Una industria cambiante

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Una mujer en la exposición inmersiva sobre Dalí, en el Ideal de Barcelona en septiembre de 2022

Una mujer en la exposición inmersiva sobre Dalí, en el Ideal de Barcelona en septiembre de 2022 / Jordi Otix

Leticia Blanco
Ignasi Fortuny
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La filtración, hace unas semanas, de las primeras imágenes de la residencia de U2 en Las Vegas en el auditorio The Sphere provocó una oleada de sobreexcitación generalizada en esa colmena mental global que es Twitter. ¿Qué era esa megapantalla de led de 15.000 metros cuadrados y 16k de resolución nunca antes vista? ¿Una nueva catedral de la imagen y el sonido? ¿Estaban cambiando U2 la música en directo tal y como la conocemos? ¿Quién podía fijarse en las piruetas de Bono ante semejante despliegue audiovisual?

La monumental The Sphere, diseñada por una empresa de Zaragoza, es el penúltimo capítulo de las llamadas “experiencias inmersivas”. Una nueva manera de experimentar la cultura que vive un 'boom' en todo el mundo. “En los últimos años la tecnología ha acelerado más de lo que esperábamos, no sabemos a dónde nos llevará”, explica Jordi Sellas, director del espacio Ideal de Poblenou y del estudio Layers of Reality y nuevo rey midas de lo inmersivo.

Otro que ha diseñado el futuro con sus manos es el arquitecto Miguel Fontgivell, director de Saco Technologies en España y de Oboria Digital, responsables de The Sphere. "Los espacios inmersivos son un mercado que está en auge en todo el mundo". De hecho, ya hay un proyecto para replicar la gran bola de Las Vegas en Londres. Para Fontgivell, la diferencia sustancial de un espacio como The Sphere es que la experiencia inmersiva "es compartida con otras personas". "El objetivo es que no sea una experiencia individual sino colectiva", sentencia.

Éxito de público

Desde que abrió sus puertas en 2019, el Ideal ha albergado exposiciones inmersivas dedicadas a Monet, Dalí y Frida Kahlo. Todas han sido la exposición temporal más vista del año en Barcelona. La que puede verse ahora mismo, 'Tutankamon', celebra el centenario del hallazgo de la célebre tumba del faraón en 1922. En ella es posible colarse en la tienda de Howard Carter, fisgonear entre sus libros y visitar, lámpara de aceite virtual en mano, las paredes del sarcófago del joven rey.

Exposición 'Dalí cibernético' en Lisboa

Exposición 'Dalí cibernético' en Lisboa. /

El despegue de lo inmersivo llegó con ‘Van Gogh. The Inmersive Experience’, que lleva de gira desde 2017 y ya han visto más de cinco millones de personas. Lo que empezó con el mapping (la proyección sobre fachadas) ha dado paso a hologramas, IA y realidad virtual hasta llegar a una versión muy sofisticada del metaverso interactivo que se sincroniza con otros usuarios. Hoy, hasta la Catedral de Barcelona ofrece visitas inmersivas.

“Todo esto ha pasado en solo cuatro años”, cuenta Sellas, al que no le gusta hablar tanto de los avances tecnológicos, sino de lograr que el público tenga una “experiencia emocional”. “Si la historia no es sólida, si no te toca ni emociona, entonces solo estamos hablando de inmersión. Hoy todo puede ser inmersivo. Y si todo es inmersivo, nada lo es”.

Algo en lo que coincide Jordi Penas, director del 'superventas' museo del FC Barcelona, en cuya puerta de acceso principal se puede leer: 'Barça Immersive Tour'. Ahí uno puede 'pasear' ayudado de unas gafas por el Camp Nou o sentirse en medio de un rondo con los grandes mitos del club azulgrana, en una gran sala redonda envuelta por enormes pantallas y altavoces de alta fidelidad. "El futuro de los museos pasa por seguir contando historias, de dónde venimos, hacia dónde vamos; pasa por entretener, y también por que la gente se lo pase bien".

