Conflicto en Oriente Próximo

Palestinos de Israel: "¿Cómo vivir viendo que nuestra población está siendo masacrada?"

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Un ciclista pasa junto a una mezquita en la ciudad israelí de Acre, el 22 de octubre.

Un ciclista pasa junto a una mezquita en la ciudad israelí de Acre, el 22 de octubre. / YURI CORTEZ / AFP

Andrea López-Tomàs

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En cada país en guerra, hay lugares, Acre es uno de ellos, donde apenas se palpa el conflicto. La violencia subyace en el silencio, en las ausencias en calles comúnmente bulliciosas. Se expresa en las compuertas cerradas de decenas de establecimientos o en el tenso transcurrir del día cuando bandos rivales en otro territorio se esfuerzan en hablarse con forzada amabilidad. Acre, una ciudad costera mediterránea en el norte de Israel, ha conocido la violencia. Hace 75 años, tres cuartas partes de su población palestina de mayoría musulmana y cristiana fueron forzadas a huir en plena creación del Estado de Israel. Ahora, con un 32% de ciudadanos árabes-israelíes, las plazas de Acre están repletas de mensajes de convivencia, armonía y paz. 

"Aquí no pasa nada, judíos y árabes vivimos juntos sin ningún problema", explica Mustafa, a los pies de su local situado en una glorieta hoy vacía. Este pescador, oriundo de la ciudad, insiste en que, desde el inicio del ataque de Hamás a Israel el pasado 7 de octubre, "todo está muy tranquilo". Pero no siempre ha sido así. Durante la última ofensiva israelí sobre Gaza en 2021, Acre fue escenario de la ruptura de la ilusión. En varias ciudades mixtas, celebradas por una supuesta convivencia entre judíos e israelíes de origen palestino, se quebró el embrujo de décadas de supuesta convivencia. Grupos de radicales de ambos bandos se atacaron mutuamente, provocando algunas muertes y grandes destrozos en locales y hogares. De repente, los vecinos eran vistos como el enemigo que mataba a sus hermanos gazatíes, y, al otro lado, los vecinos eran los que apoyaban al terrorismo de Hamás.

Esta vez está siendo distinto. En Israel, los descendientes de los palestinos autóctonos del lugar que decidieron quedarse tras las diversas olas de expulsión son ahora el 20% de la población del país. Algunos prefieren ser llamados árabes-israelíes, mientras que otros no confían en el proyecto de Israel y se sienten más cercanos a sus compañeros palestinos de la Cisjordania ocupada o la bloqueada Franja de Gaza. Los expertos los llaman palestinos de Israel o palestinos del 48 en referencia a las fronteras previas a la creación del Estado hebreo. En los últimos años, la marginación de esta comunidad y la falta de atención por parte de las autoridades las han alejado aún más de sus conciudadanos judíos. Por eso, cuando estalla el conflicto en las fronteras de Israel, hay el temor de que también ocurra dentro de ellas. 

"No nos dejan hablar"

Frente a uno de los puertos más antiguos del planeta, el de su ciudad natal, Ayam duda si hablar. Pero una vez empieza, ni las lágrimas la detienen. "Lo único que ha cambiado respecto a los disturbios que ocurrieron en Acre durante la última guerra sobre Gaza es que ya no nos dejan hablar, no podemos expresar nuestra opinión", cuenta a las puertas de la residencia de ancianas en la que trabaja. Al fondo, las noticias de Al Jazeera les informan sobre la última hora de un conflicto que, aunque parece que esta vez no haya llegado a sus casas, les vibra en sus propios cuerpos. "¿Cómo se supone que tenemos que vivir si vemos a nuestra población siendo masacrada?", explica a este diario, batallando contra el llanto. "Es muy difícil, muy difícil", repite.

Por unos instantes, se pierde en el recuerdo de su abuela, que fue forzada a vivir como refugiada en Jordania. "¿Sabes? Mi abuela murió con la llave de su casa colgando del cuello, pensaba que volvería…", rememora. "¿Por qué los palestinos tenemos que sufrir esto si también somos seres humanos?", pregunta, indignada. No se atreve a levantar mucho la voz, porque es consciente de las consecuencias. En las últimas semanas, las autoridades israelíes han arrestado a docenas de palestinos, incluidos aquellos con ciudadanía israelí, por compartir y dar 'me gusta' a publicaciones que daban apoyo a Gaza. También han prohibido las manifestaciones en apoyo a los palestinos. 

Patrullas

Una parte de la ciudadanía de estas ciudades mixtas, como Haifa o Tayibe, han creado patrullas para evitar que los enfrentamientos que tuvieron lugar en 2021 vuelvan a ocurrir. El trauma es grande porque aquel día se rompió algo. "¿Qué pueblo del mundo podría vivir viendo cómo están matando a sus niños?", se pregunta Ayam en referencia a los más de 2.000 menores que han sido asesinados en Gaza por bombardeos israelíes durante las dos últimas semanas, según el balance del Ministerio de Sanidad del enclave palestino. "Pero esto no es sólo hoy, esta violencia, sea de una forma u otra, siempre está presente en nuestras vidas", denuncia esta educadora social. En los últimos años, el viraje a la derecha del país ha situado a la comunidad árabe en la categoría de ciudadanos de segunda.

"Todos los chicos jóvenes son sospechosos de dar apoyo a Hamás, tengo miedo de hablar árabe por la calle", confiesa Shahd Shahbari, una joven de Nazareth residente en Haifa. "Me aterra salir de casa, porque muchos de los extremistas de derecha están pidiendo la ejecución de los árabes", cuenta a este diario. Dos pueblos forzados a convivir acaban cayendo en la desconfianza mutua. Cuando algunos del otro bando atacan, la culpa parece ser de todos. "Pero nosotros somos la población originaria del lugar", afirma Ayam, muy exaltada. "Los judíos de nuestro alrededor siempre se están peleando, porque unos vienen de Marruecos y otros de Rusia, pero nosotros, el pueblo palestino, somos uno, no tenemos discusiones", señala, golpeando con fuerza las piedras milenarias de las calles de Acre.

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