Candidato presidencial

¿Quién es Javier Milei, el ultraderechista negacionista que se abre paso en Argentina?

El ultraderechista Javier Milei se convierte en un huracán de las elecciones primarias en Argentina

El economista candidato ultraderechista a la presidencia de Argentina Javier Milei.

El economista candidato ultraderechista a la presidencia de Argentina Javier Milei. / JUAN IGNACIO RONCORONI / EFE

Abel Gilbert

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Javier Milei, el candidato más votado de las primarias argentinas, ha dejado de ser una excéntrica anomalía. El augurio tan temido y a la vez deseado se cristalizó finalmente en las urnas. Con un 30,04% de apoyo del padrón electoral, ha canalizado las frustraciones que anidaban en la sociedad y que la pandemia agravó con sus marcas indelebles. A 40 años de una refundación institucional que intentó dejar atrás un pasado de horror, el economista libertario obtiene a través de las urnas la legitimidad que los militares solo podían imponer a través de las armas. Si bien "el peluca", como le llaman por su presunta cabellera postiza, nunca reivindicó abiertamente a la última dictadura -una tarea delegada con ambigüedad a su candidata a vicepresidenta, Victoria Villarruel-, su programa económico se le parece como dos gotas de agua.

Milei es hijo de las tertulias televisivas y si bien se ha jactado ante las cámaras de su condición de economista marginal y dice ser un fiscal de la "casta política", tuvo siempre el solapado respaldo de un poderoso grupo empresarial, el de Eduardo Eurnekian, que controla, entre otros rubros, el negocio aeroportuario. En un país con casi un 40% de pobres, una inflación anual del 120% y más de un millón de jóvenes que no estudian ni trabajan, especialmente en la periferia bonaerense, el candidato de La Libertad Avanza recibió el apoyo de muchos que sufragaron por primera vez al cumplir 16 años. Sus gritos y su histrionismo, la postura pendenciera, acompañada de la promesa de una propuesta de una economía sin moneda propia, regida por el dólar, bastaron para convertirlo en un imán capaz de magnetizar a los desencantados de todo.

Biografía peculiar

Nacido el 22 de octubre de 1970 en la ciudad de Buenos Aires, se graduó como economista en una universidad de escaso prestigio académico. Cumplirá los 53 años el día de las elecciones generales. Toda una señal mesiánica. A pesar de que se ha lanzado al mercado una biografía, El loco, escrita por Juan González, sus seguidores poco conocen sobre su historia personal. Se sabe, no obstante, que tuvo una infancia dolorosa y fue objeto de la violencia paterna, al punto de llamarlo a secas "progenitor". Tampoco lo pasó bien en la escuela. Cantó rock, en una banda de heavy metal, y fue portero de Chacarita Juniors, un equipo de la segunda división.

La relación con Beto, su padre, estaba rota. Pero su estrellato y la mediación de Karina, su hermana, ayudaron a recomponer mínimamente el vínculo. El ascenso de Milei a las primeras ligas de la devaluada política argentina no se entiende sin el entorno afectivo que lo rodea y organiza. Karina es algo más que su mano derecha. El candidato la llama "el jefe". Sus atributos se masculinizaron. Ella decide sus itinerarios y contribuye a diseñar la hoja de ruta. "Es la gran arquitecta". El hermano, quien, bajo la tutela de un rabino conservador, ha comenzado a estudiar la cábala y la Torá, la compara con Moisés. Claro que a Karina le interesan otros menesteres como la astrología y el espiritismo.

Vidas pasadas

Aunque se ha convertido en un fenómeno electoral por las promesas de un futuro edénico, Milei siempre tiene un ojo puesto en el pasado. De acuerdo con la biografía de González, ha llegado a confesarle a su círculo íntimo que él y Conan, su adorado perro, se conocieron hace 2.000 años y bajo los rigores sangrientos del Coliseo romano. Él iba armado: era gladiador. Conan, en cambio, un felino encargado de masticarlo. Sin embargo, según el economista, no llegaron a pelear. Quedaron desde entonces unidos porque "el Uno", el modo que Milei designa a una deidad sin nombre, los llamó a unir fuerzas. La melena del economista simboliza esa alianza que, le dijeron hace siglos, se cimentaría en un momento adecuado. Ese tiempo ha llegado. Conan murió antes, pero Milei lo clonó. El amor canino es en un punto superior a la humanidad. Y por eso recibió en su noche de la victoria el aplauso cuando saludó a sus "hijos de cuatro patas", los pichichos Conan II, Murray, Milton (por el neoliberal Friedman), y Lucas (por Roberto Lucas, Premio Nobel de Economía en 1995). Esas singularidades no han afectado hasta el momento su ascenso en las encuestas como levadura de cerveza.

Asegura haber visto tres veces la resurrección de Cristo. Ahora, de su mano y su garganta, que le ha valido el apodo de "el león", por sus rugidos y, en homenaje a sus "días" de gladiador, lo que han vuelto a nacer de las cenizas son ideas políticas y económicas que, durante años, resultaron incompatibles con la democracia. Milei ganó asegurando que la justicia social es "una aberración" y que no hay otra ley que la del mercado, la que debe imponerse incluso frente a los riesgos como el cambio climático, que le resulta más inverosímil que su vida pasada en la Roma imperial.

Perplejidad y entusiasmo

Unos festejan. Otros observan por estas horas con azoramiento la musculatura que ha adquirido un hombre que puede decir sin sonrojarse que no está mal vender los órganos del cuerpo ni exhibir un arma como en el Lejano Oeste. La gran pregunta que se formulan algunos analistas es si ha tocado un techo o todavía su candidatura puede escalar y consagrarse presidente. El caldo de cultivo de Milei es una crisis económica sin fin. Si se agudiza, el "león" tendrá más oportunidades predadoras.