"Los jueces del Supremo, ¿profesionales o chapuceros?"

Cuando uno es un profesional, un médico por ejemplo, que se ha dedicado la vida entera a formarse y a ejercer una labor en la que cree y de la que está orgulloso, lo peor que le puede ocurrir es que le demuestren que es tan mal profesional que no merece vestir la bata blanca. Lo comento porque debe ser muy duro para los jueces del Tribunal Supremo (TS), que puedan venir sus compañeros europeos (jueces independientes de verdad y no políticos corruptos ni periodistas afines) a analizar sus actuaciones hacia los presos políticos catalanes.

El ridículo de las órdenes de extradición fue un aviso; el anuncio de que al TS se le controlaba por la puerta de atrás causó vergüenza, pero que la UE devuelva la inmunidad a Puigdemont, Comín y Ponsatí y que dos jueces del TC aseguren que se han vulnerado derechos fundamentales debería hacer pensar a toda la ciudadanía en qué jueces tenemos.

Además, los presos ya pueden reclamar a la justicia europea, corriendo el riesgo de que esta le diga al TS (no al juez de paz de Villa Perdices de Abajo) que no son más que una cuadrilla de chapuceros politizados que no merecen ni vestir la toga.

El profesor Pérez Royo, en su artículo 'Llega la hora de la mirada europea', se pregunta cómo reaccionarán entonces esos jueces: “¿se les caerá la cara de vergüenza y renunciarán al ejercicio de la judicatura o continuarán en sus puestos como si no hubiera pasado nada?”.

Cualquiera que tenga sentido común puede ver que si para defender a España hay que vulnerar derechos fundamentales, despreciar la democracia, prohibir debates en los parlamentos y detener arbitrariamente, es que España está condenada irremisiblemente.