Plaga urbana

Barcelona prueba con águilas y halcones para ahuyentar a las palomas en torno al Camp Nou

El Ayuntamiento recurre a la cetrería durante seis semanas en Les Corts para que las rapaces dispersen a las aves urbanas sin necesidad de llegar a devorarlas

El Pódcast de EL PERIÓDICO: Barcelona trata de disuadir a los alimentadores de palomas

Un cetrero con dos águilas de Harris que se emplearán para ahuyentar a palomas en Les Corts, en Barcelona.

Un cetrero con dos águilas de Harris que se emplearán para ahuyentar a palomas en Les Corts, en Barcelona. / J. R.

Jordi Ribalaygue

Jordi Ribalaygue

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Barcelona prueba con las normas innegociables del reino animal para que la ley del más fuerte impere sobre la sobrepoblación de palomas en la urbe, que incordia en algunos puntos de la ciudad. El Ayuntamiento se encomienda durante seis semanas a la cetrería para espantar a la ave urbana por excelencia en torno al Camp Nou, uno de los puntos donde abunda. A raíz de las obras para reconstruir el estadio, una bandada se trasladó del coliseo azulgrana a las inmediaciones y anidó sobre todo en un bloque de pisos de Travessera de Les Corts, que ha pedido medidas y compensaciones por la suciedad y las molestias que atribuye a las palomas. El consistorio confía ahora en las rapaces para ahuyentarlas, sin llegar a que devoren algunas. Al menos, es lo que se prevé a priori. 

Las elegidas son unos pocos ejemplares de águilas de Harris y halcones. En grupos de dos, tres o hasta cuatro aves, se lanzarán en vuelos controlados de 08.00 a 16.00 horas, cada día y durante las dos próximas semanas. A partir de entonces, y a lo largo de un mes, revolotearán unos tres días a la semana para tratar de dispersar a las palomas en las zonas habitadas colidantes al Camp Nou y los jardines de Bacardí y la Maternitat.

“Las palomas son listas y saben dónde hay comida. La cuestión es que dejen de sentir que es una zona segura para alimentarse”, ilustra Albert Tomás, director de la empresa de cetrería Soma, contratada por el Ayuntamiento para la prueba. La compañía presta servicios similares en aeropuertos y hoteles, también para asustar a palomas y gaviotas, incluso jabalíes.

En principio, las rapaces no deberían perseguir a las palomas hasta el punto de atacar a alguna para cómersela. La pareja de águilas que se ha mostrado esta mañana es devoradora habitual de conejos. Los cetreros que las manejan les proporcionarán alimento mientras sobrevuelan calles de Les Corts para hostigar a las aves urbanas. El objetivo es infundir temor en la bandada para que se disgregue, sin llegar a la escena truculenta de un pájaro atrapado y desmembrado en plena calle.

“Pueden comerse palomas, pero no es la intención. Además, una paloma muerta no aprende”, sostiene Tomás. Añade que se evita en todo caso lanzar unas especies contra otras. La táctica consiste en que los cetreros muestren a las aves adiestradas allí donde se concentren las aves urbanas. La mera exhibición de las águilas y los halcones o, como mucho, un corto sobrevuelo deberían bastar para que las palomas se sientan amenazadas y huyan. “Se evita que la rapaz esté en ventaja, porque si se lanza contra las palomas se las comerá -reconoce Tomás-. Se las levanta, la ven y, a partir de ahí, las palomas tienen la posibilidad de quedarse o marchar. ¿Comerán habiendo un peligro o buscarán otro sitio? Se marchan, porque buscan seguridad”. 

A ras de suelo

El papel preponderante para dispersar a las palomas en las inmediaciones del Camp Nou se asigna a las águilas. A diferencia de los halcones, son aves de un aspecto más fornido y, ante todo, de vuelo bajo, lo que las hace ágiles desplazándose “de árbol en árbol y de casa en casa”, explican quienes las manejan. En todo caso, se podría recurrir a los halcones en casos puntuales en Les Corts, en especial en zonas despejadas de viviendas y donde puedan escrutar a las presas desde mayor altura, como sería el caso de los aledaños del estadio.

