Cónclave de la Alianza en Vilnius

Ucrania, Suecia y las otras claves de la cumbre de la OTAN en Lituania

Las mayores maniobras aéreas de la OTAN en su historia

Ensayo de una respuesta a Rusia... con mando español

Reunión de ministros de Defensa de la OTAN en la sede de la Alianza en Bruselas. Olivier Hoslet EFE

Reunión de ministros de Defensa de la OTAN en la sede de la Alianza en Bruselas. Olivier Hoslet EFE / Olivier Hoslet EFE

Juan José Fernández

Juan José Fernández

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La de Vilnius no parece destinada a ser una cumbre cualquiera de la OTAN. El primer cónclave que el secretario general, Jens Stoltenberg, presidirá tras la prórroga de su mandato trae asuntos de calado, desarrollo de principios de la Cumbre de Madrid, o derivados de las nuevas exigencias estratégicas, por el cariz que toma la guerra en Ucrania.

De los temas de discusión que se les plantean a los 31 actuales integrantes de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, cinco destacan por su urgencia o trascendencia.  

La incorporación de Suecia

Es probablemente la discusión política más perentoria. No hay precedentes de una incorporación que haya encallado tanto en el veto de un aliado.

La entrada de Suecia está pendiente también de la ratificación final de Hungría, pero es Turquía el escollo principal. El Ejecutivo de Recep Tayip Erdogan llega a la cumbre de Vilnius en una posición muy parecida a la que mantenía en el primer momento de su bloqueo --poco antes de la cumbre de Madrid-- a la entrada del último país escandinavo que a la Alianza Atlántica le faltaba; el estado que, contra su tradición, llama a la puerta desde que los blindados rusas penetraron en Ucrania.

La última ampliación al norte del Atlántico norte no tiene el del Gobierno turco mientras Suecia no cambie su política de asilo. Episodios públicos de islamofobia por parte de la extrema derecha sueca son la causa más visible de disgusto para Ankara, pero hay una cuestión estratégica más profunda que la quema de un Corán ante la gran mezquita de Estocolmo: el refugio que Suecia concede a activistas del PKK, el Partido Comunista del Kurdistán, autor de grandes atentados en Turquía.

Ankara busca que la rama armada del independentismo kurdo no tenga en Europa rincón alguno de acogida. A Suecia no solo la acusa de asilar a miembros del PKK, también de las milicias YPG (Unidades de Protección Popular kurdas), curtidas en la guerra contra el ISIS en el norte de Siria.

Fuentes militares españolas sostienen, sin embargo, que Erdogan podría aprovechar la cumbre para dar un visto bueno, dado que ya no está sometido a la tensión y provisionalidad de unas elecciones.

De todos los trabajos de preparación de la cumbre de Vilnius que está haciendo Jens Stoltenberg, los más intensos son los de animación de contactos bilaterales de funcionarios suecos y turcos. El lunes, incluso, con un encuentro entre Erdogan y el primer ministro sueco, Ulf Kristersson, que deje mascado un pacto que llevar al plenario de la cumbre.

La relación con Ucrania

Si Ucrania fuese un país OTAN, el 24 de febrero de 2022 probablemente se habría declarado la III Guerra Mundial previa activación por Kiev del artículo 5 del Tratado del Atlántico Norte. Por eso no es concebible hoy una incorporación de Ucrania a la Alianza --como se empezó a diseñar en la Cumbre de Bucarest de 2008--, ni tampoco un despliegue de personal occidental en el frente del Donbás o de Zaporiya ante Rusia.

Y, sin embargo, Ucrania en un año ha tomado un aspecto OTAN, si no en la totalidad de su equipo, sí en usos, doctrina, comunicaciones, inteligencia y armamento, por el efecto de la enorme acumulación de material y asesoramiento occidental ante la agresión rusa.

Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN, con el presidente ucraniano Volodimir Zelensky en Kiev el pasado 20 de abril.

Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN, con el presidente ucraniano Volodimir Zelensky en Kiev el pasado 20 de abril. / DPA via Europa Press

A esa realidad se responde con una forma relativa de inclusión: el NATO-Ukraine Council, embrión que debe quedar ratificado políticamente en Vilnius. De la misma manera que antes del actual retorno a la guerra fría hubo un Consejo OTAN-Rusia, la Alianza implementa un Consejo OTAN-Ucrania.

Ya hace tres semanas que, a nivel ministerial, los aliados examinaron la actividad de la NATO-Ukraine Comission, o NUC, creada en 1997, el foro paso previo a la creación del Consejo. En esa comisión Ucrania vota como los demás, participa en el "politic framework" y, en ese marco de trabajo político recibe documentos sobre materias medianamente clasificadas.

Es una forma de colaboración muy similar a la que llegó a tener Rusia con la OTAN antes de la crispación que inauguró Vladimir Putin en 2014 tomando Crimea con sus "hombrecillos verdes".

Moscú accedía no solo a documentación, también se adiestraba con Occidente. En España, sin ir más lejos, hubo rusos en el ejercicio naval Bold Monarch de 2011. Se ensayaba un salvamento del personal de un sumergible. Rusia aportó la esclusa de submarino, la avanzada campana de rescate CK-84. En aguas de Cartagena, los buzos rusos se sumergieron mano a mano con los de la OTAN.

