En el entorno de la incineradora

El polvo negro inquieta a los vecinos del Besòs: “No sabemos qué respiramos”

El 'caso Tersa' y el rastro de un hollín de origen desconocido en pisos de Sant Adrià alientan la angustia por la contaminación en la periferia de Barcelona

DOCUMENTAL | Historia de una contaminación: la incineradora del Besòs

El polvo negro inquieta a los vecinos del Besòs: “No sabemos qué respiramos”

Foto: Jordi Otix | Vídeo: Jordi Otix y Patricio Ortiz

Jordi Ribalaygue
Jordi Otix
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Carlos Canales agarra un trapo impoluto y lo somete al mismo examen que repiten otros vecinos de Sant Adrià de Besòs, a las puertas de Barcelona. Antes de frotar el paño, puntualiza que hace apenas tres días que limpió la terraza, desde la que se atisban las chimeneas que sobresalen a pocos cientos de metros: tras un descampado y las vías del tren, se alinean la incineradora de Tersa -investigada por presuntas emisiones contaminantes por encima de lo autorizado- y las centrales de ciclo combinado de Endesa y Naturgy

Tras las aclaraciones, Carlos procede a la prueba: restriega sobre la mesa del balcón, en la pérgola, encima de una lámpara… Basta para que la tela quede negrísima. “El polvo negro se acumula en bordillos, barandillas, tarimas… No sabemos qué es. Más allá de que mancha, nos preocupa no saber de dónde viene y si puede generar un problema de salud”, expresa el vecino. 

El último informe de la Guardia Civil incorporado al ‘caso Tersa’ detecta temperaturas inverosímiles para la quema de basura y no halla garantía suficiente de que la compañía evite la dispersión de dioxinas y furanos cancerígenos. La sospecha de que la actividad de la empresa que más toneladas de desechos calcina en Catalunya puede resultar insalubre ha venido a alimentar aún más la alarma por la mugre que impregna viviendas cercanas a la zona industrial de la desembocadura del río Besòs y la ronda Litoral, que circunda las inmediaciones de los bloques.  

Enrique Ordiñaga domina la incineradora y las centrales de producción energética de un vistazo desde el balcón, sin que se interpongan edificios entre medio. “Cada dos por tres tengo que pasar el trapo, también cuando comemos en la terraza, porque está siempre lleno de polvillo negro. Me gustaría saber qué es. Me produce preocupación, porque no sé qué estoy respirando”, confiesa.

La inquietud ha hecho que proliferen las preguntas sobre ese hollín que retrotrae a la ciudad a su pasado, marcado por la polución que factorías químicas, metalúrgicas y eléctricas esparcieron y los episodios de lluvia negra atribuidos a la antigua térmica de las Tres Xemeneies, foco ahora de una operación para construir 1.783 pisos y un complejo de empresas tecnológicas en su entorno. “La gente está muy preocupada. Nos llegan muchísimas consultas”, afirma José Caparrós, presidente de la Asociación de Vecinos de La Catalana, un barrio a corta distancia del área fabril.  

Un problema “constante”

El Ayuntamiento de Sant Adrià aclara que el percance no es pasajero. Cataloga el polvo negro como “una constante” que salpica a parte de la ciudad de 37.000 habitantes. “Se ha puesto más de manifiesto ahora por las quejas de los vecinos”, explica el consistorio.

El ejecutivo municipal del PSC asegura que trata de localizar el origen de la suciedad. No sabe con certeza de dónde procede. “Lo más probable es que venga de la circulación de los vehículos del entorno, en vías de alta capacidad”, aventura. Añade que ha contactado con el Ayuntamiento de Badalona, que estudió unas partículas similares tiempo atrás, y mira de averiguar “si alguna empresa que no está en el término municipal de Sant Adrià, pero sí cerca, tiene algo que ver con este polvo”.  

José Caparrós y Enrique Ordiñaga, desde un balcón que se asoma a las centrales de ciclo combinado y la incineradora de Sant Adrià de Besòs.

José Caparrós y Enrique Ordiñaga, desde un balcón que se asoma a las centrales de ciclo combinado y la incineradora de Sant Adrià de Besòs. / JORDI OTIX

En principio, el Ayuntamiento exime de sospecha a Tersa, Endesa y Naturgy. En las últimas semanas, tanto la incineradora como Endesa han negado que su producción cause el polvo, informó Badalona Comunicació. En todo caso, el gobierno local de Sant Adrià se compromete a efectuar mediciones en torno al tramo en que cohabitan las eléctricas y la planta de tratamiento de residuos. “Se han hecho este invierno y se harán en primavera. Una vez que se cuente con los resultados, se hará la valoración”, comenta. 

Marea de escepticismo

Caparrós percibe que en la población cunde “una marea de muchas dudas” y “mucho escepticismo”. “Se han hecho análisis de calidad del aire avisando con tiempo a las centrales. Los resultados siempre eran positivos, pero una cosa son los análisis bajo aviso y otra la sensación que tenemos”, distingue.

Las imágenes de las columnas de humo que se levantan desde la incineradora y los ciclos combinados -a menudo de gran altura, alguna vez de color amarillento- corren entre los vecinos. No contribuyen precisamente a tranquilizar. “Es alarmante. Pero el problema es lo que no vemos, las dioxinas cancerígenas. ¿Realmente las controla alguien? Me parece que no”, recela Enrique. “Si el que controla es la misma empresa pública que lo hace mal y que le interesa gestionar la basura de la forma más económica para tener más beneficios… Da mucho que pensar”, observa Carlos. 

Pau Donay y Sheila Rodríguez mostrando el polvo que se acumula en el balcón de su piso, en Sant Adrià de Besòs.

Pau Donay y Sheila Rodríguez muestran el polvo que se acumula en el balcón de su piso, en Sant Adrià de Besòs. / JORDI OTIX

“¿Si es un peligro para la salud? Por supuesto. Desde luego. Sin lugar a dudas”, responde Pau Donay, convencido. Vive al otro lado del Besòs, a menos de un kilómetro en línea recta de Tersa y las eléctricas. “Llegué al piso en el 2000 y el polvo ha ido a más, a más, a más… Se ha vuelto insoportable”, asegura. 

Pau se presta a pasar una servilleta y a barrer el balcón para mostrar que no exagera. “Limpiamos cada día pero da igual, al día siguiente vuelve a estar sucio -lamenta-. No es el típico polvo por falta de limpieza, sino que es un polvo negro que no hace mucha gracia, porque eso lo estamos respirando. La incineradora y los ciclos combinados los tenemos quizá a 300 metros. No deberían de estar ahí”.

Sant Adrià ha ganado nuevos habitantes en La Catalana, un vecindario rehecho por completo en la última década y media. Los domicilios habitados desde hace menos tiempo son los más próximos a las fábricas. “Sabíamos que las teníamos al lado, pero creía que estaba mucho más controlado -tercia Enrique-. Los que hemos comprado en esta zona pensábamos que teníamos una garantía. Nos da la sensación de que nos hemos metido en el culo de Barcelona”. 

De remate, una peste extraña empapa la ropa tendida en algunos puntos del barrio. “Me pasó hace un par de semanas -atestigua Carlos-. Guardamos las prendas y, a los días, olían a barbacoa. Tampoco tenemos claro de dónde viene ese olor”.

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