En Diagonal Mar
Barcelona prepara el desalojo de un campamento junto a la playa: "Iremos a otro parque porque no nos dan solución"
El Ayuntamiento avisa a los barraquistas que inicia el proceso para expulsarlos antes de recabar la orden del juzgado, mientras los vecinos reclaman un realojo digno para los acampados y más seguridad en la zona
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Jordi Ribalaygue
Periodista
Periodista especializado en información local de Barcelona y el área metropolitana. Ha trabajado en El Mundo, EFE, Público, Ara, Tot Barcelona y medios locales de Sant Adrià de Besòs y Badalona. Ha colaborado en la redacción del libro 'Objectiu Venus', sobre el barrio de La Mina.
Luis revuelve una maleta junto a la lona bajo la que se resguarda al borde de la Ronda Litoral, en Barcelona. La abre y está repleta de libros de Conrad, Miguel Hernández, Baudelaire, Sartre, unos cuantos mangas... Se antojan los escasos restos de los naufragios que lo han abocado a la calle, desde los desengaños a la adicción a las drogas. Los regala a quien se para a charlar y escucharle en el asentamiento al que llegó hace un par de semanas y que va poblándose desde el verano pasado. Se cuentan al menos una docena de casuchas frente a la playa de la Nova Mar Bella, tiendas de campaña incluidas. Está pendiente que el Ayuntamiento las desaloje.
“¿Si viene alguien a ayudarnos? Muy pocos -calibra Luis-. Unos chicos de una asociación a repartir ropa, de una comunidad a traer comida caliente… Muy eventualmente. Somos invisibles, ciudadanos de tercera. Del Ayuntamiento solo han venido con esta citación”. Muestra el documento, sellado por el distrito de Sant Martí a mediados de febrero. Es un aviso a los moradores de que se ha abierto un procedimiento de declaración de infravivienda del descampado, en las inmediaciones del trazado donde debe extenderse el nuevo paseo marítimo.
La hoja advierte que, de certificarse las evidentes condiciones míseras de habitabilidad, se dictará "la prohibición de disponer de la finca como vivienda” y “la clausura del inmueble, con el desalojo de sus ocupantes”. Aunque la resolución anticipa una expulsión inexorable, el distrito puntualiza que se requiere antes de autorización judicial para despejar el terreno.
Añade que, aparte, se abre un plazo para que los pobladores aleguen. “El policía nos dijo que quizá podemos estar hasta antes del verano”, comenta Luis. Viene a cuadrar con lo que el distrito ha informado a algunos vecinos, a los que ha anunciado que el trámite para desalojar el espacio puede tardar unos seis meses.
De nueve a 21 desalojos conocidos
Amics del Moviment Quart Món, que auxilia a familias acampadas en Barcelona, señala que se trata de una vía cada vez más frecuente para expulsar a barraquistas. “Es un procedimiento administrativo, como una multa, sin denuncia civil o penal, y va muy rápido. De las familias que conocemos, pasamos de nueve procesos así en 2020 a 21 en 2023. Quizá no representen ni una cuarta parte de todos los casos”, estima la ONG.
El Ayuntamiento asegura que los servicios sociales intervienen. “La atención social se basa en la conformidad de las personas potencialmente usuarias y, desgraciadamente, no se ha producido de momento” en el caso de la Nova Mar Bella, apunta. Agrega que se prestan “diferentes servicios de alojamiento en función de la vulnerabilidad y la disponibilidad”.
Los chabolistas replican que no les ofrecen nada. Quart Món opone que el proceso entraña “muchas desventajas”. “Cuando se declara un caso de infravivienda, no pueden entrar en la Mesa de Emergencia de vivienda”, destaca.
El atestado entregado a los chabolistas describe la indigencia del paraje pegado a la costa: “no disponen de suministro de agua corriente, ni electricidad, ni de instalaciones sanitarias”; “usan fogones portátiles y fuego en tierra para cocinar y calentarse”; “acumulan material de recogida”… Concluye que “la situación se puede considerar grave por las condiciones de habitabilidad, higiene, de salubridad y exposición climatológica”.
Piden alojamiento
Las entidades vecinales del entorno han instado al Ayuntamiento a atender a los asentados. “No hay agua ni ningún tipo de servicio. Las condiciones de higiene son lamentables -remarca la Asociación de Vecinos de Front Marítim-. Los vecinos están muy preocupados porque ven crecer el asentamiento sin que se vea una solución a corto plazo”.
La ronda separa a los bloques construidos a principios de siglo de la acampada. En una de las escaleras, han acordado trasladar su inquietud al distrito. “La idea es pedir que se consiga un realojamiento digno para esta gente y que los servicios sociales les busquen una solución habitacional. La situación no es lógica y, a nivel sanitario, es crítica”, previene José Manuel, vecino de la zona.
“¿No hay solares vacíos y hacen pisos con contenedores? Pues que los hagan también para esta gente. Ahora los sacan de un descampado y se van a otro”, cuestiona Movimiento Diagonal Mar. Subraya que “cada vez hay más” personas sin techo que buscan cobijo en el barrio, incluidas las entradas y salidas de las rondas, los porches bajo las fincas y el acceso a la playa, como pasó el verano pasado.
Hay vecinos que atribuyen episodios de incivismo e inseguridad a algunas personas sin hogar que merodean por Diagonal Mar. “Algunos son educados, pero a muchos los ves haciendo sus necesidades por ahí. La imagen de la ciudad no queda muy dignificada”, piensa Pablo. “Unos molestan más que otros, porque son menos educados, son más violentos o beben y, entonces, no son tan majos -afea-. Dentro de la comprensión de que se les debe buscar solución, hay permisividad y preocupa que se cree efecto llamada hacia esta zona”.
“No entiendo que la gente que tiene poder para distribuir nuestros impuestos duerma tranquila sabiendo que hay gente en la calle -plantea Isabel-. Al mismo tiempo, el barrio es inseguro. Jaume Collboni es convecino nuestro. Si él no puede hacer nada, no sé qué podemos hacer el resto”.
Los entrevistados en el asentamiento de la Nova Mar Bella proceden de otras barracas que se desmontaron sin que se les brindara un techo, afirman. “El problema es que se convierte en un bucle”, observa Irina, que llegó al campamento a la vez que Luis. “Nos echaron de la playa y la policía nos mandó para acá -sostiene-. Pero a la semana ya vino la notificación”.
Irina atestigua que perdió el trabajo en la pandemia y que sufrió un “infierno” durante el matrimonio. Lleva un año al raso. “No es mucho, pero para mí sí que lo es”, distingue. Tiene claro que, si los sacan de la parcela, irán a “otro parque”. “Y seguiremos en el mismo bucle, porque no nos dan solución”, se queja.
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