Muestra musical en el Fòrum

El Festival ·B aviva su amor por la calle

De Alizzz a Los Planetas: clamor pop en el Festival·B

Yung Beef sujeta el micro y una botella de Hennessy durante su concierto en el Festival ·B

Yung Beef sujeta el micro y una botella de Hennessy durante su concierto en el Festival ·B / JORDI OTIX

Ignasi Fortuny

Ignasi Fortuny

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El Festival·B viene a hacer pedacitos eso de 'lo que no se ve, no existe'. Y lo hace desde hace años, cuando se llamaba Cara B y reunía a fieles de los sonidos alternativos y nuevas y viejas tendencias en la Fabra i Coats. Aquello que no nos enseñan, la cara b de la música estatal, late fuerte a pesar de todo. Tanto que el 'mainstream' ha tenido que enfocar a sonidos y artistas de los que pasan por un festival como el ·B -durantes sus nueve ediciones han circulado C. Tangana, Bad Gyal o Rigoberta Bandini-, que aglutina las mil notas del 'indie' actual.

Si el viernes era el turno para lo que podemos acuñar de manera relativamente acertada como lo más clásico, identificado por las guitarras, este sábado tocaba una apetitosa muestra de la música urbana. Lo único que comparten los miembros del cartel es que son talentos autóctonos.

En esta bicefália que propone el festival, que desde el año pasado se celebra en el Fòrum, ha reunido este año cerca de 15.000 personas en sus dos días (esta noche con unos 7.000 asistentes). Muy lejos de los números de otros festivales que se celebran en este mismo enclave. Aquí, este sábado, apenas se percibe actividad alguna mientras uno llega a la gran masa de hormigón llamada Fòrum.

Ben Yart abría en el último día de septiembre, en una tarde sofocante, la novena edición del festival, que deparaba una jornada con artistas como Leïti, Albany, Gloosito, Judeline o el rap quinqui de Jarfaiter, uno de los más destacados del día, y con los platos fuertes de Rojuu, Yung Beef y, ya entrada la madrugada, Hoke & Louis Amoeba, autores del extraordinario disco 'BBO'. La escena se va renovando, y los ídolos creciendo. Pero, seguramente, no haya uno tan grande como el capo del trap español, Yung Beef, que anoche demostró ser estrella para varias generaciones.

Con su inseparable Hakim en el escenario ladrando como siempre, el artista de Granada, con una botella de Hennessy pegada a la mano, deambuló por las mil historias de calle que cuentan sus canciones. Yung Beef es conocedor de su atracción, de que la gente va a contemplarle y a cantar en comunión esos himnos de subsuelo, aunque él a veces tan solo ofrezca un par de caderazos por tema. "Si tú no me quiere' yo no voy a sufrir; porque la calle está enamora' de mí", canta en 'Xapiadora'. Más allá de una retahila de himnos trap -y los que quedaron sin sonar-, banda sonora ideal para el alboroto en la pista ('Nike Tiburon', 'Beefie'... y el punto y aparte de 'Cigala'), Yung Beef caldeó el Fòrum con un popurrí de canciones de La Mafia del Amor, la versión reguetonera de Pxxr Gvng. Temas fiesteros que las nuevas generaciones van asumiendo como propios.

La juventud baila éxitos de predecesores y de sus coetáneos, como se vio con Rojuu, de 20 años, uno de los grandes destacados del cartel. Referente e ídolo de multitudes apareció atabiado con anillos pesados, parche pirata y con un gorro tupido con cuernos de diablillo, siempre recordando esa oscuridad que mezcla con su prematura destreza pop. Es enorme el poder de sus canciones sensibles, delicadas, como, por ejemplo, 'Un paseo más', dedicada a su perra, tema que es ejemplo de esos estribillos penetrantes que logran incluso que el público balancee los brazos de un lado a otro o se coree su nombre entre piezas desde la devoción de su público juvenil. Pero, com es habitual en sus conciertos, al final aparece el demonio a ritmo de rave, con temas ultracelerados, y con el pogo como único ritual posible para avivar la llama del ·B con todo lo pasea por el asfalto y el subsuelo.

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