Cata Menor

La utopía de las vacas felices, por Pau Arenós

Ya es difícil para los humanos ser felices que atribuir la capacidad, o incapacidad, a los animales es tejer fábulas de Samaniego

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Luis Brandoni y Robert de Niro, que es el narrador omnisciente de 'Nada' y también secundario de lujo / 'Nada'

Pau Arenós

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Una de las ventajas de ‘Nada’, la serie estrella de Disney en octubre, es que solo tiene cinco capítulos de una media hora de duración, así que de no agradar, o satisfacer muy levemente, el tiempo invertido es razonable.

Además del inevitable gancho de Robert de Niro perorando sobre la concha de la lora, lo pelotudo y lo boludo con acento de gringo, la pequeña grandeza de ‘Nada’ está en la antológica interpretación de Luis Brandoni como Manuel Tamayo Prats, crítico gastronómico en la ruina en ese Buenos Aires de la ruleta rusa.

Tamayo Prats se arroga ser un escritor gastro honesto, aunque actúa de forma cobarde en tres ocasiones: cuando en un restaurante dice que todo está bien y después escribe que todo está mal, cuando gorronea durante años una mesa con elogios desmesurados y al pasarle un día una factura dispara maldades y cuando discute con una camarera el concepto de ‘vacas felices’, abusando de su poder y posición.

A mí también me parece risible e irritante la idea de la ‘vaca feliz’, tras haber conocido en la infancia a ‘la vache qui rit’, que escribo en francés porque entonces no viajábamos y consumir ese queso era ser cosmopolitas con alpargatas.

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Ya es difícil para los humanos ser felices que atribuir la capacidad, o incapacidad, a los animales es tejer fábulas de Samaniego o disparates de Disney.

A los animales hay que tratarlos bien por humanidad o por animalidad, pero seamos conscientes de que los explotamos (arrancamos sus recursos, bien sea leche o huevos) y los matamos.

La domesticación les ha restado capacidad de supervivencia lejos de su entorno bajo control, como a nosotros mismos. Suelta a la mayoría en un bosque sin móvil y veremos cuántos volvemos. Tanto ellos como nosotros hemos sido ‘fabricados’.

Aspiro a que los cerdos, las vacas, las ovejas, los conejos y las gallinas tengan unas condiciones adecuadas de vida, pero espero que sean sus cuidadores, pastores, ganaderos, granjeros, quienes puedan ser realmente dichosos.

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