Gastronomía asequible

Barcelona buena y barata: tortilla de patatas con callos, desayuno y despiporre en el Bar Iberia

Este local de la Zona Franca despierta entre sus fieles una devoción gelatinosa por este plato

Tortilla de patatas con callos y 'capipota' de Bar Iberia (Barcelona)

Tortilla de patatas con callos y 'capipota' de Bar Iberia (Barcelona) / Òscar Gómez

Òscar Gómez

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Son las nueve de la mañana, es sábado y el Bar Iberia ya está a reventar. Existe una Barcelona que madruga para darle caña a la cuchara, para rebañar platos y para mojar pan. Somos legión. Francisco es el cocinero del Iberia y es también el hacedor de unos callos CON 'capipota' que despiertan devoción gelatinosa.

"Les ponemos tres partes de tripa por cada parte de 'capipota'. Esa es la proporción que nos gusta a nosotros, pero esto son gustos. Lo realmente importante es que el sofrito base esté hecho con tiempo, con calma y con amor". Francisco es guisandero de barrio, un currante del fogón. La suya es una cocina vibrante y periférica, una periferia gastronómica y social.

Bar Iberia

Calle de la Mare de Déu de Port, 219. Barcelona

Tf: 93.681.52.39

'Plataken' de tortilla con callos y 'capipota': 14 €

La Marina del Port (Zona Franca) es un barrio que cocina verdades como puños. Uno de esos barrios donde Barcelona todavía es Barcelona, y no una ciudad bastarda y turística con poco corazón. Cada vez que visito el Iberia no puedo -no quiero- resistirme a combinar estas cucharadas de 'cerdez' y colágeno con su tortilla de patatas.

Puede sonar algo loco, pero déjame que te explique, por favor. Es una tortilla gruesa y cremosa, jugosamente cuajada. 10 huevos por kilo de patata y un poco de cebolla pochada, así el mordisco resulta aún más lúbrico sin aportar matices dulzones. Este plato no deja de ser un combo de huevo, patata y cerdo con el añadido de la ahumada personalidad del pimentón. Esta tortilla con casquería es mierda de la buena, es puro amor.

Francisco y Longinos Álvarez, de Bar Iberia.

Francisco y Longinos Álvarez, de Bar Iberia. / Òscar Gómez

Un restaurante, un bar, es mucho más que su cocina, y el otro 50% del Iberia es Longinos Álvarez, el hermano de Francisco. Está a cargo de la sala y es la parte más visible de una casa que abre tempranísimo para servir desayunos pantagruélicos, engancha casi de corrido con los vermuts y cierra jornada con el servicio de mediodía. Es mucha cocina, mucho servicio y es mucho madrugar.

Mientras charla animadamente con los clientes, percibes que su cabeza calcula, dirige y coordina una marabunta de parroquianos adeptos fervientes de la causa. Alegres, bulliciosos y bullangueros, reina en este bar una alegría contagiosa, una fidelidad a prueba de madrugones. Los comensales del Iberia lo somos de forma entregada, casi pasional.

Calamares rellenos de butifarra y setas de Bar Iberia.

Calamares rellenos de butifarra y setas de Bar Iberia. / Òscar Gómez

Otros platos disponibles para el desayuno son, por ejemplo, los calamares rellenos con guiso de butifarra y setas. Un escándalo, de verdad. "Los rellenamos con un sofrito a base de butifarra que nos trae Alfons Casamitjana desde Gironella. Alfons también nos sirve la butifarra negra que usamos para el 'trinxat'. Picamos las patas y las aletas del calamar, mezclamos con la 'buti' y las setas. Añadimos tomate concentrado, un poquito de manzana y otro poquito de puerro y, venga, a darle al chup-chup sin parar". Es la magia del sofrito. Sabores pochados hasta casi caramelizar, tomates sin acidez, pimentones y hiervas provenzales, guisantitos que explotan y setas para que todo sea un combo gozoso que explota en el paladar.

Si eres fan del escabeche, aprovecha, porque casi siempre hay uno en carta y lo van cambiando según sea la estación del año. El producto manda en la cocina del Iberia: en verano es habitual el de sardinas o caballa, en invierno aprovechan la temporada para pasar por el tratamiento acidulado las perdices de caza. Perfuman con cítricos, ajos, cebollas, zanahorias, aromáticos herbales y el punto suave de vinagre de chardonnay. Dejan reposar varios días tras la cocción, para que la carne salvaje tenga el punto justo y necesario de tersa elasticidad.

Bordan la cabezas de cabrito a la brasa, el bacalao con 'samfaina', las patatas caseras fritas con huevo y bogavante, alcachofas confitadas con panceta y trufa, rabo de toro en guiso, rape con almejas, y paro aquí porque lo mejor es que te acerques tú mismo y desayunes según disponga el mercado y la temporada. Es lo que hay.

'Larpeira' gallega de Bar Iberia que los hermanos Álvarez rellenan con nata.

'Larpeira' gallega de Bar Iberia que los hermanos Álvarez rellenan con nata. / Òscar Gómez

Y también hay postres para desayunar. Resulta gozosamente divertido ver salir de la cocina una tras otra las 'larpeiras' gallegas de miga ligera y abizcochada. Las rellenan generosamente con nata y cuando llegan a la mesa suelen despertar una sonrisa en rostros adultos, que termina manchándose los carrillos al morder y masticar. Su pastel de parmesano es ESCANDALOSAMENTE rico. Cremoso pero sin desmoronarse, se percibe el punto salino y los aromas de nuez de este queso de generoso sabor 'umami'. Vaya, ya ha salido el 'umami'. Ni una pieza sin esnobismos, pido perdón, para variar.