La ronda española

Evenepoel entra en crisis en la primera ofensiva de Roglic en la Vuelta

Richard Carapaz gana su segunda etapa el día en el que el jersey rojo muestra excesiva debilidad con mucha carrera todavía por delante.

Roglic Pandera

Roglic Pandera / LA VUELTA

Sergi López-Egea

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Valga un detalle para mostrar la tremenda profesionalidad del conjunto Jumbo, el equipo de Primoz Roglic, el ciclista que no renuncia, ni de lejos, a volver a ganar la Vuelta. En un área de servicio, en la autovía, en Andalucía, coinciden diversos masajistas de varios equipos, todos ellos integrantes de la denominada burbuja de carrera. Llenan el depósito del coche, cogen alguna bebida y van al lavabo. Solo los masajistas del Jumbo lo hacen con la mascarilla puesta.

Directores y mecánicos del Jumbo, los que circulan detrás del pelotón, tampoco se quitan la máscara cuando otros equipos se lo toman más a la ligera. Son los mismos que estuvieron concentrados en Sierra Nevada, no solo para preparar en altitud el Tour que ganaron con Jonas Vingegaard, sino para catar sobre el terreno la etapa de este domingo, que finaliza en la estación de esquí granadina, y comprobar también lo duras que eran las rampas de La Pandera, en Valdepeñas de Jaén, con carretera rugosa, como las de antes, donde el tubular se engancha al asfalto y donde las ruedas se mueven con mayor torpeza.

No hubo nada improvisado, todo estaba preparado, estudiado y marcado con bolígrafo rojo sobre el libro de ruta con el recorrido diario y donde el Jumbo decidió que era el día para que Roglic probase a Remco Evenepoel, a ver qué pasaba.

Al Jumbo no le preocupó la escapada nuestra de cada día, conRichard Carapaz, que se anotó en Jaén la segunda victoria en la Vuelta. Ellos iban a lo suyo y lo suyo era poner un ritmo frenético primero con Robert Gesink y luego con Chris Harper para aislar a Evenepoel, para que llegara solo a la Pandera, cuando el asfalto más tipo autopista se convertía casi en un viejo camino de carro. Y allí fue a cuatro kilómetros de la meta cuando atacó el ciclista esloveno y cuando Evenepoel no respondió. "No fue mi día y vi que no podía seguir el ritmo de Roglic. Ha sido una de las etapas más duras de esta Vuelta", confesó el líder.

Roglic demarró con la intención de tratar de dinamitar la Vuelta un día antes de Sierra Nevada, considerada como la jornada más dura de esta carrera, donde se encadenan puertos y donde si Evenepoel sufre una crisis como la vivida en Jaén la situación se le puede complicar mucho, porque un líder no puede mostrar esta excesiva debilidad a las puertas de la tercera semana de competición. Y porque los rivales, con Roglic a la cabeza, no van a tener piedad de él para comérselo con patatas. Así es de duro el ciclismo... y la vida misma.

52 segundos de renta

Fueron 52 los segundos que Roglic, bonificación incluida, le sacó a Evenepoel, un tiempo como si el ciclista fuera el móvil que revive cuando se ha quedado sin batería y se le conecta el cargador. Tiene equipo. Lo tiene todo. Y si la pérdida de Evenpoel no fue mayor se debió a que tuvo la tremenda suerte de que Juan Ayuso había tenido que cambiar la bici por avería y conectó con él; una llegada que lo hizo revivir y salvar en parte una crisis que podía haber sido muchísimo mayor.

Lástima que Enric Mas se quedó sin fuerzas a dos kilómetros de la meta, cuando iba perfectamente situado a rueda de Roglic. Solo le pudo recuperar 20 segundos a Evenepoel. "Fue un bajón tan impresionante que creí que no llegaba a meta". Llegó en compañía de Carlos Rodríguez, que se supo regular de forma magnífica. Queda Vuelta. ¡Más madera!