Debate estratégico en Defensa

La Armada se prepara para la guerra en el fondo del mar

Multimedia: Así será el hidroducto Barcelona-Marsella

Marinos del buque de rescate Neptuno operan el robot Scorpio 03, capaz de bajar a 600 metros de profundidad

Marinos del buque de rescate Neptuno operan el robot Scorpio 03, capaz de bajar a 600 metros de profundidad / M. Defensa

Juan José Fernández

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Primero creó Defensa su Mando Conjunto del Ciberespacio. Después amplió los objetivos del Ejército del Aire rebautizándolo Ejército del Aire y del Espacio. Ahora, tras abarcar las Fuerzas Armadas el dominio ciber y el dominio ultraterrestre, le toca a la Armada ampliar sus misiones a un dominio hasta ahora inaccesible: el lecho marino. La Armada debate sobre las amenazas para España en el fondo del mar y cómo atajarlas -informan fuentes ligadas a la política de Defensa- ya sea bajo mando del actual almirante de Acción Marítima (ALMART, con base en Cartagena) o, si es necesario, creando un mando naval específico.

Defensa ya mira a más de 1.000 kilómetros hacia arriba, pero aún no ha conseguido seguir qué ocurre más allá de los 1.000 metros bajo el agua. Casi ningún país puede patrullar a gran profundidad, pero estar en ese espacio de soberanía es una necesidad estratégica cada vez más crucial: el 98% del flujo de datos de internet llega a España por cable submarino; quien cortara ese caudal golpearía al 98% de nuestras transacciones financieras internacionales.

Esta preocupación de Defensa está ligada también al desarrollo de importantes infraestructuras. El gas de Argelia arriba por un gasoducto sumergido; los planes de parques eólicos marinos -pronto la primera subasta para Canarias- prevén anclar molinos en el fondo oceánico; y la apuesta energética disruptora del país, el hidroducto BarMar, pasa por llevar dos millones de toneladas de hidrógeno verde al año de Barcelona a Marsella por un vulnerable tubo de 28 centímetros de ancho a lo largo de 455 kilómetros y con 2.500 metros de agua del Mediterráneo por encima.

Ese proyecto estratégico del Gobierno refuerza la convicción de asesores civiles y militares de Defensa de ampliar la capacidad sobre el más intransitable de los dominios militares. “Nos jugamos demasiado como para llegar tarde, y la ampliación de la inversión en Defensa es la oportunidad”, comenta a EL PERIÓDICO un miembro de la cúpula de las Fuerzas Armadas de los que opinan en materia de adquisiciones.

Pruebas del robot submarino Leopard en Cartagena, el pasado 14 de junio.

Pruebas del robot submarino Leopard en Cartagena, el pasado 14 de junio. / Juan D. González

El debate cobra premura desde que quien reventara bajo el Báltico el gasoducto Nordstream 2, en septiembre pasado, demostrara una inquietante doble capacidad: sigilo en el sabotaje e imposibilidad de atribución. Los sismógrafos acreditaron que fue una explosión, pero no hay aún informe público que asevere quién apretó el detonador.

Misión anti RURP

En la Armada, la discusión está aún “en el escalón teórico y de intercambio de papeles”, refiere la citada fuente. “España y también la OTAN y la UE están pensando en darle más resiliencia al sistema -confirma el capitán de Navío Miguel Cuartero, jefe de la Sección de Planes Estratégicos del Estado Mayor de la Armada-. Se aborda el problema de la protección de estas infraestructuras, no solo en el lecho marino, también en su llegada a tierra”.

Hay certezas de partida: la primera, que la defensa de ese dominio solo puede ser robótica, es el único territorio español que no pueden pisar los humanos; la segunda, que por ser tan amplio el territorio sumergido y tantas las infraestructuras, antes debe haber una decisión política sobre qué y cuánto es prioritario custodiar. Eso atañe no solo a Defensa, también a los ministerios de Economía, Industria, Transición Ecológica, Interior y la propia Presidencia del Gobierno.

Un buzo de la Armada, alcanza el lecho marino durante un entrenamiento en Cádiz.

