Colau y Collboni de 2016 a 2017

El precedente de un pacto PSC-ERC en Barcelona: así fue el último gobierno de 15 concejales

La alianza entre los Comuns y los socialistas acabó con la expulsión de los segundos por su apoyo al 155

Colau gana aire en la gestión pero se complica consensos futuros con su pacto con Collboni

Ada Colau y el trío imposible

Colau y Collboni, durante la presentación del pacto que cerraron en mayo de 2016.

Colau y Collboni, durante la presentación del pacto que cerraron en mayo de 2016. / MARTA PÉREZ / EFE

Toni Sust

Toni Sust

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Han pasado casi ocho años y muchas cosas desde que el 13 de mayo de 2016 Ada Colau y Jaume Collboni comparecieron para presentar el acuerdo por el que Barcelona en Comú y el PSC formaron gobierno en Barcelona. Era un gobierno de 15 concejales (11 de Colau y 4 de Collboni), como el que formarían los socialistas y ERC (10+5) en cuanto concreten el pacto que en estos momentos parece más probable en la capital catalana.

El actual escenario de pacto municipal está marcado por la decisión de los de Collboni de descartar como socio a Junts per Barcelona y, a la vez, evitar que Barcelona en Comú entre en el Ejecutivo local. Collboni prefiere el apoyo externo de los Comuns. Por lo menos, por ahora. Por lo menos, con la exalcaldesa Colau en la fórmula. Hace siete años fue distinto: fue ERC quién no se quiso sumar a Comuns y PSC para formar un tripartito.  

Sin mayoría, pero con más oxígeno

Sirva aquel gobierno, que duró año y medio, hasta la expulsión del PSC por parte de Colau, en noviembre de 2017, por su apoyo a la aplicación del 155 en Catalunya, como ejemplo de lo que podría ser este. Porque la experiencia permite saber lo que resulta un tanto evidente: con 15 ediles no se ganan las votaciones fácilmente. Faltan seis para los 21 de la mayoría absoluta.

Colau llevaba en mayo de 2016 casi un año gobernando con sus 11 concejales, ella incluida, y esa precariedad de personal se sumó a la falta de experiencia política de casi todos sus miembros. Por eso vivió con alivio el pacto que cerró con el grupo de Collboni, que venía del descalabro electoral del 2015 y sumaba solo cuatro concejales. Colau ganó oxígeno en la gestión, pero alejó a ERC, entonces capitaneada por Alfred Bosch, que pasó a ejercer una oposición dura y le negó su apoyo en el plenario: los republicanos tenían entonces cinco ediles, como ahora.

Elisenda Alamany, ¿segunda teniente?

El pacto marcó el inicio de la distancia: un poco antes la alcaldesa aún había logrado que socialistas y republicanos le aprobaran una modificación de crédito con sus votos, aunque también fue decisiva la abstención de la CUP. Si el pacto con el PSC alejó a ERC, no digamos ya a los anticapitalistas.

Si las aguas de un pacto PSC-ERC corriesen ahora por sendas similares a las de entonces, Elisenda Alamany, presidenta del grupo republicano, sería segunda teniente de alcalde en el gobierno de Collboni, como él lo fue de aquel Ejecutivo del primer mandato de Colau como alcaldesa. Eso mantendría a Laia Bonet, actual mano derecha del alcalde, como primera teniente.

Cuatro distritos

Luego habrá que repartir tareas y distritos. Empezando por lo segundo, sería de prever que ERC asumiese la gestión de cuatro distritos, es decir, que todos sus ediles menos Alamany se encargasen de uno. Hay que recordar que ahora el socialista David Escudé dirige dos: Sant Martí y Les Corts.

En 2016, el PSC, con un concejal menos que ERC ahora, se encargó de la dirección de tres distritos. Sarrià-Sant Gervasi lo pasó a dirigir Daniel Mòdol. En el Eixample, Montse Ballarín quedó al frente de la nave. Y Sant Andreu recayó en Carmen Andrés. Solo con eso, los concejales socialistas que se vieron liberados de gestión territorial ganaron un tiempo considerable para sus carteras temáticas.

Las áreas

También habrá que determinar qué áreas recaen en el nuevo socio. Al Collboni segundo teniente de alcalde le correspondieron las de Empresa, Cultura e Innovación, con la tutela de la promoción de la ciudad en relación con la Fira de Barcelona, la Fundación Mobile y el Consorcio de la Zona Franca. En definitiva, lo que no eran especialmente platos de gusto de Barcelona en Comú en aquellos años.

A Collboni le tocó también la interlocución formal con la Generalitat, pero la verdad es que Colau siempre se reservó ese papel en último término. Porque Colau mandaba mucho más que el PSC en ese gobierno de 15 concejales. Y todo indica que ahora también el PSC sería el que marque la pauta del Ejecutivo local si lo comparte con los cinco concejales de Alamany.

Los presupuestos

En lo que atañe a las dificultades potenciales en las votaciones, es cierto que el sistema permite a un alcalde una autonomía de funcionamiento considerable. Así, incluso si no logra pasar de los 15 votos para aprobar los presupuestos -los de 2024 siguen pendientes-, con una cuestión de confianza podría lograr validar el proyecto que presentó en otoño el teniente de alcalde Jordi Valls. Este sistema ya lo usó Colau en aquel primer mandato y le funcionó a falta de una mayoría alternativa.

Porque con una cuestión de confianza, las cuentas prosperan a menos de que la oposición se una en bloque para elegir un nuevo alcalde. Y para que eso sucediera con ERC en el gobierno, serían necesarias alianzas que incluso ahora, cuando las sorpresas son la norma en el Ayuntamiento de Barcelona, se antojan inviables: deberían sumar sus votos Junts, Barcelona en Comú y el PP,  o Junts, Barcelona en Comú y Vox, o los cuatro grupos a la vez.

Geometría variable

Y luego está la posibilidad de que Collboni quiera optar por la geometría variable, buscando ora el voto de Junts, ora el de los Comuns, si bien los dos grupos han advertido de que si se quedan en la oposición ejercerán como tal.

Por ejemplo, en temas como la flexibilización del 30% de vivienda protegida en las grandes promociones y rehabilitaciones, el gobierno podría buscar a los de Xavier Trias. Para proyectos más anclados a la izquierda, a los de Colau. Y, así, el PSC podría llegar al final de mandato sin difuminar su liderazgo. Cómo se cobre cada grupo el papel de socio de gobierno o externo en las elecciones de 2027 ya es harina de otro costal.

Suscríbete para seguir leyendo