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A Xavi le ha salvado su astucia

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¿Hablan demasiado los entrenadores?

Laporta guiña el ojo a los grupos de opinión

Laporta abraza a Xavi en la rueda de prensa en la que anunció la continuidad del técnico.

Laporta abraza a Xavi en la rueda de prensa en la que anunció la continuidad del técnico. / Jordi Cotrina

Albert Guasch

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En realidad, Xavi Hernández nunca quiso irse. La frustración y las críticas le minaron la moral. Pero irse de verdad, cabe dudarlo. Y ha logrado continuar como entrenador azulgrana gracias a una serie de jugadas, que algunos llamarán mentiras, pero que aquí en este rincón preferimos calificar de astucias.

Fue hábil adelantándose al despido que se cocía tras la debacle ante el Villarreal (3-5), a finales de enero. El equipo chirriaba por todas partes, escuchó que había una reunión en ciernes en Montjuïc de Laporta y los suyos y se inventó la dimisión en diferido. Se inventó más cosas, como que tenía decidido retirarse desde principios de temporada. El caso es que paró el golpe.

Xavi mantuvo en público su decisión en cada una de sus comparecencias. Parecía irrevocable, por tantas veces como la repitió. Hasta esta semana. Todo el mundo tiene derecho a cambiar de opinión, se dice; rectificar es de sabios, recordó él. Cierto. Es legítimo cambiar de opinión sobre algo que se ha dicho una o dos veces. Cuando se rectifica sobre algo que se ha defendido en infinidad de ocasiones, lleva a pensar que en verdad todo era una estrategia para hacerse rogar y alcanzar el objetivo logrado en el ático del presidente, que es la continuidad. Muy zorro.

La venda de los árbitros

Otra triquiñuela del técnico: hacer creer que si el Barça no figura en las semifinales de Champions fue por culpa de los árbitros. Y que está fuera de la lucha por la Liga por lo mismo. De tan reiterado, es un argumento que se ha comido el análisis del juego. Lo ha comprado Laporta, como se vio en ese vídeo sorprendente en que habló de una repetición del clásico. El fútbol inconsistente del Barça de Xavi, después de casi tres años en el cargo, ha quedado blanqueado.

El ruido sobre los arbitrajes y los videoarbitrajes, mejorables en algunos momentos, parece una venda en los ojos que ha tapado lo que debería ser lo fundamental: la progresión del equipo, su solidez, su competitividad. Ya no hablamos de títulos. Por las palabras del presidente, hay que creer que predominan las interpretaciones benevolentes. Ojalá ser un confidente de Deco para saber lo que piensa de verdad.

Por cierto, pasó desapercibido, pero en la rueda de prensa del jueves Xavi pareció devolverle la pulla sobre el ADN a Luis Enrique al afirmar que “a nivel táctico estuvimos mejor que el PSG”. Es su mirada particular. Debatible. Dijo lo mismo tras el 2-4 del Girona en Montjuïc.

El discurso vibrante

Otro golpe de habilidad: saber transmitir al presidente y al corrillo que le rodea de que se ve capaz de hacer crecer al equipo con todos los jóvenes que ha amamantado, de que tiene ganas y de que es más culé que nadie. Dijo que le bastaron tres minutos para convencer a los presentes y a Laporta en particular, única opinión que cuenta de verdad.

Pese a lo filtrado en las semanas previas, no puso condiciones, básicamente porque carecía de la fuerza para imponerlas. Laporta, emocional como se ha vuelto, se abrazó al discurso palpitante y se olvidó de la idea que tenía de tomarle la palabra de enero.

Si aparte de barcelonismo de cuna e ilusión, Laporta es capaz de ver en Xavi a un entrenador que ha adquirido experiencia y con capacidad de estructurar de una vez al equipo, entonces la decisión de otorgarle la continuidad está bien tomada.

Abundan los escépticos, pero los escépticos no se la juegan con las decisiones. A ver qué ocurre en las próximas jornadas de Liga. ¿Alguien se imagina una serie de tropiezos y acabar tercero, por detrás del Girona? ¿Cabe un nuevo giro de guion? No, claro que no. Xavi, astuto él, sabría cómo abortarlo, ¿no?.