Crítica de música

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El grupo de Adrianne Lenker desplegó su hipnótica confluencia de suavidad y aspereza en la presentación de su loado álbum ‘Dragon new warm mountain I believe in you’

BIG THIEF

BIG THIEF / FERRAN SENDRA

Jordi Bianciotto

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Podía parecer difícil que del roce de las guitarras eléctricas indie-rock y el legado campestre estadounidense pudiese salir otra propuesta, a estas alturas, que atrajera las miradas más allá del entorno alt-country y cercanías. Pero ahí está Big Thief, grupo neoyorkino que viene a ser la extensión formal de una cantante y compositora, Adrianne Lenker, propiciando un sostenido boca-oreja y llenando salas como Razzmatazz, donde este miércoles vino a presentar su quinto álbum, ‘Dragon new warm mountain I believe in you’.

Buenas noticias para los simpatizantes de ese rock americano con raíces, que en Big Thief se presenta en una versión contemporánea con pulsiones imprevisibles, alternando la extrema suavidad y la aridez, la placidez ensoñadora y el desgarro vocal, siempre con un punto de fuga misterioso. Una ecuación que tiene algo del juego de extremos de un Neil Young con Crazy Horse. La banda ya se había mostrado por aquí, en La 2 de Apolo, justo antes del cierre pandémico, y un par de veces en Primavera Sound, y en su nueva visita presumió de repertorio en expansión y de dominio de los elementos, con la voz de Lenker dando, por sí sola, vida a cada tonada.  

Canciones con cercanía

Se observa en Big Thief una trama de entendimiento mutuo entre sus cuatro actores, tocando cerca unos de otros, escuchándose y mimando inflexiones, quizá tratando de reproducir en el concierto el ambiente de los ensayos. El repertorio, muy cambiante de una noche a otra, se abrió paso con citas a discos pasados: temas con peso y ángulos emotivos perceptibles entre las costuras, como ‘Masterpiece’, ‘Forgotten eyes’ y una arrolladora ‘Shark smile’, con su introducción de guitarras airadas.

La banda abrió luego un espacio al material más reciente, donde combinó el peso y el ambiente enrarecido de ‘Power of blood’ con la suave marejada de arpegios de guitarra de ‘Simulation swarm’. Voz solista desatada en los cambios de octavas de la ‘bluesy’ ‘Sparrow’, con Lenker vaciándose sin rebajar su extrema pulcritud, y acentos ‘roots’ latentes pese a la ausencia de violín, notorios en ‘Red moon’.

Pero la peripecia de Big Thief sigue y, además de lucir trofeos como ‘Not’ y ‘Change’, para disfrute de la afición, los bises reservaron un par de apreciables piezas todavía inéditas, ‘Vampire empire’ y ‘Born for loving you’ (esta la dedicó ella a su novia). Y como cierre, a ‘Spud infinity’ se sumó, con el arpa de boca, el hermano de Adrianne Lenker, Noah, otro vértice en la trama de complicidades de la que se alimenta Big Thief.