Cumbre en Johannesburgo

Una Argentina al borde de la quiebra celebra su incorporación a los BRICS

Los BRICS acuerdan aceptar nuevos miembros para lograr un orden mundial "más inclusivo"

OPINIÓN | Más BRICS para enfrentar a Occidente, por Georgina Higueras

Un instante de la reunión de los BRICS

Un instante de la reunión de los BRICS / EFE/EPA/KIM LUDBROOK / POOL

Abel Gilbert

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"Iniciamos el proceso de ingreso a los BRICS en la convicción de que se trataba de una plataforma política y económica necesaria frente a un mundo inestable e inequitativo, donde los países con economías emergentes requerimos mayores niveles de integración", dijo el presidente argentino, Alberto Fernández. Sumido en un largo y curioso silencio desde hace semanas, que ni siquiera rompió después de la paliza que ha sufrido el Gobierno en las primarias que ensombrecen sus posibilidades electorales en octubre, Fernández destacó la novedad política. Argentina, junto con Egipto, Irán, Etiopía, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, se sumará el primer día de 2024 al bloque que agrupa a Brasil, China, India, Sudáfrica y Rusia. Fernández destacó que representan el 24% del PIB global, el 16% de las exportaciones y el 15% de las importaciones mundiales de bienes y servicios. "Seguimos fortaleciendo relaciones fructíferas, autónomas y diversas con otros países del mundo". La euforia de Fernández fue contenida, y no solo por el pudor: si el peronismo pierde los comicios, la derecha y la ultraderecha, las otras dos fuerzas competidoras, no parecen tener ningún interés de preservar una alianza con Pekín, y menos con Moscú. "El presidente acaba de comprometer a la Argentina a la entrada a los BICS, mientras se desarrolla la invasión a Ucrania y, con más razón, junto al ingreso de Irán, país con el que la Argentina tiene una herida abierta profunda por los ataques terroristas antisemitas en nuestro territorio y antiargentinos", dijo la candidata Patricia Bullrich.

"Vamos a ser protagonistas de un destino común en un bloque que representa más del 40% de la población mundial", señaló no obstante Fernández. "Nuestro ingreso a los Brics es una meta coherente con nuestra búsqueda por proyectar a nuestro país como un interlocutor clave y un potencial articulado de consensos en colaboración con otras naciones".

La intención argentina, añadió, es aumentar su capacidad exportadora, indispensable para un país que debe 45.000 millones de dólares al Fondo Monetario Internacional (FMI). "Queremos aprovecharla en beneficio de las argentinas y los argentinos, y en especial de quienes más lo necesitan. Es el corazón de nuestra política exterior, proyección hacia el mundo de un pueblo pacífico, amistoso, realista y digno".

Remarcó que "Argentina fue, es y será un país integracionista. Es política de Estado buscar la integración". De esta manera, "ser parte de los BRICS nos fortalece y no excluye otras instancias de integración, y menos todavía la orgullosa pertenencia argentina al sistema multilateral de las Naciones Unidas". Argentina y Brasil, el gran facilitador de su entrada al bloque, de la mano de Luiz Inacio Lula da Silva, negocian con la UE el acuerdo de libre comercio en nombre del Mercosur. Para Fernández no es menor el hecho que los países de los Brics apoyan a Buenos Aires en su contienda con Reino Unido por las islas Malvinas.

Interés latinoamericano

La cumbre de los BRICS en Johannesburgo, a la cual no ha asistido Vladimir Putin, saldó finalmente la incorporación de nuevos miembros después de intensos debates. Hasta la capital sudafricana se acercaron los presidentes de Bolivia y Cuba, Luis Arce y Miguel Díaz Canel. El venezolano Nicolás Maduro invitó a los fundadores del grupo a inviertir en el improductivo sector agrícola de su país.

El principal interés de Lula era el ingreso de Argentina, el socio mayor de Brasil en la región. "Gran amigo", lo definió en el mensaje de felicitación que le envió a Fernández.

El protagonismo internacional del mandatario brasileño es objeto de miradas críticas en su propio país, como ha ocurrido con su postura frente a la invasión rusa a Ucrania. "Brasil gana con una incierta invitación a Argentina. El antiguo Eje del Mal se une al bloque con Irán", señaló Igor Gielow, columnista del diario Folha de San Pablo. "Cuando surgió como idea en la década de los 2000, los BRICS tenían sentido ante una realidad cambiante. China se perfilaba con fuerza como la potencia aspirante del siglo XXI, mientras el cuestionado Estados Unidos se enzarzaba en sus guerras sin sentido". El bloque encarnó "una multipolaridad que rechazaba el dominio estadounidense establecido en la era posterior a la Guerra Fría, aunque en la práctica sus miembros hicieran negocios con el Tío Sam como de costumbre". Pero a lo largo de los años, esa alianza "ha navegado entre la utilidad retórica para gobernantes ocasionales y la mera irrelevancia. Su única rama concreta, el banco que ahora preside la ex presidenta brasileña Dilma Rousseff, es esencialmente un instrumento del poder blando chino, no por casualidad con sede en Shanghai". El escenario, remarca Gielow, ha cambiado desde la pandemia "y el regreso de los cañones a Europa, cortesía de uno de los fundadores de los BRICS, Vladímir Putin". Los nuevos socios alteran el equilibrio original. "El grupo ganará tres dictaduras árabes (Arabia Saudí, Emiratos y Egipto), una teocracia y dos Estados en distintos grados de bancarrota, Argentina en crisis aguda y Etiopía que acaba de salir de otra guerra civil". Todo se justifica por "los petrodolares" de los representantes del Golfo Pérsico.