DDA reforzada: más dientes que enseñar

Más soldados en alerta en las fronteras con Rusia, con más defensa antiaérea, más artillería y más blindados. Lo exigen los aliados del este de Europa. La cumbre española de 2022 valoró que el nuevo escenario en Europa precisaba una disuasión más dura ante una Rusia al que el Concepto Estratégido de Madrid devuelve el calificativo de "amenaza".

"Madrid convirtió en doctrina cosas que ya se estaban haciendo tras arrancar la invasión rusa --explica uno de los altos oficiales consultados por EL PERIÓDICO--. Ahora Vilnius convertirá la doctrina en planes militares".

Los aliados del este --principalmente Polonia y los bálticos-- llegan pidiendo plasmación concreta del refuerzo de la llamada DDA (Deterrence and Defence of Euroatlantic Area). "Reclaman que los planes regionales de Disuasión y Defensa señalen qué unidades están asignadas y su estado de alistamiento -explica una de las fuentes mencionadas-. Hasta ahora son planes "sin demasiada granularidad conceptual".

Maniobras de la OTAN en Evenes, Noruega, con soldados fineses y suecos, en marzo de 2022.

Maniobras de la OTAN en Evenes, Noruega, con soldados fineses y suecos, en marzo de 2022. / Yves Herman REUTERS

En marzo de 2022 la OTAN desplegó misiones de presencia blindada y policía aérea del Báltico, y batallones en Bulgaria, Polonia, Hungría, Rumanía y Eslovaquia. Ahora quiere aumentar capacidad y tamaño. Capacidad: que la Fuerza de Respuesta pueda reaccionar en un máximo de cinco días. Tamaño: de batallón a brigada.

Vilnius le dará una vuelta de tuerca al grado de alistamiento y capacidad de reacción de las fuerzas. Y eso para España implica tener la unidad que se señale en stand by, municionada y preparada con pertrechos como para actuar durante 30 días de guerra a partir de la llegada de una NTM, la Notice to Move.

Esa previsión afecta a una lista con cinco categorías: 1, comida; 2, repuestos y equipos; 3, combustible; 4, elementos de fortificación; y 5, munición. "O sea, una tabla excel enorme", resume un alto oficial.

En la negociación entre aliados hay un trabajo que nadie elige: la logística. "Es trabajosa, es compleja, es cara… Y, si por lo menos es para los tuyos… pero si lo haces para otro tampoco controlas del todo el empleo de los recursos", sentencia.

Nueva estructura de mando

Asignar medios para disuadir a Rusia implicará una Conferencia de Generación de Fuerza: tras la decisión política, los jefes de Estado Mayor de cada país sentados para repartir la tarea.

De esa conferencia ha de salir una CJSOR, o Combined Joint Statement of Requirements, declaración combinada conjunta de requisitos: cuánta gente, cuántos medios, cuánto capital.

Influirá en el cálculo la nueva estructura de mando con la que Estados Unidos --sobre todo-- quiere una OTAN más agil. Se trata de que los políticos tengan un acceso más rápido al asesoramiento militar, "y eso pasa por simplificar la información", apuesta una de las fuentes militares.

Los militares norteamericanos, preocupados por la rapidez de los ataques en la guerra híbrida, presiona para que la toma de decisiones sea más rápida, acelerar el NCRS (Nato Crisis Response System), y eso implica restar tiempo a la política.

Los aliados del núcleo duro europeo (Francia, Italia, Alemania, España…) son menos partidarios, y más de una reunión formal del Consejo del Atlántico Norte antes de la activación de cualquier plan de operaciones. En Vilnius pueden argumentar que durante la crisis por la caída de un misil en territorio polaco, en noviembre, los políticos reaccionaron con rapidez.

Jens Stoltenberg y el líder turco, Recep Tayyip Erdogan, en la cumbre de Madrid, en junio de 2022.

Jens Stoltenberg y el líder turco, Recep Tayyip Erdogan, en la cumbre de Madrid, en junio de 2022. / José Luis Roca

Para una nueva estructura de mando lista en julio de 2024, se presenta en Vilnius otro escollo turco: Ankara no aceptará una región militar OTAN en su zona sin que el Cuartel General esté en su territorio.

Más infraestructuras para defenderse

La OTAN ha crecido al este con más velocidad en los papeles que en el terreno. Cuando consideró a Rusia amigo fiable, la Alianza pospuso el desarrollo de infraestructura militar hacia la frontera este. Ahora corre prisa.

En Madrid se abocetó un Programa de Mejora de Infraestructuras, y en Vilnius se avanzará: en caso de un despliegue masivo en el este, la OTAN necesita grandes vías de comunicación, aeropuertos ampliados, puertos más hondos y larguísimos oleoductos.

El modelo es el Rotaza, la tubería de combustible Rota-Torrejón-Zaragoza, principal arteria militar de España. No hay un oleoducto de ese tipo entre la costa holandesa, por ejemplo, y la frontera norte de Rumanía.

Sin oleoducto, dar de beber a un gran despliegue bélico en el este implicaría un interminable flujo de camiones cisterna por Europa. Se ha tomado nota del bloqueo de carros rusos por falta de combustible en las carreteras urcranianas al poco de comenzar la guerra.