Obrador en Poblenou

Los pasteles felices que tanto gustan a Marie Kondo

Gastón González Scheider hornea en Pastry Gas, en el Poblenou, las piezas más famosas de Barcelona

Las 13 mejores especialidades de pastelería de Barcelona

El futuro de la pastelería es de ellas: jóvenes maestras de lo dulce

Gastón González Scheider, trabajando en Pastry Gas.

Gastón González Scheider, trabajando en Pastry Gas. / Pastry Gas

Laia Zieger

Laia Zieger

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El inicio de la historia de Pastry Gas nos regala una imagen poética, casi mágica, sin duda nostálgica. La de 'Gas' (Gastón González Scheider), el emprendedor y pastelero que acaba de abrir su primer local en el barrio de Poblenou, donde hornea bizcochos de estilo norteamericano (‘pastry’) que acaba convirtiendo de auténticas piezas de arte.

El origen del negocio se encuentra en “una casa en el campo, un horno en el patio donde en la oscuridad de la noche se cuecen las masas que al día siguiente alimentan a toda la familia", recuerda González. "Mi abuela, de ascendencia alemana, siempre estaba horneando trenzas, panes y 'streusels'. Tengo esta imagen de planchas entrando y saliendo del horno, y ese olor dulce”.

Esa magdalena de Proust que explica Gastón (41 años) y la felicidad multisensorial que le provocaba entonces supusieron el despertar de su pasión por la pastelería. Se formo en su Argentina natal y hace cerca de dos décadas se vino a Barcelona a estudiar en la prestigiosa escuela de hostelería Hofmann, cuna nacional de la elite en repostería y cocina. 

El 'boom'

Tras años trabajando de repostero en la cocina de otros como Sils’s Cakes, Petit Pastís y la Cafetería Café Sabor, empezó a generar piezas de pastelería propia en su cocina. “Me pasaba las noches y las madrugadas haciendo encargos para conocidos y, de repente, el boca-oreja funcionó. Me empezaron a llegar clientes. Hubo un efecto bola”.

Hasta que la bola se hizo avalancha, podríamos decir, en el momento en que la mismísima Marie Kondo, gurú suprema del orden y del hogar, compartió en su perfil de Instagram con una comunidad internacional de más de cuatro millones de seguidores una foto de uno de sus 'cakes' que le rendían tributo. Era el encargo de una de sus fans de Barcelona y el revuelo que se montó fue impresionante.

A eso siguieron otros encargos de famoseo como la súper 'influencer' Blanca Miró (a la que le hizo, primero, una tarta de cumpleaños inspirada en Dalí y, luego, otra de metro y medio), la artista Sol Pardo (para quien creó un pastel floral) y la modelo Belén Hostalet (diseño la tarta corderito para su cumple infantil). Otra guinda: un artículo del 'New York Times' en el que alababan su destreza.

Con una buena cartera de clientes, decidió apostar por su sueño: abrir su propio obrador. Y lo hizo en una esquina de Poblenou, en la que brilla un neón rosa Pastry Gas, donde se hornean encargos de particulares, fotógrafos o marcas que quieren un efecto 'wow!' a la hora de cortar el pastel.

“Quería un obrador con amplios ventanales, para que los transeúntes de la calle pudieran ver cómo trabajo. Así es como puedo mostrar que soy un artesano. Que se entienda el trabajo detrás de cada pieza. Se van parando, me saludan, me felicitan… Es un trabajo muy agradecido porque es felicidad, tanto para mí como para las personas que la van a disfrutar. Hago pasteles felices y creativos”.

Eso sí, también supone presión. Porque cada día es una sorpresa para este minucioso artista de la repostería. “Hay una historia detrás de cada creación, y nunca sé -y el cliente tampoco- cómo será hasta que esté acabado. Trabajo sin boceto, lo que implica que el cliente debe confiar en mí”.

La base siempre es la de un bizcocho de estilo yanqui. De vainilla, chocolate, 'velvet' o zanahoria. Eso sí, se empeña en equilibrar muy bien las recetas para que sus pasteles no sean empalagosos y gusten más al paladar local. “No solo debe ser bonito, también rico”, explica.

A la base se le pueden añadir rellenos de mermelada, crema o chocolate, por ejemplo, una capa de revestimiento de mantequilla o 'fondant' y, luego, lo complicado, lo artístico, lo genial: el modelaje (a base de pasta de azúcar y decorados). Lo mismo monta una cabeza de monstruo de las galletas, de la patrulla canina o de Bluey, en el registro infantil, que crea un pastel en forma de bota, una tarta de tres plantas o una vagina (como hizo para la joyería La Manso). Pero, lo principal, lo que dice Gas, como lo llaman sus íntimos: “Me lo paso bien, y lo hago pasar bien”.

Suscríbete para seguir leyendo