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Foto de familia de mandatarios en el primer día de la Cumbre de la OTAN que se celebra en Madrid. En la imagen, Pedro Sánchez, Joe Biden y Jens Stoltenberg.

Foto de familia de mandatarios en el primer día de la Cumbre de la OTAN que se celebra en Madrid. En la imagen, Pedro Sánchez, Joe Biden y Jens Stoltenberg. / José Luis Roca

Juan José Fernández

Juan José Fernández

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Hace menos de un mes, el gabinete de Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN, causó un serio disgusto a la ministra Margarita Robles. Desde Bruselas habían preparado una reunión informal de la industria occidental de Defensa. Querían hablar de asuntos como la escasez de munición de 155 milímetros causada por la guerra de Ucrania... y habían dejado fuera a España.

El convocante contó con empresas de 18 países; 18 entre 31 aliados de la OTAN, incluido, por ejemplo, Portugal y excluida, por ejemplo, España y otros 13 integrantes de la Alianza. Pero no se le ocurrió no llamar a representación de capital de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Alemania o Italia. De sobra se sabe en la Alianza Atlántica que no tiene valor una reunión sin las "cinco reinas".

'The five queens'

Asi llaman en la OTAN a ese núcleo duro de países fundadores. La preeminencia de EEUU, Reino Unido, Francia, Italia y Alemania se deja sentir en cualquier momento del trabajo diario, en los foros de discusión, en el intercambio de papeles... Cualquier proyecto, cualquier documento propositivo que vaya a ir a un plenario o se vaya a elevar a algún nivel de discusión política, ha de haber obtenido al menos el aval de estos cinco miembros o no tendrá mucha vida.

Cualquier recien llegado, con y sin uniforme, aprende pronto esta norma principal de trabajo en la Alianza. Norma, por supuesto, no escrita, y también claramente supeditada a un principio general superior: las cinco reinas influyen, pero la que más paga es la que más manda, y quien más paga es Washington. Los bailes de la corte atlántica de Bruselas giran siempre en torno al hecho incontrovertible, pura ley de la gravedad, de que los más de 857.000 millones de dólares de presupuesto militar norteamericano multiplican por 2,3 el gasto conjunto del resto de los aliados.

El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, entre Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, y Ursula Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, en una declaración en Bruselas el 9 de enero.

El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, entre Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, y Ursula Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, en una declaración en Bruselas el 9 de enero. / Darío Pignatelli

La prevalencia de las cinco reinas, un grupo informal de influencia al que apodan The Quint, lleva como estela un corolario de tácitas reglas de protoloco, ruta de despachos, cuentas preferentes de email, reglas de negociación que ordenan la vida interna de la mayor y más poderosa liga militar del planeta. Aunque no todo es tácito en ese club. Lo es el poder de las reinas fundadoras, pero no lo es el de la "comunidad de los cinco ojos".

'Five eyes only'

Se ha leído en una esquina superior de ciertas notificaciones militares de inteligencia en grandes misiones internacionales, de esas que superan el ámbito atlántico. Los cinco ojos a los que se refiere esa expresión se los han encontrado junto al membrete de notas de aliados oficiales españoles del Ejército de Tierra al leer material clasificado cedido por Estados Unidos en Nayaf, en Kabul, en Bagdad o en Qala i Naw, en los despliegues multinacionales de Irak y Afganistán. Los cinco pares de ojos a los que se refiere son los de Estados Unidos, Reino Unido, Australia, Canadá y Nueva Zelanda.

Esa alianza se remonta al final de la II Guerra Mundial. Es anterior, de hecho, al nacimiento del Tratado del Atlántico Norte. A partir de 1946 los cinco países de raíz anglosajona decidieron compartir inteligencia en el pacto UKUSA. Hoy el acuerdo administra la captación de datos de comunicaciones que se realiza a través de la red de escuchas Echelon.

La OTAN es una alianza mucho más grande, y en ella Australia y Nueva Zelanda solo son amigos observadores desde la otra parte del mundo, pero el peso de UKUSA se deja sentir. "Siempre es posible que en una familia de 31 parientes se acabe enterando de algo antes un primo de Sidney que el hermano de Bucarest", bromea un alto oficial español del Ejército.

No hay mucho que decir ante ese influjo anglo si tres de los integrantes de la comunidad de los cinco ojos destacan en aportación de gasto y capacidades en la OTAN. Y quién tiene presupuesto y medios lo determina todo en la OTAN, bajo el gobierno de tres palabras que empiezan por la letra C.

