El hallazgo de
la tumba de Tutankamón

Estamos en el 1325 a. C. en el desierto de Tebas. Se entierra al faraón Tut, de 19 años. Su década de reinado es apenas un suspiro en la historia de Egipto.

La puerta de la tumba queda sellada. A las pocas semanas del entierro, un diluvio arrastra un mar de arena, piedra y cantos rodados que oculta la tumba y la preserva de robos.

3.300 AÑOS DESPUÉS

1892

El joven inglés Howard Carter trabaja en Egipto como copista de inscripciones jeroglíficas con los egiptólogos más reputados.

Lo consigue gracias a su talento como dibujante y su ambición, ya que no tiene estudios académicos.

En 1899, a los 25 años, es nombrado inspector de monumentos.

Sin embargo, su carrera se trunca tras un altercado con unos turistas franceses en Saqqara.

Carter defiende a los vigilantes egipcios del yacimiento echando a los visitantes con algo más que palabras.

No quiere disculparse y, en 1905, dimite.

Durante tres años años, malvive dibujando para turistas hasta que conoce al aristócrata inglés Lord Carnarvon.

Carter estaba convencido de que quedaba una tumba intacta en el Valle de los Reyes, la del faraón Tutankamón.

Aunque los arqueólogos le tachan de loco, Carnarvon le cree y decide financiar su búsqueda.

Paran durante la Primera Guerra Mundial. Las excavaciones se retoman en 1917.

En 1922, cansado de la falta de resultados, Carnarvon informa a Carter de que dejará de financiarle.

CERCA DE LUXOR

Entonces, el 4 de noviembre de ese año, se encuentra por casualidad una piedra de la entrada a una tumba.

Excavan la escalinata hasta llegar a una puerta de barro.

En ella hay grandes sellos ovales, cartuchos faraónicos con un borroso nombre estampado en su superficie.

Carter introduce una linterna y se arrastra por un pasadizo de piedras.

Al salir, manda tapar la tumba y custodiarla.

Cruza el Nilo hasta la oficina de correos para enviar un telegrama a Carnarvon.

"Por fin hemos hecho un descubrimiento maravilloso en el Valle: una magnífica tumba con sellos intactos. Enhorabuena."

Lord Carnarvon y su hija, Lady Evelyn, llegan a Egipto para presenciar la apertura de la tumba.

Ocurre al día siguiente, el 24 de noviembre. Tras la primera puerta encuentran un pasillo con escombros que lleva a otra.

Carter hace un pequeño agujero e introduce una vela.

Aunque deben esperar a la llegada de un oficial del departamento de Antigüedades de Egipto, vuelven a entrar por la noche.

El 27 de noviembre, un oficial egipcio hace la inspección de la tumba. Se confirma que está prácticamente intacta. Contiene más de 5.000 objetos.

El 29 de noviembre se abre oficialmente la tumba en presencia de autoridades e invitados.

Ante la magnitud del descubrimiento, se necesitan refuerzos. Carter contará con un equipo de más de 50 trabajadores locales, entre ellos los capataces egipcios Ahmed Gerigar, Gad Hassan, Hussein Abu Awad y Hussein Ahmed Said.

El equipo de expertos lo forman el arquitecto de excavación Arthur Callender, el conservador Arthur Mace, el fotógrafo Harry Burton, el experto en jeroglíficos Alan Gardiner y el químico Aldred Lucas.

El 16 de febrero de 1923, se abre la puerta sellada que lleva al sarcófago de Tutankamón.

Lord Carnarvon vende la exclusiva del descubrimiento a The Times por 5000 libras de la época, ante el enfado del resto de la prensa.

Los lectores siguen el descubrimiento casi en directo.

Unos días después, lord Carnarvon contrae bacteriemia por la picadura de un insecto. Fallece el 5 de abril de ese año sin ver la momia del faraón.

Tras dos años de trabajos, la mañana del 13 de octubre de 1925, el equipo comienza a desarmar las cuatro capillas funerarias cubiertas de oro.

Diez días después, llegan al sarcófago. Lo colocan en el suelo con la ayuda de ocho hombres y separan los tres ataúdes que lo integran.

Finalmente, el 28 de octubre abren la tapa del último ataúd, de oro, que acoge a la momia y a su máscara funeraria.

La máscara de Tutankamón se convierte en ese momento en uno de los objetos más icónicos del mundo.

(Toca la máscara en 3D para explorarla)

El trabajo de documentación es exhaustivo. Se catalogan, dibujan y, en muchos casos, fotografian todos los objetos. La excavación finaliza en 1932, diez años después de su descubrimiento.

Sigue siendo el mayor descubrimiento arqueológico de todos los tiempos.

En la web del Instituto Griffith se pueden consultar más de 1800 fotografías y los diarios de Howard Carter.