Un buzo de la Armada, alcanza el lecho marino durante un entrenamiento en Cádiz. / Armada

Desde que comenzó la invasión de Ucrania, van media docena de ocasiones en que efectivos de la Armada han detectado y ahuyentado embarcaciones rusas que merodeaban en la vertical de cables españoles sumergidos, esa actividad de barcos pescadatos que técnicamente llaman RURP, como ya adelantó EL PERIÓDICO.

Sobre la necesidad de vigilar más el fondo marino advertirá la próxima Estrategia de Seguridad Marítima Nacional, que edita el Departamento de Seguridad Nacional, adscrito a Moncloa. La última editada es vieja: data de 2013; por entonces Rusia aún era considerada actor fiable por la OTAN y Crimea todavía era territorio de Ucrania. Esta guía, que hablará con más énfasis que nunca del lecho marino, era de inminente aparición, pero su salida al público se ha pospuesto al cruzarse por medio la convocatoria de elecciones.

Robot catalán

Desde el punto de vista de la seguridad, España tiene dos tipos de infraestructuras: las esenciales y las críticas. A la segunda categoría pertenecen aquellas, como el gasoducto España-Argelia o los cables de datos, sobre las que un ataque provocaría un impacto sistémico en el país.

Hasta hoy la Armada defiende las infraestructuras sumergidas con “operaciones de presencia, vigilancia y disuasión”, explica Cuartero. Está impartida, de hecho, una orden permanente de vigilancia de cualquier buque que opere cerca de cables o gasoductos.

Pero para la intervención subacuática solo hay un barco principal disponible, el Neptuno, con base en Cádiz, fabricado en 1975, que lleva el robot Scorpio 03, capaz de operar a 600 metros de profundidad. Y se tira de los cazaminas, cuyo límite de actuación es 200 metros, de buques hidrográficos o de los buceadores especialistas en explosivos sumergidos, que pueden trabajar a un máximo de 90 metros. De ahí que sea tan acuciante la espera del nuevo BAM IS (Buque de Acción Marítima e Intervención Subacuática), pensado para el rescate submarino profundo.

El nuevo buque se ha encargado al astillero de Navantia en Puerto Real (Cádiz), e irá dotado con el Leopard. No se trata en este caso de un carro de combate, sino del robot submarino del mismo nombre que fabrica la sueca Saab, adquirido y probado ya en Cartagena, y que aportará a la Armada por primera vez capacidad de intervenir a 3.000 metros bajo el agua.

Entre tanto, los cazaminas y buques hidrográficos operan con un invento catalán. Es un dron, se llama Sparus II, es barato y baja a 200 metros. Lo desarrolla la firma gerundense IQUA Robotics, nacida de un proyecto científico en la Universidad de Girona.

Un investigador de la Universidad de Girona, con un prototipo del robot submarino Sparus II.

Un investigador de la Universidad de Girona, con un prototipo del robot submarino Sparus II. / Universidad de Girona

El BAM IS es una apuesta clave de Defensa, paralela pero no simultánea a la del submarino S81, en un país que ya ha probado los efectos de la guerra en el fondo del mar. El primer ataque de Estados Unidos en su conflicto con España en 1898 fue, precisamente, el corte de un cable telegráfico que unía a Cuba con su metrópoli.

Los peligros

Antes de decidir si ha de crearse un Mando del Lecho Marino o si basta con la estructura existente, “España tendrá que determinar los elementos críticos del sistema”, calcula el jefe de Planes Estratégicos del Estado Mayor de la Armada, y, al igual que hay un Plan Nacional de Infraestructuras Críticas, determinar qué es crítico en el mar y qué no.

Después de la decisión política, hay que abordar también problemas añadidos, “como el de qué legalidad se aplica a lo vigilado en aguas internacionales, pues ahí la legislación es más difusa”, opina.

La ley es difusa, pero las amenazas cada vez son más nítidas. Una de ellas, terrorista: en Amazon, sin ir más lejos, se venden UUVs, (Unnamed Undersea Vehicles o vehículos submarinos no tripulados) capaces de descender de 50 a 100 metros por no más de 3.000 euros.

En el fondo del mar es un reto “la dificultad de la atribución de los hechos”, explica Cuartero. Ahí abajo, en caso de sabotaje, “es difícil recolectar y analizar las evidencias de lo ocurrido”. Y eso convierte al fondo marino en “un ámbito muy propicio para la aplicación de estrategias híbridas en zona gris”.

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