La "regla de las tres ces"

Es un principio vertebral de la Alianza Atlántica. Son las "ces" de Cash, Capabilities y Contributions (efectivo, capacidades y contribuciones). Jens Stoltenberg le puso el nombre de "the 3 C's" a los pilares de su política para redistribuir las cargas en la OTAN, emanados de un compromiso de inversión de 2014 que llegó incumplido a la cumbre de Madrid y se reactivó el año pasado.

En su momento explicó el secretario general de la Alianza que con el cash se pueden pagar las capabilities (carros de combate, cazas, fragatas, batallones) que se adquieren hoy para contribuir a despliegues disuasorios mañana.

Cuarenta soldados del 173 Reg. del ejército norteamericano llegan a Riga (Letonia) la noche del 24 de febrero de 2022, nada más comenzar la invasión rusa de Ucrania. Posan en una foto doméstica del entonces ministro letón de Defensa, Artis Pabriks.

Cuarenta soldados del 173 Reg. del ejército norteamericano llegan a Riga (Letonia) la noche del 24 de febrero de 2022, nada más comenzar la invasión rusa de Ucrania. Posan en una foto doméstica del entonces ministro letón de Defensa, Artis Pabriks. / EFE

Con las 3 C's evalúa la OTAN a cada aliado. España hasta hoy ha sido aportadora neta en la tercera C -sobre todo de personal-, pero es de las últimas en la primera, y un aliado mediano en la segunda. Para que no se enmarañen las discusiones, la Organización tiene baremado del 1 al 10 el esfuerzo anual de cada aliado en cada uno de esos tres apartados. Un país con fuerzas navales, aéreas y terrestres en estado de perfecta disponibilidad alcanzaría un 10 en la nota.

Tener un diez es mandar mucho en el seno de la organización. No se aprecia igual una mala nota que una buena cuando, en la discusión de un plan, llega la ocasión de romper el silencio.

El BOS o 'break of silence'

Es la herramienta de que dispone un aliado para oponerse a alguna decisión que se esté cociendo en Bruselas. El ministerio de Defensa de España rompió el silencio contra el plan industrial de Stoltenberg el mes pasado, cuando se escluyó a la industria española de un encuentro informal que aún no ha tenido lugar.

Las discusiones circulan en la OTAN por canales de comunicación a menudo silenciosos. La representación de un país hace un papel, los otros 30 socios lo leen, lo evalúan. El embajador proponente puede convocar un 'informal lunch' en su área de despachos para tratar el asunto con otros representantes. Si nadie dice nada en el chat, el asunto sale adelante. Si cosecha un BOS, hay que corregir. Si cosecha varios BOS, la idea no está destinada precisamente a triunfar.

Soldados turcos en un desfile de la Victoria (30 de agosto) en el mauseoleo de Ataturk en Ankara. EFE

Soldados turcos en un desfile de la Victoria (30 de agosto) en el mauseoleo de Ataturk en Ankara. EFE / EFE

En ocasiones el BOS es prólogo del veto. Todos los aliados en la Alianza tienen derecho de veto, pero sobre todo en el papel. Los representantes de Estados Unidos -"que, por cierto, en Bruselas siempre es gente muy cordial", cuenta un alto militar español- tienen poder de convicción sobre un vetante. Tarde o temprano le pueden comentar: "Oye, ¿de verdad váis a vetar eso?"

Y esa pregunta, dependiendo del país, puede tener una respuesta más rápida, más lenta... o a la turca.

La rigidez turca

Es conocida en toda la organización. De todos los representantes que llegan a las reuniones, los turcos -últimamente pasa algo parecido, pero de menor relieve, con los húngaros- son los que más rígidamente han de comportarse, porque para todo necesitan encomendarse a su gobierno.

Así, las conversaciones con los turcos en reuniones entre militares o diplomáticos muchas veces son cordiales intercambios de cumplidos, pero no de preguntas y respuestas. "No tienen mucho margen en Bruselas", comenta un experto de la diplomacia militar española, pues "no pueden apartarse lo más mínimo de la posición de Ankara". Turquía destaca en las tres C's, así que toca esperar sin apremiar.

De esta manera, llegado el momento de intervenir en una reunión, el representante turco leerá un papel, y de su contenido no se moverá si no quiere ser sancionado. Si se le presenta una propuesta sobre su posición... habrá que esperar a que Ankara autorice a su enviado a dar una respuesta. Las reuniones preliminares con altos funcionarios turcos sobre la incorporación de Suecia han dejado, una vez más, sentado ese principio.

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