Larga vida a 'la catedral'

Así serán los próximos 90 años de Boadas

La coctelería celebra nueve décadas de clasicismo irredento con una fiesta

La coctelería Boadas cambia de manos (aunque no de estilo)

5 bares para probar los mejores cócteles del mundo

Los cocteleros Jonathan Ramírez y Damià Mota.

Los cocteleros Jonathan Ramírez y Damià Mota. / Pau Arenós

Ferran Imedio

Ferran Imedio

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Boadas cumple 90 años en plena forma. Tan en plena forma que sus nuevos propietarios, Marc Álvarez, Simone Caporale (ambos dueños de Sips, elegida tercera mejor coctelería del mundo) y Álvaro Cueto, han decidido que siga funcionando exactamente igual como hasta ahora. Lo máximo que han hecho en los meses que llevan al frente del mítico local de la calle de Tallers es arreglar el aire acondicionado y cambiar la instalación eléctrica. Y cuando toque darle una mano de pintura, se la darán. Nada más.

Porque una catedral, y Boadas es conocida en el gremio como 'la catedral', no se toca. Sería un sacrilegio imperdonable. Por eso la intención de Álvarez-Caporale-Cueto, más la del histórico Jerónimo Vaquero (50 años oficiando allí y aún propietario de una pequeña parte del negocio que les venderá cuando se jubile), es la de mantener el legado que inició hace casi un siglo el señor (Miguel) Boadas, continuado por su hija María Dolores y, tras su fallecimiento, por Vaquero en los últimos tiempos.

Fiesta de celebración

Por eso no habrá nuevos cócteles, ni cócteles de autor, ni "cosas que llegan volando a las mesas", según Álvarez.

Una fiesta en Via Veneto este jueves (por cuestiones obvias de espacio) será el pistoletazo de salida de la década previa a la celebración del centenario de Boadas.

Un libro de recetas para el centenario

Durante los próximos 10 años, la coctelería irá recibiendo a 'barmen' de España y el resto del mundo para versionar los clásicos del establecimiento barcelonés.

Y en 2033, cuando se cumpla un siglo, lanzarán un libro con las recetas de siempre ("de aquellas elaboradas con los pocos recursos que había, licores, destilados, algún zumo de alguna fruta concreta y poco más", recuerda Álvarez) y las versiones de los mixólogos que hayan pasado por allí.

"Un museo de historia"

Álvarez explica muy bien el por qué de esta continuidad: "La respuesta es muy sencilla: no hemos comprado una coctelería sino un museo de historia, que fue la primera de Barcelona y la segunda de España". El templo al que acuden fieles desde hace lustros, "donde toman el mismo cóctel en el mismo rincón a la misma hora del mismo día", y al que entra gente de paso porque "Boadas es uno de los sitios a los que ir cuando visitas en Barcelona".

Tanto unos como otros se rinden al clasicismo irredento de una oferta líquida que supera los 300 combinados, "algunos desconocidos pero buenísimos", y que permiten que cada día del año haya una sugerencia diferente.

Así ha sido durante 90 años, así será durante 90 años más.