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Parla: cuando no eliges dónde vivir

Vídeo de promoción de Entre Todos. / periodico

Vivo en Parla, ciudad dormitorio en pleno secarral suburbial de Madrid. Parla es fea, multicultural, y donde es más barato tomarse una caña que en Madrid, pero donde no encuentras nada digno que la acompañe. No busques, no hay. Tampoco una casa de comidas decente. No hay. Y no estoy hablando de diseño, que tampoco, ni de estrellas Michelin. Así que sí, comer mal o tomarte una fritanga o mala tapa en Parla es más barato y fácil. No hay donde elegir, así que no hay nada que buscar.

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Tampoco hay ocio u oferta cultural más allá de una pequeña obra teatral algún esporádico domingo por la tarde. Así que toca buscarse un gran centro comercial tipo Parquesur o Nassica y ver el nivel cultural heterogéneo y lo que puede aportarte, pues ni siquiera aguanta el tipo el obsoleto y liliputiense centro comercial que tenemos en Parla.

No sería justo decir que no hay nada, que Parla es un erial. Tenemos nuestro hogar, un casillero de ladrillo en un edificio que ya se erigió feo y que ahora está lleno de cicatrices estéticas en forma de antenas parabólicas, aires acondicionados y anárquicos cerramientos.

¿Por qué Parla? Porque al igual que la inmensa mayoría de mis vecinos, en Parla vivimos las personas con menos recursos en todos los sentidos y porque, si los tuviéramos, no viviríamos en Parla  o en su día hubiéramos elegido Madrid o Getafe. Pero no pudimos, y para algunos o ya es tarde o se han acomodado o sigue siendo inalcanzable semejante gasto a estas alturas de su vida.

Los que vivimos ahora o desde hace unos años en Parla no lo hacemos porque "nos compense" aguantar atascos kilométricos de ida y vuelta y se nos vayan 10 años de vida, según dicen las estadísticas, en la carretera y el trabajo nos obligue a ir a Madrid. Es justo al revés. Volvemos a Parla porque no podemos quedarnos en Madrid.

Nuestros hijos insisten en que nos marchemos, aunque tengan que cambiar de colegio, pero su padre y yo tenemos que dibujarles un mundo virtual prometedor y utilizar las excusas más peregrinas para convencerles de que estamos atrapados en Parla, ese lugar en el que acabas cuando no puedes elegir dónde vivir.

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