Como muchos otros compañeros sanitarios, he caído en trinchera. Agradezco que el aumento de las medidas de restricción se hayan concedido. Pero seguimos con otros muchos problemas: material, tests de detección, medicación… Cada noche a las ocho me reconfortan los aplausos de las personas: "Muchas gracias”. Pero, al mismo tiempo, desde la incertidumbre de mi aislamiento, solo leo noticias poco alentadoras.
El pueblo español lo está pasando francamente mal: pérdida de familiares, miedo a lo desconocido, expedientes de regulación de empleo, reducciones de jornada… Creo, con todo mi respeto, que la gestión política no está a la altura del esfuerzo y del ejemplar comportamiento que está dando la ciudadanía. Los políticos, los expresidentes de gobierno y de comunidades autónomas y los grandes empresarios deberían predicar con su ejemplo, y sería un gesto de honestidad, en estos momentos tan difíciles, que los primeros se aplicaran un erte, que los segundos suspendieran temporalmente sus prestaciones vitalicias y que los terceros se implicaran y apoyaran las medidas sanitarias.
Todo ello tiene un doble fin: uno moral y otro material: dotar de recursos y contribuir a la mejora de las prestaciones sanitarias. Esperando recuperarme pronto para volver a primera línea, reciban un cordial saludo. No duden de que venceremos.