Para Sellas, la inmersividad está en el adn de las artes escénicas catalanas desde hace décadas. “Cuando ibas a un espectáculo de La Cubana en los 90 y te sorprendían, te traían bocatas en mitad de la función y te hacían subir al escenario, ya estabas viviendo una experiencia inmersiva. Lo mismo pasaba con los espectáculos de Comediants o La Fura dels Baus”, reflexiona. El Ideal, sostiene, es herencia de ello y forma ecosistema creativo catalán en el que están el Sónar, el Off, el festival Mira y el Loop.

La exposición 'Dalí cibernético', que acaba de llegar a Lisboa.

Exposición 'Dalí cibernético' en Lisboa. /

Precisamente el Sónar presentó en su última edición un futurista y apabullante 'show' del 'dj' sueco Eric Prydz (HOLO), un espectáculo tridimensional sin necesidad de gafas o artilugios. También alberga muchas otras de pequeño formato, proyectos innovadores, algo que lleva en los genes la cita barcelonesa. "Nosotros producimos experiencias inmersivas efímeras. Acogemos la parte de la idea, de los creativos, y les acompañamos en la parte técnica", expone Enric Palau, codirector del Sónar.

Algunos enemigos

Como toda novedad, a lo inmersivo también le ha salido su ración de enemigos, capitaneados por los puristas que la critican por considerarla frívola y superficial. ¿Ver los nenúfares de Monet en 360 grados? ¡Sacrilegio! Sellas defiende que lo inmersivo en ningún caso sustituye a la experiencia de ver el original y defiende su sostenibilidad y la democratización del arte que permite. “Las exposiciones del Ideal están viajando por todo el mundo, de Bogotá a Sidney, Copenhagen, Berlín... y lo hacen dentro de un maletín, sin los costes y la contaminación que implica la logística de una exposición tradicional”.

Estas propuestas tienen además el potencial de llegar a muchos más sitios fuera del circuito occidental tradicional primermundista. No todo el mundo tiene el presupuesto suficiente para visitar el MoMA. “Ir al Louvre para ver 'La Gioconda' rodeado de 1.000 personas tampoco me parece el colmo de la experiencia presencial”, matiza Sellas. “Se trata de encontrar el equilibrio”. Lo inmersivo rompe además la “barrera generacional” con los nativos digitales, criadas entre pantallas.

Si de algo está orgulloso Sellas es de lo riguroso de las exposiciones. ‘Dalí Cibernético’ se hizo en colaboración con la Fundació Dalí, poco sospechosa de frivolidad. Y la de Tutankamon, comisariada por el egiptólogo y periodista Nacho Ares, se inaugura el próximo 21 en el Museo Egipcio del Cairo, donde están la tumba del emperador y su tesoro, un marchamo de calidad que aprobaría hasta Howard Carter. La exposición, que 300.000 personas vieron en Madrid, lleva más de 70.000 visitas en Barcelona desde su estreno a mediados de septiembre.

La exposición de Tutankamon viajará a El Cairo.

TUTANKAMON / EPC

El poder de la atracción de estas propuestas no es ninguna sorpresa para la comisaria del Sónar +D, Antónia Folguera, que tiene claro que "el entretenimiento del futuro inmediato y, de hecho, del presente, es inmersivo" y que debe "buscar su propio público". Folguera introduce una redefinición del público, al que llama "visitante" o "invitado". "En la inmersividad creas un mundo e invitas a quien quiera a entrar en él".

Grandes presupuestos

¿Es caro producir una experiencia inmersiva? La respuesta es sí. Sellas cifra entre 2,5 y 3 millones de euros cada proyecto. La plantilla de Layers of Reality es de alrededor de 40 personas, pero para proyectos especiales como el que han desarrollado para Tomorrowland pueden escalar hasta las 200 personas.

El festival de música electrónica más grande del mundo que se celebra cada año en Bélgica anunció hace días que este verano estrenará mundialmente su primer espectáculo inmersivo en los Cines Aribau. Layers of Reality lleva años trabajando en el show, que tendrá 60 minutos de duración y “será una experiencia completamente diferente de todo lo que se ha visto hasta ahora en el ámbito de lo inmersivo”, un show colectivo sincronizado que será “el mayor metaverso hasta la fecha”. “Es difícil de explicar porque nunca se ha hecho hasta ahora”, reconoce Sellas. “Pondrá a prueba todos los límites tecnológicos y creativos”, promete. Veremos.

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