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El cierre de discotecas del paseo marítimo de Barcelona

Imagen del acceso a los restaurantes-club por el paseo Marítim.

Imagen del acceso a los restaurantes-club por el paseo Marítim. / ALBERT BERTRAN

Me parece correcto el proyecto anunciado de suprimir la concentración de discotecas en la zona del paseo marítimo de Barcelona, dado lo que tal concentración conlleva. En esencia, la transformación de la zona en un súpermega Magaluf en donde todo vale y en donde el desprecio a la ciudadanía y el incivismo absoluto imperan.

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No conozco ninguna ciudad europea en donde el fenómeno se permita. Es preciso que el frente litoral barcelonés, en concreto la zona citada, deje de ser el meadero y bebedero low cost, para convertirla en algo más natural, civilizado, familiar y amigable. En tal sentido, la idea de dedicar esos espacios a la ampliación de centros de investigación creo que va en la línea adecuada. Menos borrachera y botellón, y más ciencia e investigación. Y, en definitiva, más civilización.

Se dice que es un problema de falta de guardia urbana, pero en lo que conozco, lo que se deriva de esa concentración de discotecas, no hay guardia urbana que lo controle. Ni aun que se creara un cuerpo especial al efecto.

Se dice que es un problema de falta de civismo. Y en efecto lo es, como también lo es que cuando se genera y permite una zona como la cuestionada, no es de esperar que se vaya a allí a rezar o a tomar el té. Se va a lo que se va, y se sale como se sale. Y cuando la situación es masiva, se convierte en inmanejable y, lo que es más grave, atentatoria de los derechos más elementales de los ciudadanos de zonas colindantes (derecho a dormir, derecho al respeto, derecho al descanso, etcétera). Derechos, no lo olvidemos, que deben estar por encima de cualquier otra consideración a la hora de resolver el problema, si es que realmente nos consideramos una ciudad civilizada.

Finalmente, se dice que si se eliminan las discotecas se perderán puestos de trabajo. Sin perjuicio de lo abultado de algunas cifras que se manejan, de manera un tanto demagógica, parecen tomar la parte por el todo el sector de ocio de Barcelona, en concreto las discotecas sancionadas. Sin perjuicio de ello, se olvida que a Barcelona no le hacen falta más puestos precarios, de temporalidad y de escaso valor añadido que, por otro lado, se crearían de los otros usos alternativos a que se destinase la zona. 

En definitiva, la excusa del empleo no puede servir de justificación para incumplir sistemáticamente la normativa, como las discotecas en cuestión parecían estar haciendo, ni mucho menos para vulnerar los derechos de los ciudadanos. El fin del empleo no puede justificar los medios. De ningún modo.

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