El 'efecto Mobile' agita la vida de Barcelona

El impacto de 356 millones de euros se dejará sentir por los cuatro costados

PATRICIA CASTÁN
BARCELONA

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Son solo cinco días pero valen su peso en oro. Tanto que marcan el ritmo de Barcelona y se convierten en la mejor vitamina para remontar un mes tradicionalmente flojo en turismo y actividad económica. El Mobile World Congress sacudirá a la capital catalana desde hoy y hasta el jueves (aunque algunos lleguen un día antes y unos pocos estiren la estancia más allá de la feria) con un ejército de casi 80.000 visitantes, la mitad de los cuales son altos ejecutivos. Los 356 millones de euros que la organización calcula que dejarán en la ciudad salpicarán a muchos sectores en distinta medida. Para algunos será un fugaz oasis, para otros una plataforma de lanzamiento. Los congresistas llegan desde ayer procedentes de 200 países, copan los hoteles y apartamentos hasta la bandera y reservan los mejores restaurantes para cerrar negocios con una buena cena o para desconectar de la vorágine que se vive en el recinto de la Fira, con Gran Via 2 como centro neurálgico y su consiguiente impulso también para L'Hospitalet. Y eso que el despilfarro ya no es tan brutal como en los primeros años.

Pero más allá de hoteles a reventar (en los últimos días las pocas habitaciones disponibles en categorías medias van de los 500 a 1.000 euros la noche), la actividad se contagia a otros ámbitos. Eso sí, los que aterricen hoy se encontrarán con unas horas de asueto pero pocas opciones de entregarse al shopping, más allá del centro Maremàgnum y las tiendas que abren en el Gòtic y el Born. Durante el resto de la semana, el centro y en especial el paseo de Gràcia, así como las Arenas, por proximidad, marcarán su particular ruta de oro.

Sus desplazamientos serán absorbidos en buena medida por el transporte público (con pase especial para esas jornadas) pero también por un alud de coches de lujo con chóferes, y por la flota local de taxi entregada a su semana más rentable. Y como no solo de negocios vive el congresista, el ocio también se frota las manos, con discotecas y  clubs de alterne demandados a destajo.