Problema de accesibilidad
La falta de presupuestos amenaza con alargar aún más la eterna espera por unos ascensores pendientes en el metro de Barcelona
La Generalitat deja en incógnita si la construcción de los elevadores largamente reivindicados en la parada de Plaça de Sants comenzará este año, como acordó con el Ayuntamiento
El metro de Barcelona tratará de reducir molestias por vibraciones con obras en 14 tramos de túnel
Jordi Ribalaygue
Periodista
Periodista especializado en información local de Barcelona y el área metropolitana. Ha trabajado en El Mundo, EFE, Público, Ara, Tot Barcelona y medios locales de Sant Adrià de Besòs y Badalona. Ha colaborado en la redacción del libro 'Objectiu Venus', sobre el barrio de La Mina.
Ester se agarra al brazo de su hijo, Antonio, para descender las escaleras de la boca de metro de Plaça de Sants. Allí confluyen un andén de la Línea 1 y otro de la Línea 5, por los que transitaron casi 5,6 millones de personas en 2023. Pese a acreditar una alta afluencia, carece de ascensores y tiene una única escalera mecánica, solo de subida en una salida de la L1. Es una de las 12 paradas pendientes todavía de adaptarse a los pasajeros con movilidad reducida en la red del suburbano de Barcelona. Aun siéndole adversa, la estación de Plaça de Sants es la que cae más cerca de casa a Ester, que se apoya en una muleta para desplazarse.
“Cojo cada día el metro, pero esta parada está muy vieja -resopla la vecina-. A veces, voy andando sola hasta Mercat Nou, porque está nueva y remodelada. Allí no tengo problema para moverme, pero aquí es un lío… Viene mi hijo para ayudarme a bajar a la L1 y luego ya se marcha. Estos días puede hacerlo, porque está de vacaciones”. Una mujer que observa la escena se suma a la conversación: “Lo que le pasa a esta señora es la rutina que vemos cada día. Nos genera muchos problemas que no haya ascensores”.
El proyecto para dotar por fin a Plaça de Sants de ascensores figuró en la lista de acuerdos alumbrados en la última comisión mixta de la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona, reunida el pasado octubre. El anuncio vino precedido de una manifestación pocos días antes en Sants, donde los elevadores se exigen desde hace más de una década. Sin embargo, el compromiso para atender el ruego de los vecinos se ha puesto en cuarentena menos de medio año después, al truncarse los presupuestos del Govern para 2024 y precipitarse la convocatoria de elecciones para el 12 de mayo.
Tras la cumbre entre el ejecutivo catalán y el consistorio del pasado otoño, se concretó que los trabajos para colocar el ascensor correspondiente a la L5 empezarían este 2024. No obstante, el Departament de Territori evita confirmar ahora si la planificación se mantiene, una vez que las cuentas han tenido que prorrogarse tras frustrarse las negociaciones para que En Comú Podem se adhiriera al pacto de ERC y el PSC para las finanzas de la Generalitat.
“La licitación dependerá de las posibilidades presupuestarias”, contesta la conselleria. Añade que el departamento se halla en pleno análisis para medir el “impacto de la no aprobación de los presupuestos en todas las obras”, incluida la reforma para equipar Plaça de Sants con elevadores. Por ahora, el Ayuntamiento prefiere pensar que el bloqueo de las cuentas autonómicas no alterarán las previsiones. “Confiamos en que se mantengan los compromisos de inversión y calendario acordados”, expresa.
En cambio, el Centre Social de Sants -movilizado por que las instalación se desbloquee- reprocha que las instituciones “se pasen la pelota”. Teme que el cierre abrupto de la legislatura en el Parlament aplace una remodelación para la que no acepta más demoras. “Nadie nos ha dicho si afecta, pero lo más preocupante es que no hay comunicación, cuando hay una carencia y una necesidad”, señala el vicepresidente de la entidad, José Antonio Blasco.
El movimiento vecinal prepara una nueva concentración para reclamar que la parada sea de una vez accesible. Se programa para el 3 de mayo, coincidiendo con el día de las personas con discapacidad. “Las demandas lícitas de los vecinos siempre quedan pospuestas y no entendemos por qué es así. Si hay voluntad, la convocatoria de elecciones no debería ser un problema”, opina Blasco.
Casi 30 millones de euros
Se estima que la construcción de los ascensores costará casi 30 millones de euros. La cantidad se reparte casi a partes iguales entre las tareas a acometer en cada una de las dos líneas que desembocan en Plaça de Sants. Territori planifica que el elevador se habilite en primer lugar en la L5, al mismo tiempo que se abre un pasillo que comunique con la L1.
El departamento explica que el proyecto para acondicionar la línea azul “está en fase de revisión previa a su aprobación definitiva, lo que se prevé para esta primavera”. Se estima un coste de 14,8 millones de euros. En paralelo, la conselleria calcula que el diseño del ascensor de la línea roja se elabore entre “2025 y 2026, con previsión de ejecución de obras a continuación”. Las tareas para ubicar un elevador en la L1 entrañan “mayor complejidad” que en la L5, advierte Territori.
Por su parte, el Centre Social de Sants reprocha indefinición e, incluso, contradicciones. “Tuvimos una reunión con Territori en enero, nos dijeron que las obras se licitarían en poco tiempo y que empezarían en septiembre. Nos preocupan las fechas”, admite Jordi Falcó, miembro de la asociación vecinal. Recuerda que ya se esbozó un plan para proveer de ascensores a Plaça de Sants en 2007. “Pero, con la crisis, no tiró adelante” lamenta.
La entidad ha recogido hasta ahora unas 2.000 adhesiones para solicitar los elevadores. “Nos es igual el color político de la Generalitat, los vecinos necesitamos ascensores ya. Son servicios que deberían de estar a nuestra disposición pero la realidad es que mucha gente no puede hacer un uso razonable del transporte público”, critica Blasco.
El movimiento vecinal observa que la privación resulta aún más clamorosa si se repara en que numerosos pacientes toman el metro en Plaça de Sants en dirección al Clínic. Gustavo baja al andén con dificultad y sosteniédose con una muleta para ir al hospital. En su caso, acude al de Sant Cugat. “Uso esta parada porque no me queda más remedio, porque la estación de Sants me queda lejos y luego debo tomar el ferrocarril. Es una faena, pero hay gente mayor que aún lo tiene peor. Y subir es mucho más complicado que bajar”, atestigua.
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