Un cetrero con un halcón en Les Corts, en Barcelona, donde el Ayuntamiento quiere ahuyentar una colonia de palomas.

Un cetrero con un halcón en Les Corts, en Barcelona, donde el Ayuntamiento quiere ahuyentar una colonia de palomas. / J. R.

El uso de la cetrería para espantar a las palomas no es nuevo en Barcelona. En 2017, ya se empleó en torno a la Anella Olímpica, donde se detectó que la aglomeración de palomas dañaba el techo del Palau Sant Jordi. “Se procura que dejen de concentrarse en zonas donde causan problemas”, comenta la directora de Bienestar Animal del Ayuntamiento, Carmen Maté. Señala que, si los resultados son favorables, se estudiará trasladar a las rapaces a otros barrios. En perspectiva, hay dos distritos más de la ciudad donde podrían ser útiles.

Grandes alimentadores

En cualquier caso, las águilas y los halcones no son la solución para controlar la abundancia de palomas en la capital. Se estima que unos 85.000 ejemplares viven en Barcelona, según el último censo. Viene a doblar la proporción que el consistorio juzga aconsejable por kilómetro cuadrado.

El Ayuntamiento pone el foco sobre todo en que se deje de lanzar comida en la calle. Señala que es el principal inductor de que las palomas proliferen y colonicen ciertos lugares de la urbe. En ese sentido, trata de disuadir a los 350 grades alimentadores que tiene identificados. Echan más de dos kilos para nutrir a los pájaros al día.

“Interactuamos con los grandes alimentadores para establecer un vínculo, saber sus motivaciones y ajustar la estrategia para que dejen de darles de comer. Hay casos de soledad, pero también otros perfiles. Estamos mirando cómo conseguimos que reduzcan la cantidad de comida que lanzan”, explica Maté. 

Aparte, Barcelona dispone de una cuarentena de dispensadores de pienso anticonceptivo en la vía pública. También procura ponerlo difícil a las palomas para que dejen de reposar y anidar en cornisas y otras salientes de espacios públicos. El Síndic de Greuges de Barcelona ha planteado que las ordenanzas municipales prohíban explícitamente dar de comer a las palomas para intentar contener la sobrepoblación de esta clase de pájaros, indisociables a la ciudad. “Queremos hacer todo lo posible para no llegar a ese decreto. Es la última opción si los esfuerzos que hacemos no dan resultado”, contesta Maté.

Vecinos afectados: "Las águilas estarán durante el día, pero las palomas vienen a nuestro edificio al anochecer"

La bandada de palomas irrita a los vecinos de un bloque de la Travessera de Les Corts desde el verano pasado, justo cuando los derribos para reformar el Camp Nou se intensificaron. Desde entonces, los vecinos se afanan a limpiar y colocar remedios caseros con los que tratan de sacudirse la presencia incómoda de los pájaros. Las peticiones para que se instalara una red en la finca o que se les compensaran los costes sobrevenidos con una reducción del IBI no han prosperado.

Ahora, tras meses esperando una respuesta, cruzan los dedos ante la expectativa que las aves rapaces puedan ahuyentar a las palomas. "A ver si funciona. Veremos si las palomas aún vendrán a dormir al anochecer a nuestro edificio. No las tenemos durante el día, aunque las águilas y los halcones solo volarán de ocho de la mañana a cuatro de la tarde", observan.

El Ayuntamiento y los responsables del plan piloto aclaran que las rapaces no se lanzarán para que ataquen a las palomas y las devoren. En todo caso, el Partido Animalista (PACMA) se opone a que se recurra a la cetrería, así como al uso de pinchos, redes o trampas.

"Abogamos por un control ético usando pienso anticonceptivo, construyendo comederos y refugios", defiende el PACMA. La formación animalista defiende que, de ese modo, "no sólo haría que el número de individuos disminuyera, también ayudaría a concentrar a las palomas en puntos determinados donde no molestaran tanto a las personas que no las aceptan". "Disminuiría también la problemática de las heces y, por consiguiente, el supuesto riesgo de contagio de enfermedades, sobre todo entre las propias palomas, que es lo que más debería de importar", aduce el partido.