Guerra en Oriente Próximo

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Un niño palestino herido en un bombardeo israelí descansa en una camilla en el hospital de Jan Yunis, este lunes.

Un niño palestino herido en un bombardeo israelí descansa en una camilla en el hospital de Jan Yunis, este lunes. / AHMED ZAKOT / REUTERS

Andrea López-Tomàs

Andrea López-Tomàs

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En los hospitales de Gaza, muchos niños comparten cama. Algunos callan, otros tiemblan, muchos gritan, lloran y sus lágrimas dibujan un camino sobre el polvo que recubre sus caras. Parte de ellos se unirán a la trágica cifra de asesinados que, por ahora, en el décimo día de la guerra se sitúa en los 1.030 niños, según el Ministerio de Salud de Gaza. Con apenas semanas de vida o ya entrados en la pubertad, los niños en la Franja viven desde que nacen una infancia marcada por la guerra y el bloqueo. Ahora, en este enclave palestino donde el 47% de la población son menores, tampoco hay un lugar seguro para que todos ellos crezcan sanos y salvos.  

"Si tengo que mandar un mensaje al mundo sobre lo que está ocurriendo en Gaza ahora mismo, les diría que centenares de niños que un día soñaron con crecer y convertirse en doctores, profesores, futbolistas o buenos ciudadanos para ayudar a construir su comunidad fueron asesinados a sangre fría por los ataques de aviones de guerra contra sus casas civiles", denuncia el profesor de inglés, Samir, de la organización Hands Up Project. Este padre de familia de Rafah, al sur de la Franja, habla con contundencia y sin que se le quiebre la voz en uno de esos momentos en los que su teléfono dispone de conexión y batería en el asediado enclave. "Diles que tengo tres hijas pequeñas que no pueden pegar ojo ni de día ni de noche", pide a EL PERIÓDICO por mensaje de voz.

Diana el Hadidi tiene un hijo de dos años. "No entiende nada, simplemente sigue aterrorizado con frecuencia por los sonidos de las bombas", explica apurando el último 6% de batería que queda en su teléfono. "Los niños mayores de cinco años pueden entender lo que está pasando, pero no son capaces de mantener la calma, están aterrorizados, y los padres no pueden controlar sus sentimientos", lamenta esta traductora palestina-rusa a este diario. "Los niños simplemente siguen llorando", constata. Aunque la ciudadanía de la Franja de Gaza está acostumbrada a las ofensivas israelíes, nada les podía haber preparado para esta. En apenas una semana, Israel ya había arrasado con más vidas que en los dos meses que duró su última operación el 2014. 

Salud mental

Un 90% de los menores en Gaza sufre trastorno por estrés postraumático, según un estudio de Save The Children realizado tras la última ofensiva en 2021. El sufrimiento forma parte de la infancia de estos niños que, desde su nacimiento, han vivido bajo el bloqueo parcial israelí, la pobreza y la violencia. La doctora Iman Farajallah ha estudiado cuál es el impacto que tiene la guerra en los niños palestinos y ha descubierto que la mayoría de las heridas del conflicto no son físicas. Muchos niños gazatíes acaban pagando un alto precio psicológico, emocional o conductual al sobrevivir bajo las bombas. Su investigación descubrió que el 95% de los niños de la Franja mostraban síntomas de ansiedad, depresión y trauma

En medio del caos y el dolor de la ofensiva más letal sobre la Franja de Gaza, organizaciones como la Sociedad de la Media Luna Roja Palestina han empezado a trabajar con las familias desplazadas afectadas por los bombardeos para tratar su salud mental. Muchos de estos niños, aún demasiado pequeños para ser conscientes, acaban heredando el trauma y el miedo de sus mayores. Según los expertos, este trauma transgeneracional es expresado de distintas formas, ya sea con muestras de falta de interés por la vida cotidiana, con comportamientos antisociales, con signos de inquietud, regresión o, incluso, actitudes violentas. Estos niños algún día se convertirán en adultos y todo ese dolor tal vez pueda traducirse en venganza.

"Si mis hijos no tienen esperanzas para su futuro, no puedo garantizar el camino que tomarán", denuncia Fadi Abu Shammala, director ejecutivo de la Unión General de Centros Culturales en Gaza, desde el campo de refugiados de Khan Yunis, en una columna de The New York Times. "Muchos de los jóvenes combatientes que traspasaron esos muros nacieron durante la segunda Intifada. Toda su experiencia ha sido ocupación militar israelí, asedio y devastadores ataques militares tras asaltos en un enclave de 140 millas cuadradas, con tasas de desempleo y pobreza de aproximadamente el 50%. Esta es la historia y estas son las condiciones que han moldeado a tantas personas en Gaza, no una justificación. Israel ayudó a crear estos combatientes privándolos de esperanza, dignidad y un futuro", constata.

"Solo una pregunta"

Pero, a día de hoy, pocas familias en la Franja de Gaza tienen tiempo para pensar en un mañana. Su único objetivo es sobrevivir. Ni siquiera disponen de un momento para enterrar a las 2.329 personas que ya han sido asesinadas. "No podemos explicarles lo que está sucediendo en la vida real, sólo tratamos de decirles que todo estará bien", explica el Habibi. "Les decimos que son solo sonidos de globos y que terminará lo antes posible, pero no lo sé, al final son niños", reconoce resignada. "Mis hijitas ahora solo tienen una pregunta: ¿Qué pasaría con sus cuerpos si los asesinaran? ¿Se les destrozarían las extremidades? ¿Los pondrían en un ataúd? ¿Quedaría gente para enterrarlos?", constata con dureza Samir.

La situación es catastrófica y se convierte en peor por momentos. "Hay muchos recién nacidos que perdieron a sus familias en los hospitales y no tienen a nadie que los cuide", denuncia el Habibi. "Nuestros niños están aterrorizados, se sorprenden, se enferman rápidamente, no duermen por la noche. Esos pequeños humanos inocentes, ¿cuál es su culpa al vivir esta vida? Esto es muy injusto", añade. Mientras las bombas siguen cayendo, Samir insiste en hablarle al mundo, aunque "cuando lleguen mis palabras podríamos estar todos muertos". "Diles que nosotros, los padres y las madres, morimos cien veces al día por no poder ayudar y proteger a nuestros pequeños hijos", implora desde la Franja de Gaza.

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