Gastronomía asequible

Barcelona buena y barata: las migas extremeñas triunfan en el barrio de Sant Andreu

Bar Oliva sirve este humilde plato cocinado a la manera tradicional, con ajo, chorizo y pimiento

Plato de migas del Bar Oliva.

Plato de migas del Bar Oliva. / Òscar Gómez

Òscar Gómez

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Un bar es la suma de sus platos, sus parroquianos y sus circunstancias. "En el Bar Oliva hacemos migas todos los días. Las hacemos a la manera extremeña, ese es nuestro origen familiar y así es como a nosotros nos gustan. Con ajito, con chorizo y con pimiento", nos cuenta Antonio, que no se anda por las ramas y se expresa de forma concisa mientras atiende con diligencia la abundante clientela matinal. No tiene tiempo que perder porque el bar está a reventar. Es sábado por la mañana y pueden llegar a cocinar hasta 150 raciones generosas de estas migas (muy) perfumadas de ajo. Ligeramente elásticas, jugosas y de alta potencia en el paladar.

"Somos cuatro hermanos: Dani y yo estamos en sala y barra, mientras Isa y Jesús se encargan de cocinar. Cada noche picamos finito las migas que dejamos en remojo. Nuestro padre Regino trabajaba hace más de 30 años en un bar cercano. Durante cinco años toda la familia reformamos a mano y pusimos en marcha este local. Cada tarde nos dábamos una 'pechá'. Hace 26 años de eso y aquí estamos, todos los días menos los lunes abrimos bien temprano y venga, a trabajar".

Bar Oliva

Colòmbia, 8. Barcelona

Tf: 93.274.31.10

Precio de las migas: 5,50 €

Es un espacio sobrio, casi desnudo, de tonos grises y azules con barra larguísima coronada por un bote de piruletas. Tras la puerta del fondo se adivina una cocina de trasiego sin pausa porque tras los desayunos llegará el menú. Es un no parar. En las paredes las pizarras manuscritas recitan especialidades, migas aparte, que definen a este local: oreja a la gallega, mejillones a la marinera y calamares a la andaluza.

Fachada del Bar Oliva.

Fachada del Bar Oliva. / Òscar Gómez

"Por la mañana empezamos preparando un sofrito de ajo, al que también añadimos pimiento que es como se hace en nuestra tierra de origen y ya después, añades el pan. Y entonces, a majar, a remover y a volver a majar". Es laborioso, sobre todo para hacer grandes cantidades, le pregunto. "Mucho mucho, hay que remover mucho. Hasta que se impregnen los sabores no puedes parar. Y luego les ponemos en el plato también choricitos fritos, rodajas de morcilla y unas lonchas de tocino".

150 raciones cada sábado

Cocina tradicional de origen pastoril hecha de ingredientes baratos, aptos para el zurrón y cocinado al fuego en el campo. Muy contundente y energética... no es precisamente un plato 'detox'. Incluso podrías imaginar que quizá es algo del pasado. Pero te lo repito de nuevo: el bar está abarrotado, 150 raciones cada sábado. Da que pensar.

Hablemos de circunstancias y parroquianos. Al llegar nos encontramos sobre la barra más de 700 bocadillos con destino a Berga. "Son para un campeonato de la Federación Catalana de Judo, hoy nos hemos levantado incluso antes para poder hacerlos, ha sido un poco una locura, pero ya están listos". Por tandas los van depositando en la trasera de una furgoneta blanca, 700 quimonos hambrientos esperan en Berga, hay que salir ya.

También ha llegado Xesco, parroquiano amable que tras décadas de vida en el barrio ha regresado a Zafra (Badajoz) y viene de vez en cuando para visitar a la familia. Nos lo cuenta con una gran sonrisa y en perfecto catalán: "'Vinc a esmorzar, tots els dies. Després veuré als nets i més tard tornaré per al menú, a l'hora de dinar'". Me parece que está enganchado al Oliva, sin novedad.

Las huchas para las propinas con los escudos del Barça y el Real Madrid del Bar Oliva.

Las huchas para las propinas con los escudos del Barça y el Real Madrid del Bar Oliva. / Òscar Gómez

Como vecinas de mesa tenemos a dos señoras que también han madrugado. Se han vestido elegantes y una de ellas se acomoda el fular para facilitar el trago del café con leche. Echa un vistazo a nuestro almuerzo y nos comenta con sorna cómplice: "Desde luego con hambre no os vais a quedar". Tiene razón porque también hemos pedido una de oreja cocida a la gallega. Resulta ser una explosión de extrema ternura, el cartílago se funde gelatinosamente en cuanto la lengua lo aplasta un poquito contra el paladar. También hay pimentón ahumado de La Vera. Hay felicidad.

Para los postres, flan casero con compota de manzana. Tiene especial gracia que la compota de manzana esté integrada dentro. Buen sabor y un emplatado poco fino que a quién le importa, porque uno ha de saber dónde está.

Guiño para los que dan propina: toca escoger entre un bote forrado con el escudo del Madrid y otro con el escudo del Barça situados en platos opuesto de la misma balanza. El juego está claro, ¡A ver quién suma más! Conforme avanza la jornada, van ganando los hermanos Oliva. ¡Ja!