El ultraderechista Javier Milei se convierte en un huracán electoral en Argentina

Las nuevas preferencias electorales de los argentinos se han dividido en tres tercios no exactos que muestran un país con inéditos niveles de desesperación. El ultraderechista Javier Milei, de La Libertad Avanza, resultó el candidato más votado en las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO). Cosechó el 30,2% de las adhesiones, mucho más de lo esperado. "Invito a los argentinos a sumarse a la revolucíon liberal", dijo, eufórico. Más que un mecanismo de selección de las candidaturas de los partidos, los resultados de las PASO son leídos como una radiografía aproximada de las intenciones de voto de cara las elecciones del 22 de octubre. De ahí el impacto del veredicto de las urnas. La exsecretaria de Seguridad, Patricia Bullrich, será la abanderada de la derecha tradicional en esa contienda al haber derrotado ampliamente al alcalde capitalino, Horacio Rodríguez Larreta. Entre ambos obtuvieron el 28% de los sufragios.

Sergio Massa, el representante del peronismo, en el poder, pago el precio ser el ministro de Economía en un país con una inflación anual de 120% y casi 40% de pobres. Lo votó un 21,2%, frente al 6% de su rival en la interna, Juan Grabois, un dirigente social cercano al papa Francisco. En conjunto lograron el 27%, una cifra exigua para las aspiraciones de la coalición oficial Unión por la Patria. "Empieza a discutirse si vamos a un país con apertura indiscriminada o con defensa de la industria nacional y el trabajo, si vamos a universidades pagas o pública, de calidad e inclusiva, si defendemos a los pensionados. Para los que son amantes del fútbol: solo se disputó el primer tiempo. Vamos a estar peleando hasta el último minuto. Pidió, además, el voto de los moderados. Tenemos 60 días para ganarle al odio". Por lo pronto, cerca del 60% de los argentinos optaron por opciones fuertemente conservadoras. Los émulos de Santiago Abascal e Isabel Díaz Ayuso, respectivamente, irrumpen de esta manera en estas PASO como las figuras más competitivas. Y, a 40 años de la recuperación de la democracia, pueden ser los protagonistas de la segunda vuelta de noviembre si no ocurre nada milagroso en el camino.

"Viva la libertad, carajo", gritó en su noche triunfal. El terremoto Milei era advertido por los sondeos, aunque no en la magnitud alcanzada. Catalizó buena parte de las frustraciones de una sociedad agobiada por una crisis multicausal: la pandemia, los efectos del ajuste pactado con el Fondo Monetario Internacional (FMI), una sequía de proporciones que golpeó este año a la economía de un país agroexportador, y, además, los desaciertos de un Gobierno cuyos principales referentes, el presidente Alberto Fernández, y la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kircher, se pelearon en público como perro y gata.

De las tertulias al Parlamento

Milei, un economista que quiere privatizar todo, se burla del cambio climático y ha defendido el uso de armas y la venta de órganos, capturó buena parte del votante peronista en la provincia de Buenos Aires, el principal distrito de la Argentina. Sus gritos y amenazas en las tertulias televisivas, con la vehemencia propia de un predicador, y su desprecio de "la casta política" sedujeron a los desencantados. "La casta tiene miedo", cantaron sus seguidores. "Que se vayan todos, que no quede ni uno solo". El economista recordó los objetivos de su partido. "Logramos construir una alternativa competitiva que terminará con la casta parasitaria, ladrona e inútil que ha arruinado a este país".

El "peluca", como lo llaman por su cabellera postiza, arrasó en distritos claves como Santa Fe, Córdoba y el territorio bonaerense. Recibió en su noche de la victoria el aplauso cuando saludó a sus "hijos de cuatro patas", los perros clonados Conan, Murray, Milton (por el neoliberal Friedman), y Lucas (ambos por Roberto Lucas). Su defensa del emprendedor individual, que no necesita del Estado, ha calado, al menos en estas PASO, en más de un millón de jóvenes que votaron por primera vez y que constituyen el 3% del padrón nacional.

Milei reiteró que viene a terminar con "la aberración de la justicia social" según la cual, "donde hay una necesidad nace un derecho". Su candidata a vicepresidente, Victoria Villarruel, es una constante impugnadora de los juicios a los militares que violaron los derechos humanos durante la última dictadura (1976-83). Las acusaciones de negacionista no han tenido impacto en las preferencias de una parte de los argentinos. Si Milei confirma los números de las primarias en la primera vuelta electoral del 22 de octubre, tendrá a su vez una considerable fuerza en las dos cámaras del Congreso sonde, hasta ahora, era una expresión esperpéntica. "Estamos en condiciones de ganar en la primera vuelta".

La derecha tradicional

"Patricia presidente", aclamaron a Bullrich en su bunker. "Hemos dado un paso importante en medio de esta angustia. Nos eligieron para liderar un cambio profundo que deje atrás la corrupción y que abra paso a la austeridad". Adalid de la mano dura, su programa político “de cambio verdadero y con coraje”, como recordó el domingo por la noche, no se diferencia de manera significativa del de Milei. "Necesitamos una transformación de raíz". Exguerrillera peronista durante los años setenta, desde la recuperación de la democracia, hace cuatro décadas, inició un lento pero sostenido viraje hacia el otro extremo. Pudo vencer en la primaria al moderado Rodríguez Larreta porque contó con la bendición silenciosa del expresidente Mauricio Macri. "Tenemos el equipo para convertir la decadencia en progreso", dijo, y felicitó a Milei por la "enorme elección" y su "aporte al debate". Macri, quien se abstuvo de presentarse, auguró una nueva era que dejará atrás al populismo. Más allá de la euforia de la derecha tradicional, ha perdido 10 puntos en relación a 2019.

Posibles escenarios

Un 69% de los argentinos participaron de las PASO, 1,4 millones menos que en 2019. Esa deserción perjudicó especialmente al oficialismo que, además de asimilar el resultado, tiene en las próximas horas el gran desafío de evitar un descalabro en los mercados. La misma noche del domingo se pronosticaba un nuevo salto del precio del dólar que, en abril, costaba 495 pesos, 620 pesos el pasado viernes y, según algunos analistas, podría superar este lunes los 700. La gran pregunta que flotaba en el aire dominical es si el Gobierno estaría en condiciones de soportar una corrida cambiaria. Si se confirmaran los peores presagios, adelantamiento de las elecciones dejará de ser una hipótesis descabellada.