La ronda española

El poder de Evenepoel en la Vuelta no arruga ni a Carlos Rodríguez ni a Ayuso

Victoria en fuga de Richard Carapaz, con Marc Soler en la tercera posición, en una etapa donde el jersey rojo sufrió una caída que no frenó su ímpetu en la cima de Peñas Blancas.

Vuelta a España

Vuelta a España / Movistar / Sprint Cycling

Sergi López-Egea

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A Julian Alaphilippe se le fue la bici el miércoles en una curva y acabó en el hospital aunque por fortuna no se rompió ningún hueso. Carretera resbaladiza y a Remco Evenepoel le patina la rueda delantera, en otra curva, y como el campeón del mundo y compañero de equipo acaba golpeado por el asfalto. Se quema el muslo derecho y se golpea la mano. Se lo toma con calma para llegar a un pelotón que respeta la jerarquía del jersey rojo. No habría estado bien visto un ataque tras una caída.

Los ciclistas veteranos hay algo que no entienden de los noveles como Evenepoel, ¿por qué corren sin guantes cuando toda la vida se han llevado y, entre otras cosas, protegen la mano de una quemadura en la caída? Pues nada les gusta llevar la manos desnudas y luego si te caes te fastidias la articulación. «Mañana me los pondré», promete Evenepoel escarmentado.

Evenepoel no perderá nunca la Vuelta en un puerto como Peñas Blancas, largo pero que tampoco es gran cosa, por mucho que el Movistar, imitando al viejo Movistar, moviendo piezas llamadas Carlos Verona, José Joaquín Rojas y NelsonOliveira, busque el desgaste a las órdenes de Enric Mas.

Por eso, tal vez, este jueves, Primoz Roglic ni se movió cuando hubo intentos para probar a Evenepoel, el día que una fuga cogió más de 10 minutos para que Richard Carapaz, entre otras cosas campeón olímpico, ganase en solitario, con Marc Soler, el ciclista más combativo, en tercera posición.

Y el día en que Carlos Rodríguez se sintió el ciclista de casa, en una etapa que partió de Salobreña a apenas 15 kilómetros de su natal y granadina Almuñécar. El ciclista que aunque pierda 11 segundos en el esprint de la llegada a Peñas Blancas, no se arruga porque el Ineos, con la fuerza de Tao Geoghegan Hart, todo un vencedor del Giro, le prepara el demarraje. ¡Ataque de Carlos Rodríguez! Y los espectadores privilegiados que se encuentran en la carretera en ese instante de verdadera magia se sienten dichosos con la furia del chaval. ¿Qué lo captura Evenepoel? ¡Faltaría! Porque el puerto no es el Tourmalet, ni mucho menos. Sin temores se crece como corredor y se forma un ciclista para que se convierta en toda una estrella. 

Rodríguez va en ese camino como Juan Ayuso ya con la garganta más mejorada, que se agarra al grupo de favoritos, por supuesto con él dentro, como si fuese un clavo ardiendo. Sufre, porque para aspirar a campeón hay que sufrir, pero no se deja ni un segundo.

El horizonte de Sierra Nevada

No era el lugar para aislar a Evenepoel, algo más desnudo, al margen de sus manos, sin la protección de Alaphilippe, porque se las podía arreglar solito y hasta colocarse al frente del grupo de los primeros de la general porque allí controlaba, marcaba su ritmo y evitaba ataques molestos. Tiene 22 años pero corre como un veterano.

El puerto para intentar hacerle daño es el domingo, en Sierra Nevada, muchos más kilómetros de subida, la cumbre a 2.500 metros de altitud, y una etapa que no es solo 'monopuerto' como este jueves. Allí solo, allí con Roglic en plan ofensiva o Mas sin temores y sin pensar en los puntos, allí se puede jugar la victoria en la Vuelta.