La desconocida antesala de la nominación

Barcelona 1972, el sueño olímpico frustrado por el franquismo

La capital catalana fue descartada, en un proceso aún sin esclarecer, como candidata española a los Juegos concedidos a Múnich el 26 de abril de 1966

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Estadio olímpico de Múnich, sede de los Juegos de 1972

Estadio olímpico de Múnich, sede de los Juegos de 1972 / Wikimedia / Fortepan - Bor Dezső

Guillem Amargant, Àlex Calatrava y Pau Bombardó

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El proceso de elección de Múnich como sede de los Juegos Olímpicos de 1972 culminó en Roma el 26 de abril de 1966. La decisión puso el punto final a las aspiraciones del Comité Olímpico Español para acoger el evento, que a última hora propuso a Madrid por delante de Barcelona, en un procedimento marcado por la falta de transparencia y aún hoy poco conocido.

El sorpasso se produjo la Navidad de 1965, nueve días antes de que el Comité Olímpico Español (COE) oficializara qué ciudad sería la candidata en los Juegos Olímpicos de 1972. Barcelona y Madrid eran las dos opciones que estaban sobre la mesa. Pau Negre, miembro catalán del COE, recibía una llamada que le informaba sobre una reunión ordinaria que tendría lugar al cabo de dos días: la mañana de Nochebuena. No pudo asistir porque no encontró billetes para viajar con tan poca antelación y en fecha festiva. Negre no se podía imaginar que en aquella sesión, sin presencia de los seis miembros catalanes, se descartaría a Barcelona como candidata española pese a ser hasta entonces la favorita.

Régimen y Olimpiadas

El cambio bebía de unas esperanzas recién renovadas del franquismo: España podía tener opciones reales pese a ser una dictadura. Tres meses antes, durante la primera semana de octubre de 1965, Madrid acogió la asamblea anual del Comité Olímpico Internacional (COI), presidido por Avery Brundage. El presidente del COE, José Antonio Elola-Olaso, sondeó a Brundage y otros representantes del COI sobre las posibilidades que tendría una eventual candidatura olímpica española.

La intención era saber si sería descartada de entrada, al no proceder de una democracia europea. Al parecer la respuesta de Brundage fue positiva y alimentó las ilusiones de los dirigentes franquistas. El Régimen veían en la organización de unos Juegos la oportunidad ideal para transformar la imagen internacional del país. Madrid tenía un potencial simbólico, en este sentido.

Sello postal de los Juegos Olímpicos de Múnich 1972

Sello postal de los Juegos Olímpicos de Múnich 1972 / Pycril

Las dos eternas candidatas

Hacía tiempo que Barcelona perseguía acoger unos Juegos Olímpicos. "Había un proyecto que se llevaba construyendo desde los años 20, y mucha gente pensaba que era el momento", explica Juan Antonio Simón, historiador y autor de la investigación Los Juegos Olímpicos de Franco. La ciudad había competido sin éxito por las ediciones de 1924, 1928, 1936 y 1940, incluso se quedó sin acoger unas olimpiadas antifascistas alternativas a Berlín 1936 a causa del estallido de la Guerra Civil. Una vez superada la posguerra más dura, el sueño había resurgido en la ciudad para intentarlo por quinta vez. El 26 de noviembre de 1965, la prensa anunciaba que el Ayuntamiento de Barcelona había presentado al Comité Olímpico Español su candidatura para organizar los Juegos Olímpicos de 1972.

Tres días después, el encargado de tramitar el expediente de la candidatura ante el COE, Andrés Espinós, declaró en una entrevista que, sin ningún tipo de duda, Barcelona disponía de los medios necesarios para organizar aquellos Juegos. Los periódicos catalanes dieron un apoyo firme a la candidatura de Barcelona y subestimaron la aparición de especulaciones sobre una candidatura de Madrid con pruebas náuticas en Barcelona. El plazo acababa en dos semanas y primó la incipiente ilusión olímpica. Sin embargo, llegada la fecha límite, el Régimen anunció que finalmente competiría Madrid en solitario. "Los mismos periodistas en la rueda de prensa del alcalde Carlos Arias Navarro no se esperaban aquella noticia", describe Simón.

La reunión decisiva, la víspera de Navidad

La reunión navideña en Madrid fue clave. Los representantes catalanes del COE fueron convocados para el 24 de diciembre mediante una llamada dos días antes. Además coincidía con la estancia en Australia de tres de los seis miembros catalanes del Comité. Entre ellos, Joan Antoni Samaranch, el vicepresidente del COE y la figura más importante del deporte catalán. La responsabilidad recaía en Pau Negre Villavecchia (1923-1972), prestigioso dirigente deportivo procedente del hoquey profesional. El sí se encontraba en Barcelona. No encontró billete de avión para poder desplazarse a Madrid. No había móviles ni videoconferencias, había que acudir en persona.

El estadounidense David Wottle, en la final de 800 metros lisos de los Juegos Olímpicos de Múnich 1972

El estadounidense David Wottle, en la final de 800 metros lisos de los Juegos Olímpicos de Múnich 1972 / PIM / Archivo

Meses más tarde, declaró en una entrevista en el diario Noticiero Universal que no se explicaba cómo se decidió hacer una reunión de esta magnitud un 24 de diciembre. “Tuve la impresión que la reunión no tenía demasiada trascendencia”, explicó. No se le informó del orden del día y en la llamada entendió que la reunión era simplemente "de puro trámite antes de finalizar el año". Tras aquel episodio de opacidad, Negre dimitió como miembro del COE y se centró en mejorar la práctica deportiva en Barcelona. Llegaría a concejal barcelonés de Deportes en 1966, cargo desde el que impulsó instalaciones deportivas de la ciudad que acabarían siendo olímpicas, como las piscinas Bernat Picornell de Montjuïc.

La misteriosa reunión de 1965 todavía no se ha esclarecido. "No he encontrado ningún documento que afirme que la elección de Madrid fue por motivos políticos, pero con las fuentes que hay disponibles, hay serias sospechas", declara el investigador Juan Antonio Simón. La inesperada decisión no gustó ni a los promotores de la candidatura barcelonesa ni a la ciudadanía que había empezado a vislumbrar una segunda oportunidad olímpica. No obstante, en plena dictadura, no afloraron quejas ni protestas. Y la prensa, que pasaba el filtro de la censura, subrayó las posibilidades de Madrid para lograr el hito.

Discrepancias en el gobierno franquista

Aun así, según afirma Juan Antonio Simón, “la debilidad de la candidatura madrileña se hizo patente en la comunidad internacional, puesto que el Consejo de Ministros denegó los presupuestos entregados por el Ayuntamiento de Madrid hasta en dos ocasiones”. Por lo tanto, “mientras se contactaba con los diversos comités olímpicos nacionales para que apoyaran a la candidatura” española, el proyecto dejaba entrever fisuras que lo debilitaban frente a otras aspirantes muy sólidas como Múnich. De hecho, se especuló hasta el último momento con la retirada de la propuesta, lo que según Simón, fue clave para que Madrid no fuera la ciudad escogida para los Juegos de 1972.

Pese a todo, la obstinación de Barcelona pervivió. Con la llegada de la democracia a España, la capital catalana lo volvió a intentar. En octubre de 1986 en Lausana Juan Antonio Samaranch, entonces presidente del COI, pronunció la famosa frase que daría a la ciudad los Juegos de 1992: "A la ville de… ¡Barcelona!". A la sexta sí se salió con la suya.

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