Pasarela viajera de la Maison

Louis Vuitton sella su idilio con Barcelona con un desfile ¡magnifique! plagado de 'vips' en el Park Güell

El edén de Gaudí, tesoro de la capital catalana, que cada año visitan más de cinco millones de personas, fue el escenario elegido por Nicolas Guesquière para presentar la colección Crucero 2025 de Louis Vuitton, una oda opulenta y distópica, que han seguido con devoción 600 invitados vip (desde Sophie Turner a Pharrell Wiliams o Jaden Smith)

MULTIMEDIA | Los 9 desfiles Crucero de Louis Vuitton antes de llegar a Barcelona

Louis Vuitton presenta en el Park Güell su colección 'Crucero 2025'

Louis Vuitton presenta en el Park Güell su colección 'Crucero 2025' / ZOWY VOETEN / VÍDEO: EFE

Laura Estirado

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Había una pequeña probabilidad de lluvia y atronada. Nada, nada... Ni agua ni truenos interfirieron en la presentación de la colección Crucero 2025 de Louis Vuitton que Nicolas Ghesquière había soñado mostrar en Barcelona. Según el director creativo de la línea de mujer, la Maison y la capital catalana "están unidas por un vínculo de pasión creativa que llevan en su ADN". Al diseñador francés, de 53 años, que llegó a la firma del icónico monograma en 2013 tras catapultar Balenciaga -que entonces languidecía-, le gusta organizar cada año un desfile viajero, fuera del calendario de las 'fashion weeks', un 'show' con la ropa para las vacaciones. Lo llama "el arte de viajar".

Los uniformes vacacionales para la próxima temporada, ya les avanzo, se vuelcan en los blancos, neutros y negros y dejan solo para algún vestido y falda globo los los klein, fucsias o verdes botella.

Pasarela de famosos

Antes de que hicieran aparición las modelos, ya hubo una 'pasarela' de famosos, arrimados e invitados llegados hasta el la zona alta con sus mejores trapitos (muchos con las iniciales LV y el famoso Monogram de la casa). A pesar de la aparatosidad del montaje en el Park Güell, cerrado hace días para transformarse en una pasarela viviente -lo que ha indignado a varias decenas de vecinos-, el desfile Crucero dicen tiene un tamaño 'reducido'. En lugar de los más de mil espectadores que van a París, esta tarde lo seguimos 600 invitados, distribuidos antes del desfile por los jardines del edén barcelonés.

Vimos aguantar las copas de Ruinart y tantear los canapés (crujiente de tomate y anchoa, y olivas deconstruidas y oreos con parmesano), a 'it girls' como Gala González o el entrenador del Barça, Xavi Hernández y su mujer, la periodista Núria Cunillera. En otra zona más cercana a la sala Hipóstila del parque (bajo las columnatas que coronan la escalinata del famoso dragón con recubrimiento de trencadís), trataban de esquivar las cámaras los 'supervips' de la noche: Victoria Federica reía y gesticulaba mucho muy cerca de Jaden Smith -el hijo rapero y también actor de Will Smith-, que no se pierde un desfile de su amigo Ghesquière.

Sonaron los primeros acordes y el dron que grababa todo el jolgorio tronaba arriba y abajo. ¡Todos al salón!

Se acomodaron en sus bancos serpenteantes (el ambiente escenográfico era obra de James Chinlund, y la música, Music for Chameleons, de Gary Numan, y Madame Butterfly, de Malcolm McLaren) Ana de Armas, Léa Seydoux, Sophie Turner, Jaden Smith, Chloë Grace Moretz, Shay Mitchell, Jennifer Connelly, Ester Expósito, María Pedraza, Nicole Wallace, Anna Castillo, Victoria Federica, Mina El Hammani... Se hizo de rogar Pharrell Williams, el músico policreativo y director artístico de la línea masculina de Louis Vuitton, que llegó con una cohorte de 'gorilas', con un chándal gris superestiloso y su inseparable gorro de cowboy. Y aunque no vimos ni a Emma Stone ni a Cate Blanchett ni a Zendaya (snif), que suelen ir a los Cruceros, sí que vino el patrón de todo el encuentro, Bernard Arnault, el hombre más rico del mundo, y la patrona de Inditex, Marta Ortega y su marido, Carlos Torretta.

Victoria Federica y su padre, Jaime de Marichalar, en el desfile.

Victoria Federica y su padre, Jaime de Marichalar, en el desfile. / ZOWY VOETEN

De postal

Justo cuando comenzaba a caer el sol, empezó el desfile, que también disfrutaron los diseñadores Custo Dalmau, Juan Avellaneda, el 'Cholo' Simeone y la modelo Eugenia Silva. El Park Güell era una postal al atardecer. Ni en los mejores sueños Ghesquière hubiera imaginado un escenario igual. Por algo esta joya modernista de Gaudí es uno de los mayores tesoros de la capital catalana, y la visitan cada año más de cinco millones de personas.

En los últimos años, la Maison que en 1854 ya fabricaba baúles y bolsos ha elegido icónicas localizaciones de gran relevancia arquitectónica, como la casa de Bob & Dolores Hope en Palm Springs o Isola Bella en el Lago Maggiore, entre otras, para mostrar sus diseños y complementos para el tiempo del relajo. Sin embargo, en los más de 25 años que lleva haciendo 'ready-to-wear', esta es la primera vez que el sello francés organiza un desfile en suelo español. Algo nada casual, pues la firma emblema de LVMH, el conglomerado del lujo que preside Arnault, también patrocina la 37ª Copa América de vela, cuyo nombre oficial es America's Cup Louis Vuitton, y que también se celebrará en la ciudad del 22 de agosto al 21 de octubre.

Fantasía distópica

El "maestro del eclecticismo", el renovador de la silueta femenina, al que le encanta mezclar referencias deportivas y callejeras con sastrería precisa; vanguardia, sofisticación y frescura, ha traído a Barcelona una colección que se ha mimetizado a la perfección con el Park Güell, llena de 'looks' orgánicos y distópicos. "Como si rindiera homenaje a tan opulenta pureza, el espíritu riguroso de la Maison abraza el carácter apasionado del país. El fervor de sus colores, su fidelidad a la tradición elevada a expresión artística, oscuridad y luz que nunca parecen contradictorias", ha explicado Ghesquière en una nota que acompañaba al desfile.

Una definición bastante etérea para un colección Crucero 2025 realmente palpitante, que ha puesto a Barcelona en la cúspide del mapa internacional de la moda (como hizo Dior con Sevilla hace dos años).

Las prendas, que no estarán a la venta hasta noviembre, destacaron por mezclar texturas (marca de la casa) y siluetas antiguas y postmodernas. Vimos pieles repujadas con texturas variadas y fruncidas en faldas y vestidos abullonados, mucha hombrera ochentera (otro fetiche de Ghesquière), abrigos-capas con el logo de la casa francesa por todas partes, popelines y rasos, transparencias con flores (muchas flores), originales botas con flecos y bolsos con el Monogram estampado. Y aunque hubo algún sombrero sevillano de ala plana, el guiño a Barcelona y al Park Güell fue un estampado trencadís que adornó una falda. ¡Magnifique!