Alimentación sana

Otro 'vending' es posible: frutas y ensaladas frente a bollos y patatas

¿Hay vida más allá del azúcar y la sal en exceso en los 'snacks' de máquina? Analizamos con empresas del sector y nutricionistas las barreras y las soluciones

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Máquinas de 'vending' instaladas en un hospital de Madrid.

Máquinas de 'vending' instaladas en un hospital de Madrid. / Javier Sánchez

Javier Sánchez

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Con las máquinas de 'vending', pasa igual que con la muerte o con la ley (bueno, en este caso, más o menos): que todos somos iguales ante ellas. Este tipo de ingenios distribuidores de alimentos presentes en oficinas, centros de salud o institutos, ofrecen una serie (limitada) de opciones entre la que elegir. No hay más.

Esto hace que, como consumidores, estemos expuestos a una oferta concreta que, además, no suele cambiar demasiado de máquina a máquina. La radiografía habitual del ‘vending’ clásico no va (mucho) más allá de bolsas de patatas fritas, bollería industrial y refrescos, además de agua mineral y café. Da la impresión de que es un sector que no ha evolucionado a la misma velocidad que otros, al menos en cuanto a diversidad en la oferta.

Pero, ¿es posible un ‘vending’ saludable (o no tan lleno de azúcares, grasas saturadas y sal en cantidades excesivas)? ¿Hay en el horizonte un futuro en el que el glutamato monosódico y el aceite de palma queden desterrados de estas máquinas? Hemos analizado, en compañía de empresas dedicadas a este sector y nutricionistas, las cinco barreras más habituales frente al cambio (y las posibles soluciones).


Una legislación, cuanto menos, laxa

Poca regulación hay en el mundo de las máquinas de ‘vending’. La ley 17/2011, de 5 de julio, de Seguridad alimentaria y Nutrición, establece en su artículo 40 que “en las escuelas infantiles y en los centros escolares no se permitirá la venta de alimentos y bebidas con un alto contenido en ácidos grasos saturados, ácidos grasos ‘trans’, sal y azúcares”. Un aviso, eso sí, circunscrito únicamente al ámbito escolar.

Al margen de esto, hay algunas comunidades autónomas que han tomado medidas. Un ejemplo es Cataluña, que desde febrero de 2023, aplica una regulación que obliga a que el 75% de los productos de ‘vending’ en el ámbito sanitario sea saludable. Con salvedades: una mora de seis meses para cambiar la oferta y, en el caso de los contratos que ya estén en vigor, la medida solo se pondrá en marcha cuando se renueve la adjudicación…

Beatriz Robles, nutricionista y profesora de la Universidad de Isabel I (Burgos), se declara “muy a favor” de una legislación más estricta. Robles explica que “la responsabilidad social corporativa de las empresas o el autocontrol están llenas de buenas intenciones que no se suelen cumplir”. Y parece que tiene razón: la usuaria de X @NegreiraFina publicaba, en febrero de 2023, una foto de una máquina de ‘vending’ del Hospital Vall D’ Hebron llena de bolsas de patatas fritas, ‘snack’ industriales y hasta bebidas energéticas.

La mayoría de los productos de una máquina de 'vending' no son saludables.

La mayoría de los productos de una máquina de 'vending' no son saludables. / Javier Sánchez

Los (malos) hábitos de los consumidores

Teika es la empresa valenciana líder en el sector de las máquinas de expedición de máquinas y alimentos. Desde el año 2013 abandera una apuesta por el producto fresco, de proximidad, ecológico… en resumen, un ‘vending’ más sano. Al tiempo que reconocen avances, señalan que, “aunque la tendencia de la empresa es hacia el producto saludable, en ocasiones hay que cumplir con las demandas y requerimientos del cliente, que sigue demandando productos insanos”, explica Lola Piles, responsable de Compras y Logística de Taika. 

No obstante, la vocación de Teika por ir hacia una introducción paulatina de mejores opciones es firme: de su obrador salen sándwiches con pan integral e ingredientes poco habituales como ‘hummus’ de remolacha. También comercializan fruta fresca cortada de proveedores de kilómetro cero. Su apartado de bebidas incluye zumos de naranja sin conservantes o incluso ‘kombuchas’ como alternativa a los refrescos. También han sido abanderados de un (mejor) café, 100% arábica, y con opciones con leche semi desnatada o sin azúcar, pero reconocen que los cambios cuestan.

“En el caso de las ciudades de mayor tamaño, sí que detectamos que hay un mayor interés por este tipo de productos. En las poblaciones más pequeñas, cuesta más”, comenta Piles. También hay variaciones por rango de edad: son los adolescentes y las personas de más de 35 años los menos abiertos a cambiar la bolsa de patatas fritas o la palmera de chocolate por una opción más saludable.


Una vida útil más reducida

Hay un dato que no se puede obviar: una máquina de ‘vending’ ‘sana’ es más cara de mantener. “En general, los sándwiches que incorporan ingredientes vegetales suelen tener una vida más corta”, reconoce Gloria Melià, responsable de Calidad de Taika.

Beatriz Robles está de acuerdo con ello: “La fruta fresca cortada, que es una buena opción saludable que se puede incluir, es más delicada y se estropea antes”.

Sin embargo, la nutricionista da opciones realistas: “Frutos secos que no estén fritos ni con sal añadida o incluso platos preparados de cremas o sopas frías o incluso menestras de verduras elaboradas en atmósferas protectoras que pueden durar bastante tiempo”. Eso sí, su vida útil nunca llegará a ser tan larga como la de una bolsa de ‘snacks’ o un pastelito de chocolate. Eso obliga a rotar cada menos tiempo el producto que hay en la máquina e incrementa los costes para el comercializador: otra barrera.

Una máquina expendedora de comida.

Una máquina expendedora de comida. / 123RF

Los ‘falsos saludables’

Robles explica que otro problema es que muchos consumidores pueden pensar que la máquina de ‘vending’ que tienen ante sí ya está llena de productos saludables. “El etiquetado es muy engañoso: muchos productos incluyen una vitola verde que remite a frescura, una leyenda de ‘bajo en grasa’, etc. y, sin embargo, siguen siendo opciones poco saludables”. 

Como muestra, en una de las máquinas de ‘vending’ ubicadas en el hospital Fundación Jiménez Díaz (Madrid) examinadas para este artículo, se puede leer la leyenda ‘La parada fresca’ en un letrero encima de la misma. Dentro, una miríada de opciones de galletas industriales que se publicitan como “sin azúcares” o ‘con fibra’, pero que no dejan de ser ultraprocesados poco recomendables…


El precio de comer sano

El vil metal se alza como el último muro para separar a los consumidores de los productos más saludables. Las mejores opciones suelen tener un precio más elevado que aquellas que abusan de grasas saturadas o de azúcar. 

Robles explica que hace falta un (difícil) cambio de paradigma. “Cuando encontramos una manzana en una máquina de ’vending’ a un precio de 1 euro o 1,50 euros es muy probable que pensemos que es un producto muy caro porque sabemos lo que cuesta un kilo de esta fruta. El resultado es que el consumidor medio piensa que es demasiado caro y prefiere invertir ese dinero en un paquete de patatas fritas”. Hasta que no se incluya en la misma ecuación el coste para la salud, pocas soluciones habrá.