparece Junqueras a la mínima dificultad y la segunda línea le rinde una pleitesía incondicional. La selección de Aragonès y el fichaje de Rufián dejan bien clara su concepción de lo que es el liderazgo.

Ada Colau logró un gran compañero de viaje en Xavier Domènech, pero no duró. Pisarello, que le llevaba el ayuntamiento, ha desaparecido de la escena y Jaume Asens sigue pareciendo un abogado americano siempre listo para dar su tarjeta de visita a todo el que encuentra. Es una auténtica lástima que la alcaldesa no consiguiera hacer tándem con la patrulla nipona de Coscubiela y Rabell. 

Inés Arrimadas tuvo el mérito histórico de ganar las elecciones del 21-D, pero luego no lo supo aprovechar. El fichaje de Lorena Roldán sea probablemente el primer paso en falso de Alejandro Fernández.

Y los anticapitalistas de la CUP tienen la astucia de hacerse capitalistas cuando les conviene y fichan en el mercado. Acertaron con David Fernàndez y ahora lo intentan repetir con Dolors Sabater.   

Salvador Illa saca al PSC del toque de queda y redefine el juego. Hay partido. Pero puede que la cuestión sea dejar atrás ciertos dogmas nacionalistas obsoletos. Nada fácil.

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