ENTREVISTA A ANA LILIA PÉREZ, periodista mexicana

"Los cárteles mexicanos ven a España como una vía de negocio"

Los trabajos de investigación de esta reportera entre Estado y narcotráfico, recogidos en varios libros, le llevaron en el 2012 a vivir dos años en el exilio por las amenazas

Ana Lilia Pérez, periodista mexicana

Ana Lilia Pérez, periodista mexicana / periodico

Kim Amor

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La periodista mexicana Ana Lilia Pérez lleva años investigando las conexiones entre el narcotráfico y el Estado mexicano. Autora de varios libros y Premio Nacional de Periodismo de México ha recibido amenazas de muerte y ha vivido en el exilio. La reportera, de 42 años, ha participado en Barcelona en el seminario “Drogas, políticas y violencias” organizado por el Institut Català Internacional per la Pau (ICIP) y Casa América Catalunya

Ser periodistas en México se ha convertido en una profesión de alto riesgo ¿cómo se puede aguantar esta presión?

Es muy difícil abordar temas relacionados con grandes intereses económicos. Se habla mucho de México como el país más peligroso para los periodistas por el narcotráfico. Pero no son siempre los narcotraficantes los que matan a periodistas. Hay agentes del Gobierno, funcionarios públicos que se benefician de las operaciones criminales. Recuerdo un grupo de colegas franceses que llegaron a México tras haber cubierto las guerras en Oriente Próximo y me dijeron que aquí era más peligroso porque no sabes de quien cuidarte. Eso es lo que sentimos exactamente los periodistas de México.

En tus libros hablas de la infiltración de los cárteles en Pemex, la industria estatal del petróleo…

Fui la primera periodista en México que empezó a documentar esta conexión, y de eso hace diez años. Los grupos criminales se dedicaban a robar la gasolina, el petróleo, hasta el gas de los pozos de forma clandestina. Llegaron a competir incluso con la empresa del Estado. Dudé en publicar el libro. Ya tenía toda la documentación, incluso como algunos de los militares encargados de la seguridad de Pemex, estaban colaborando con el cartel de los Zetas en esos robos. Tuve mucha presión para que no publicara esa información, pero en el 2011 salió mi libro 'El cartel negro'.

¿Y qué pasó?

Recibí muchas amenazas. Me pusieron escolta, llevaba un GPS y tomé todas las medidas de seguridad posibles, pero no fue suficiente. En el 2012 me vi obligada a salir de México con el apoyo de una fundación para perseguidos políticos de Hamburgo que me dio asilo. Me quedé allí dos años. Huí del Gobierno y de los narcos, de los dos.

¿Y por qué volviste?

Yo había investigado mucho los vínculos de corrupción en los gobiernos de los expresidentes Vicente Fox (2000-2006) y Felipe Calderón (2006-2012). Pero en México había habido un cambio de gobierno. Vivir en calidad de asilada es bien complicado. No estás en tu entorno. Quizá fue algo osado pero decidí seguir mi camino como periodista. Ahora tengo protocolos de seguridad, pero no acepté protección personal. Una de las personas que me hizo de escolta antes de marcharme a Alemania resultó ser miembro del cartel de los hermanos Beltrán Leyva y ahora está preso ¿De quién te puedes fiar?

¿Hasta qué punto pues el narcotráfico está infiltrado en las estructuras del Estado?

Totalmente. Ahora mismo encuentras declaraciones de funcionarios públicos que admiten esa conexión entre los carteles y el robo de petróleo, por ejemplo. Si consultas la prensa en México, todos los días hablan del robo de combustible. Esta práctica en México se conoce como 'Huachicol'.

¿Está perdiendo México la guerra contra los cárteles?

Desde hace mucho tiempo porque los propios agentes gubernamentales en vez de combatir a los cárteles se han aliado con ellos. En México hay alcaldes cuyas campañas políticas las han pagado los narcos. México vive en una narcopolítica mucho más letal que la que vivió Colombia en los años ochenta.

En tu libro 'Mares de cocaína' documentas el narcotráfico por mar ¿Qué hace que las rutas marítimas sean tan atractivas para los cárteles?

Explorar estas rutas para transportar no solo drogas sino todo tipo de mercancías ilícitas ha sido lo que ha permitido a las organizaciones criminales mexicanas expandirse tanto por diversas partes del mundo. Han sabido aprovechar la expansión del libre comercio, la globalización. El gran trasiego de droga se hace por barco y gracias al desarrollo que ha tenido en los últimos años el transporte por contenedores. No hay ni un solo puerto en el mundo que revise el 100% las cargas de sus contenedores. Ningún puerto tiene esa capacidad logística. Hay que tener en cuenta además que la propia norma de comercio no permite abrir un contenedor sin una orden judicial porque es propiedad privada. De lo que estoy hablando es de cómo una estructura ilegal utiliza operaciones legales de comercio internacional para crecer en su negocio. También utilizan embarcaciones de recreo. Lo que hacen en tiempos de verano es distribuir la carga en cantidades menores en este tipo de embarcaciones. Te pueden revisar un barco, dos, pero todos no. 

¿España sigue siendo el principal país de entrada de droga por vía marítima en Europa?

Lo sigue siendo pero también hay otros puertos de entrada importantes, como Amsterdam. A España se la ha identificado como la bodega de la droga en Europa. Siempre ha jugado un papel importante para las organizaciones criminales colombianas y más recientemente mexicanas. España siempre se ha visto como una vía para hacer negocio con organizaciones criminales, y las mexicanas lo han visto así. El cartel de Sinaloa, por ejemplo, ha enviado gente directa para buscar y hacer operaciones. En España, por ejemplo, se confiscó el primer cargamento de droga que viajó soldado en la parte inferior del casco de un buque. Pero también viene la cocaína mezclada con café o con semillas. Para que la estrategia de ruta marítima tenga éxito es necesario que el narcotraficante cuente con la colaboración de otros actores en el mundo que formen parte de la economía formal, como dueños de los barcos, agentes de aduanas que permiten que entren las cargas o capitanes de puerto…

Tus investigaciones no se olvidan del eslabón más bajo del narcotráfico…

Hay un caso que suelo explicar, el de un patrón que dejó a la deriva un barco con la tripulación a bordo y que no tenían como sobrevivir. Se alimentaron de perros que tenía en el buque que engordaban con ratas. Estas son las condiciones en las que a veces están esas tripulaciones. En México, por ejemplo, o en puertos del Caribe se les contrara por sueldos miserables y es la gente que al final acaba en la cárcel. Son los que acaban pagando por todo el grupo criminal. Hace poco conocí a un capitán de un barco que estaba en huelga de hambre para que la justicia agilizara su caso. Cuando se resolvió, después de mucho tiempo, solo le quedaba regresar a su casa a morir.

¿Legalizar la droga serviría para desactivar a los cárteles?

Me viene a la memoria una declaración que oí de uno de los jefes de los Zetas y que decía que ahora se dedicaban sobre todo a robar petróleo porque el negocio de la droga andaba flojo. El narcotraficante trafica con drogas no porque le interese que la gente se drogue. Para el traficante se trata de un negocio. Y así como trafican con drogas, lo mismo pueden hacer con joyas, armas o personas. Ellos lo ven en función del negocio en sí.