Cata Menor

Si el café es una porquería, devuélvelo, por Pau Arenós

Lo que me subleva no es solo que un café sepa a las babas de Satán, sino la pachorra de quien lo sirve al protestar, educadamente, por el intento de agresión

Recetas de café: 4 ideas golosas para el verano

Así se hace la mejor taza de café, según la ciencia

Taza de café

Taza de café / Pexels

Pau Arenós

Pau Arenós

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Bebo café (tres al día), amo el café, aunque –demasiado a menudo– las tacitas de bares y restaurantes son una porquería.

Tomarlo es estremecerse.

Terminarlo es asistir al repertorio de muecas de un moribundo.

Escribo esto porque he sido ‘envenenado’ en los últimos meses en establecimientos en los que el vino y la comida se cuidan con mimo y pericia y el expreso –que es el sabor con el que te despides– un lodazal, un líquido del averno, una invitación a no regresar porque quien desatiende el final es que se ha cansado de tu presencia.

El texto de esta noticia se publicó originalmente en la 'newsletter' 'Cata Mayor'. Apúntate aquí y recibe cada semana en tu correo los secretos mejor guardados para disfrutar del buen comer dentro y fuera de casa.

¿Por qué son descuidados? No lo sé. Y eso que cada porción orilla los dos euros, o más.

¿Y los clientes? ¿No los devuelven? Tragan, tragamos.

Lo que me subleva no es solo que un café sepa a las babas de Satán, sino la pachorra de quien lo sirve al protestar, educadamente, por el intento de agresión.

Dices: “No sé, a lo mejor es que la máquina está mal calibrada” o “tal vez sea una partida con los granos quemados”. Contestan: “Te hago otro”. No, no. Quiero que lo pruebes tú y, si es una mierda, que clausures el cacharro y nadie más tenga que ingerir esa infamia.

La respuesta más desconcertante me sucedió en un restaurante donde había comido con satisfacción. Pero el expreso... Se lo dije al cocinero-propietario.

–Ah, no sé, yo no bebo café.

Vale, tío, pero ¡preocúpate!

Dejo para otro texto el café de especialidad, y la mitificación y abusodos segundos en la boca, un recuerdo permanente en la cartera.

Suscríbete para seguir leyendo