Plaga urbana

El incordio de convivir con palomas en Barcelona: “Las oigo como si estuvieran dentro de casa”

Tres casos en distintos barrios ejemplifican cómo los nidos de aves en edificios pueden trastocar la rutina mientras la solución se atasca

Plaga de cucarachas en Barcelona y resto de Catalunya: variedades y cómo evitarlas

Dos palomas en un patio interior del Raval, en Barcelona.

Dos palomas en un patio interior del Raval, en Barcelona. / FERRAN NADEU

Jordi Ribalaygue

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“Fue terrible en verano. Tuvimos más de 300 palomas en el edificio”, afirma una vecina que vive en la Travessera de Les Corts, en un bloque delante del semiderruido Camp Nou. Los derribos tuvieron el efecto imprevisto de ahuyentar a la colonia que habitaba las entrañas del estadio y que anidara en los huecos de la fachada situada frente al gol sur. 

La comunidad envió un burofax al Barça y presentó una instancia al distrito meses atrás, relatando los sinsabores que han vivido con las obras. Aparte del “estrés” que les causó el ruido y el polvo, dieron cuenta de que los excrementos de las palomas “son la desagradable alfombra” que “imposibilita hacer uso de las terrazas”, además de suponer “un problema de salubridad”. Además, el canturreo de los pájaros se ha convertido en “el nuevo despertador hacia las seis de la mañana”. “Esto nos obliga a instalar mecanismos antipalomas”, resaltaron.  

El edificio está habitado por solicitantes de viviendas de protección oficial y expropiados que han sido reubicados. Abonan de 800 a 1.000 euros al año de IBI y han sugerido que se les aplique una rebaja del impuesto para compensar los gastos que han asumido para tratar de aislarse de la remodelación del Camp Nou. El Ayuntamiento de Barcelona replica que la ley no permite exenciones de ese tipo.  

Aparte, el distrito de Les Corts ha denegado instalar una red en el inmueble, como sus habitantes proponían. Augura que empeoraría las cosas. “Las palomas podrían nidificar o quedar enganchadas”, previene el distrito, que estudia “diversas opciones” para deshacer la molestia de las aves. Están pendientes de implantarse. “Ahora los pájaros no se notan tanto, pero en primavera suponemos que será terrible”, temen en el inmueble. 

Palomas acurrucadas en un edificio semiderruido en la calle Arc del Teatre, en Barcelona.

Palomas acurrucadas en un edificio semiderruido en la calle Arc del Teatre, en Barcelona. / MAITE CRUZ

El caso ejemplifica cómo un asentamiento de palomas puede trastocar la rutina de una escalera. Un engorro similar se vive en fincas desiertas de la ciudad, donde los animales hallan acomodo para exasperación del vecindario. 

“Nuevos okupas”

Del número 19 de la calle Arc del Teatre, cerca de La Rambla, solo queda la fachada. El interior se demolió hace unos cinco años, tras desplomarse los techos de varias plantas. Se vinieron abajo después de un largo período de dejadez, en que el edificio fue ocupado y sufrió un incendio. “Desde el derribo, permanece vacío y con palomas como nuevos okupas”, dicen fuentes del sector inmobiliario. 

“La propiedad lo vació y lo lleno de vigas para que la estructura aguante. Son ideales para los pájaros. Por dentro, es como una jaula gigante”, compara Alberto. Vive en una de las escaleras del Raval que comparten patio interior con el bloque deshabitado. Aun sin irrumpir en multitud, las aves se cuelan sin obstáculo en el edificio, desprovisto de techo y de una malla protectora.  

Desde su ventana, Alberto oye el arrullo de las palomas que se acurrucan en los salientes y el entramado que sostiene los restos del edificio. “Llega a ser bonito escucharlas -piensa-. Es mejor así que con los últimos okupas, que vendían droga y tiraban cosas por la ventana… Pero las cacas de las palomas empiezan a ser una cuestión higiénica que preocupa. Es un poco inquietante”. 

Una paloma sobre un toldo en un patio interior del Raval, en Barcelona.

Una paloma sobre un toldo en un patio interior del Raval, en Barcelona. / FERRAN NADEU

El Ayuntamiento explica que recibió quejas por presencia de palomas y suciedad en 2021. Inspeccionó el inmueble y abrió un expediente por insalubridad, archivado después de que el propietario acreditara que el interior se hallaba en buen estado. Fuentes vinculadas a la finca puntualizan que se revisa cada seis meses y que, en caso de necesidad, se limpia el solar. “Se acaba de hacer hace un mes”, señalan.

Isidre vive pegado al inmueble despoblado. Las palomas le incomodan solo de forma “muy relativa”, aunque su gorjeo resuena en el piso: “Se ponen en el tubo de ventilación de humos de la cocina y las oigo como si estuvieran dentro de casa. Voy a tener que hacer algún invento para echarlas y poner una rejilla”. Pese a que acumula años sin habitar, no se atisba que el inmueble vaya a rehabilitarse. “No se debe a un proyecto, sino a la inacción del propietario”, aclaran en el sector.

También encallada se halla la solución para un edificio medio desplomado en la calle Piquer, en el Poble-sec, invadido por las palomas y las ratas. La Asociación de Vecinos comenta que, tras volver a trascender las críticas, el distrito y representantes de la propiedad se reunieron. 

El Ayuntamiento contesta que, cuando recibe un aviso por una plaga de palomas, el distrito insta al dueño a retirar los nidos e impedir que reposen en la finca. “Si no actúa, se hace una orden de actuación subsidiaria y los costes se giran al titular”, apostilla. En todo caso, el estropicio de la calle Piquer sigue sin arreglo. Josep Maria reside en un bloque colindante a la finca devenida en un nido inmundo. “No se ponen de acuerdo y nosotros somos los que lo sufrimos. Hace años que estamos así”, reprocha.

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