Gastronomía asequible

Barcelona buena y barata: ron, churros y horchata, coctelería desbocada en Dead End Paradise BCN

Esta coctelería sin paredes propone tragos de autor en pleno Raval

La 'barwoman' Paula Pedra con el cóctel de ron, churros y horchata de Dead End Paradise BCN.

La 'barwoman' Paula Pedra con el cóctel de ron, churros y horchata de Dead End Paradise BCN. / Òscar Gómez

Òscar Gómez

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En las traseras del CCCB se encuentra la plaza de Terenci Moix, donde la chavalada juega al baloncesto, patinan la vida sobre ruedas y vierten al aire decibelios de música urbana, sin control. Esta exuberante rapsodia es un escenario enque todo parece suceder con intensidad veloz. Entre el cemento avejentado, grafitis de colores chillones y bicicletas mal aparcadas, encontramos el Dead End Paradise BCN.

Un bar sin paredes, un espacio abierto al Raval, que a su vez es un barrio abierto al mundo. Es un local donde preparan sorbos brillantes y locos. Tragos de autor. El cóctel de ron con churros y horchata es una fantasía servida en vaso corto. Sorprendentemente equilibrada, satisfactoriamente cremosa, poco dulce -un acierto- y explosivamente aromática. Tiene también toques de limón, destilado de arroz, te, plátano y vainilla. Podrías confundirlo con un postre para disfrutar a tragos si no fuese, repito, que tiene un muy acertado control del dulzor.

El cóctel de churros con horchata de Dead End Paradise BCN.

El cóctel de churros con horchata de Dead End Paradise BCN. / Òscar Gómez

"Primero hicimos un jarabe de churros, y quisimos añadir la personalidad avellanada de la chufa. Un producto que descubrimos con la horchata española. Los toques de nuez y canela le van perfecto al churro", nos lo cuenta Jad Ballout, coctelero y copropietario del local junto a su socia Jade Ismail.

Dead End Paradise BCN

Valldonzella, 30. Barcelona

Instagram: @deadendparadise.bcn

Precio del cóctel de ron con churros y horchata: 11 €

Precio del cóctel de 'pa amb tomàquet': 10 €

Ambos son libaneses y responsables de que en el Dead End Paradise BCN se respire una atmósfera de informalidad relajada. También de que se beba, incluso por los ojos, creatividad 'a cholón'. La carta está ilustrada con obras de arte fotográfico creadas por Tamara Saade y a cada cóctel le han asociado una evocación artística de un estado emocional y de un color. Gris para el amontillado con setas, marfil para la esencia de mar con japaleño y setas.

Su historia es también una historia de superación: en la explosión de agosto del 2020 en el puerto de Beirut quedaron arrasados barrios enteros de la capital, y Jad lo perdió todo. Un 'crowdfunding' entre cocteleros le ayudó a remontar el vuelo y junto a Jade fundó primero en Beirut y luego en Barcelona su Dead End Paradise.

El Dead End Paradise BCN, desde la calle de Valldonzella.

El Dead End Paradise BCN, desde la calle de Valldonzella. / Òscar Gómez

Sentado en la barra observo los movimientos fluidos de Paula Pedra, nuestra 'barwoman'. Añade cada ingrediente en una interesante liturgia con causa: cada gesto obedece a un objetivo, desde enfríar el vaso hasta mezclar añadiendo, o no, más o menos cantidad de aire al combinado. Tras el 'shaka-shaka' enérgico llega el vertido gastro-lujurioso en el vaso. Toca disfrutar mientras por las no-paredes se va colando el Raval. "Quisimos conectar el interior y el exterior, nos ayudó el arquitecto Elie Abs a conseguir esta sensación de estar sentado dentro del bar y a la vez sentirse en medio de las calles del barrio".

Paula y Antonis atendiendo la visita inesperada a Dead End Paradise BCN de los chicos del Himkok Bar (Oslo).

Paula y Antonis atendiendo la visita inesperada a Dead End Paradise BCN de los chicos del Himkok Bar (Oslo). / Òscar Gómez

Salta la sorpresa cuando entra un grupo inesperado que resulta ser la tripulación del Himkok Bar, catedral noruega de la coctelería contemporánea. Están de visita en Barcelona para hacer una colaboración. Como sucede en las cocinas, los cocteleros también se visitan entre ellos y en lugar de cocinar a cuatro manos, hacen 'guests shifts'.

"Una de las principales razones por las que Barcelona está triunfando en el mundo de la coctelería es porque muchos de los bares son propiedad de los mismos 'bartenders'. Así cada local tiene un carácter único que se ajusta las necesidades y expectativas de los clientes", nos cuenta Jad.

Cóctel de 'pa amb tomàquet'

Celebro la coincidencia pidiéndome otro cóctel de 'locardos', el 'pa amb tomàquet'. "Lo primero que pensamos Jade y yo al llegar fue hacer un cóctel de 'pa amb tomàquet' porque es un básico en la cocina catalana. Simple, delicioso y representativo de la cocina local. Usamos pan de cereal muy tostado que mezclamos con whisky 'fat whased' con aceite de coco y añadimos agua de vegetación de tomate. Para terminar, mezclamos y clarificamos con leche de soja".

El resultado es un elegante y sofisticado trago servido en copa Martini. A falta de referencias cocteleras, me agarro al clavo ardiendo de la cocina: me parece una ensalada alcohólica para sorber de a poquitos y disfrutando.

Ha ido oscureciendo y la luz neónica del local va adquiriendo protagonismo, la música se mantiene en un volumen controlado, las conversaciones fluyen y presenciamos la elaboración de cócteles clásicos. Old fashioneds, Negronis y Manhattans van siendo mezclados -nunca agitados- para ser servidos con una sonrisa en los labios. Hay quien dice que la coctelería es también una forma de cocinar.

Certezas no tengo, pero incluso los hermanos Roca están expandiendo su cocina al mundo del destilado. Con la alegría metida en el cuerpo y esquivando 'skates' vuelvo a integrarme en el gentío del Raval, un bullicio constante, el mundo entero metido en Barcelona. El meta-barrio.