El gobierno de la ciudad

Barcelona ya tiene aprobado el presupuesto para 2024 tras consumirse el mes de la cuestión de confianza

Las cuentas municipales, las más elevadas de la historia con 3.800 millones, quedan validadas al no haber cerrado la oposición un pacto de 21 concejales para elegir a un nuevo alcalde

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Collboni, en la manifestación del 1 de mayo junto al líder del PSC, Salvador Illa; el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, y la 'consellera' Ester Capella.

Collboni, en la manifestación del 1 de mayo junto al líder del PSC, Salvador Illa; el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, y la 'consellera' Ester Capella. / Manu Mitru

Toni Sust

Toni Sust

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Barcelona ha aprobado de forma automática este jueves los presupuestos de la ciudad para 2024. Lo ha hecho al consumirse los 30 días que han pasado desde que un pleno extraordinario celebrado el 27 de marzo iniciaba esa cuenta atrás, prevista en el sistema que ha servido para validar las cuentas: una cuestión de confianza. Una alternativa a la aprobación ordinaria por mayoría, que no fue posible: el texto fue rechazado en el pleno del 22 de marzo con el voto contrario de todos los grupos menos el PSC y ERC.

La oposición tenía la alternativa de lograr un pacto durante ese mes de plazo para sumar 21 concejales, la mayoría absoluta, y elegir a un nuevo alcalde. Pero es una ventana que nunca se abrió: las alianzas aritméticas necesarias entre los grupos de Junts, Barcelona en Comú, ERC, el PP y Vox eran ideológicamente inviables.

Publicación en el BOPC

El equipo del gobierno de Jaume Collboni envió el martes, víspera del festivo 1 de mayo, el anuncio que este jueves publican el Boletín Oficial de la Provincia de Barcelona (BOPC) y la Gaceta Municipal y que supone la aprobación de unas cuentas que han vivido un itinerario largo, casi un embarazo: siete meses.

El texto inicial fue presentado en octubre para la negociación con los grupos de la oposición, que lo tumbaron en comisión, con lo que ya no llegó al pleno de diciembre, que es lo preceptivo para que entre en vigor el 1 de enero, el objetivo habitual. Tras meses sin más avances, las cuentas sí superaron el trámite en comisión en febrero y llegaron a la votación del pleno de marzo, para el que el PSC exploró el respaldo de Barcelona en Comú, que finalmente no se dio. Fueron derrotadas. Cinco días después se activó la cuestión de confianza.

Lo bueno y lo malo

La cuestión de confianza es una vía que tiene su parte menos amable, aunque esencialmente es una cuestión de imagen: constata que el gobierno de Jaume Collboni no logró encontrar el apoyo suficiente para aprobar los presupuestos por mayoría. Le pasó una vez a Xavier Trias cuando era alcalde y dos a Ada Colau.

La parte positiva es que pese que el proyecto solo ha contado con el apoyo del PSC y de ERC, es aprobado en su integridad, sin que se toque una coma ni un euro respectó de la propuesta que el gobierno de la ciudad presentó en octubre, más allá de algunos cambios acordados con los republicanos.

Porque la cuestión de confianza, un sistema previsto para desbloquear la situación que viven alcaldes que gobiernan en minoría, permite esa situación con la que no cuentan, por ejemplo, los gobiernos autonómicos o el central, que cuando carecen de respaldo tienen que recurrir a una prórroga. En el caso de Barcelona, una prórroga hubiera restado 700 millones de esos 3.800 que ahora ya son oficiales y que suponen la cifra presupuestaria más alta de Barcelona, que de hecho lleva años rompiendo ese récord consecutivamente.

La primavera y el gobierno de coalición

Collboni se comprometió a lograr la aprobación de los presupuestos y un gobierno de coalición antes de la primavera, que empezó el 20 de marzo. Finalmente tiene lo primero unos días después de la fecha prometida, pero no ha oficializado todavía el pacto de gobierno que tiene cocinado con ERC. El adelanto de las elecciones autonómicas catalanas al 12 de mayo, precipitado por el ‘no’ de los Comuns a apoyar los presupuestos del Govern de Pere Aragonès, le ha obligado a aplazar esa alianza por ahora.

Un pacto que aunque no le dará los 21 ediles que marcan la mayoría absoluta si le ofrecerá cinco más, los republicanos, para dirigir distritos y áreas y dar así oxígeno a los nueve del PSC –sin contar al alcalde- que se reparten ahora esas responsabilidades con una dificultad evidente. Ningún gobierno de la ciudad la había gestionado antes con un equipo político tan reducido, aunque Colau pasó dos años y medio del mandato 2015-2019 con 11 concejales, solo uno más.

Junts y Comuns

Collboni culpa a una pinza entre Junts y Comuns de tumbar los presupuestos autonómicos e intentarlo con los municipales, y el caso es que el socialista pactó con los de Xavier Trias la actualización de la ordenanza de terrazas, en una muestra de sintonía que parecía que podría darse también en el frente presupuestario y dar incluso paso a un gobierno de coalición sociovergente. Pero al final esa vía se enfrió.

Con Barcelona en Comú las desavenencias han sido más públicas: los de Colau exigían negociar a la vez las cuentas y su entrada en el Ejecutivo local, y el alcalde se negó. En ese camino, los Comuns permitieron que los presupuestos pasaran su primer trámite en comisión, el 20 de febrero, pero finalmente votaron en contra en marzo, tras celebrar una consulta a su militancia y, sobre todo, tras constatar que Colboni no los iba a incluir en su gobierno.

Las cifras

El montante total de las cuentas es de 3.807 millones de euros, un 5,9% más que en 2023. Ha cambiado ligeramente desde que se presentó por primera vez, en octubre, cuando ascendía a 3.735 millones, porque la aportación estatal prevista se ha incrementado de entonces a ahora.

Además del presupuesto más alto de la historia de la ciudad cuenta con la partida destinada a inversiones más elevada: 777,9 millones. Por primera vez, la política social es el apartado al que se dedica más gasto corriente, 438,7 millones frente a los 392,4 de 2023, adelantando a la limpieza y el cuidado del espacio público, lo que en el texto presupuestario se define como bienestar comunitario, con 419 millones, por 403 en el presupuesto anterior.