Discrepancias entre exsocios

Los dardos de Barcelona en Comú que evidencian su distancia con Collboni

Ada Colau: "Me quedo en el Ayuntamiento de Barcelona"

Las negociaciones Collboni-Trias encienden a los ‘Comuns’

Los comunes acusan al PSC de aliarse con la derecha contra los ejes verdes del Eixample

Los ‘Comuns’ recriminan a Collboni que restrinja bicis y patinetes en Ciutat Vella

El futuro político de Ada Colau: ¿puede una exalcaldesa ser teniente de alcalde de Barcelona?

Collboni y Colau, el pasado martes en la plaza de Sant Jaume.

Collboni y Colau, el pasado martes en la plaza de Sant Jaume. / Alejandro García / EFE

Toni Sust

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No es que la relación del PSC y Barcelona en Comú haya está marcada por el amor más puro en los últimos años y mandatos. Los dos partidos han gobernado juntos la ciudad durante cinco años y medio de los últimos ocho, y siempre ha habido un punto de recelo en la pareja.

Ahora, liberados de la relación, y pese a que presuntamente sopesan una nueva alianza, la lista de reproches, especialmente los lanzados por los Comuns a los socialistas, compiten en intensidad y forma con las últimas canciones de Shakira sobre Gerard Piqué. Y ahora que ya sabemos que Ada Colau se quedará todo el mandato en el Ayuntamiento de Barcelona, todavía parece más claro que la relación entre los grupos será intensa, prime el amor o más bien el odio.

La sospecha del acuerdo con Junts

¿Por qué está Barcelona en Comú tan enfadada con el PSC? A primera vista, por cuestiones concretas, sobre todo por considerar que el gobierno actual descose o desecha algunos de los proyectos de los dos mandatos previos, en los que Ada Colau fue alcaldesa, como los ejes verdes o congelar las tarifas del transporte público.

Pero ese mosqueo se ve también alimentado por una sospecha, la de que el alcalde, Jaume Collboni, ya se ha decantado a favor de un pacto con Xavier Trias para compartir el gobierno con Junts hasta 2027, cuando concluye el mandato actual. Colau abundó este sábado en esa sospecha, cuando aseguró que Collboni "está mirando a la derecha" y tiene una "visión más conservadora". También advirtió de que el alcalde no está negociando con Barcelona en Comú, cuando tiene dos grupos de interlocutores con Junts.

Eso dejaría a Barcelona en Comú como primer grupo de la oposición, que siempre es una oportunidad para tener una voz más contundente, pero sería también la puerta a un entierro más acelerado del legado de Colau. Sería más fácil, por ejemplo, finiquitar o minimizar la norma del 30% de la vivienda protegida en grandes promociones y rehabilitaciones, y un largo etcétera.

El pacto que quiere Collboni

Las primeras críticas del mandato llegaron por algo que no ha cambiado: porque Collboni no se decidía entre Junts y Barcelona en Comú para elegir a un socio de mandato. La propia Colau se lo ha reclamado varias veces. También rechazó negociar presupuestos primero y gobierno después, como el alcalde exigía inicialmente, aunque luego el socialista rectificó y se abrió a hablar de todo a la vez.

Collboni ha insistido en que él era más partidario de una alianza con Comuns y ERC (solo con uno de los dos no llegaría a la mayoría absoluta, 21 concejales) que con Junts, pero la relación que exhiben transmite que la segunda opción está mucho más cerca.

Con el paso del tiempo, los dardos de los Comuns se han ido incrementando y envenenando. Es reciente en el tiempo el enfado que causó en el PSC que los Comuns hicieran el amago de reprobar a Collboni en el pleno, aunque finalmente renunciaran a la iniciativa. Es algo que Colau sufrió a menudo como alcaldesa, y aunque es un gesto sin efectos prácticos, quedó claro que ser reprobado no resulta cómodo.

La reprobación

De todas formas, Colau aún mosqueó más al PSC al lograr que Junts apoyara una proposición que los socialistas consideraron una reprobación encubierta: el pleno del 22 de diciembre aprobó con los votos de Barcelona en Comú y los posconvergentes un texto que denunciaba la parálisis del gobierno municipal. La mano derecha del alcalde, Laia Bonet, contestó que con actitudes como esa los Comuns dificultaban el pacto.

Dos días antes, el día 20, Janet Sanz, portavoz del grupo y teniente de alcalde de Urbanismo en los dos mandatos anteriores, había arremetido contra el alcalde por el aumento de los precios del transporte público anunciado por la Autoritat del Transport Metropolità (ATM): "Es una irresponsabilidad absoluta subir las tarifas de transporte público por primera vez en nueve años". Y agregó sobre el ejecutivo Collboni: "No está haciendo nada y lo poco que se hace, se hace mirando hacia la derecha".

Entrevista a Trias

Una semana antes, el 12 de diciembre, Sanz exigió al PSC en comisión que se comprometiera a empezar este 2024 la última fase de la unión del tranvía, que afectará al tramo más sensible de la ruta, la Diagonal entre paseo de Gràcia y la plaza de Francesc Macià. Los Comuns sospechan hace tiempo que Collboni tiene intención de retrasar esa parte de la obra y no hacerla en el mandato 2023-2027, lo que verían como una catástrofe y un ataque a un proyecto que aprobaron juntos. La concejala no logró ese compromiso socialista.

Esa discrepancia ha rebrotado esta semana, cuando Xavier Trias advirtió la semana pasada en una entrevista concedida a EL PERIÓDICO que si acaba pactando el gobierno con Collboni el tranvía no pasará de Verdaguer, la última parada de la fase de obras en curso. Fuentes de los Comuns advirtieron a este diario: “Un pacto con Trias situaría a Barcelona en la senda del retroceso: desmontar transformación urbana, verde y pacificada, pero también desmontar derechos sociales”.

Los ejes verdes y las bicis

Que el PSC haya dado por finiquitada la era de los ejes verdes no sorprende: ya como socio de Barcelona en Comú los cuestionó. Pero ha sido un objeto más de la crítica por parte de los Comuns. Más reciente es la regañina de Sanz por que se haya vetado a los ciclistas ir montados en sus bicis en varias calles de Ciutat Vella.

En definitiva, un larga ristra de desencuentros que bien podrían ser el ensayo de una oposición tan dura o más en el futuro, quizá a un gobierno sociovergente. Porque de ser el mundo de la política un lugar coherente, la situación indicaría que las diferencias entre Comuns y socialistas son prácticamente irreconciliables. Sin embargo, como el alcalde se da hasta primavera para resolver el misterio, no hay que descartar una reconciliación de última hora, que, eso sí, obligaría a las dos partes a tragarse algunos sapos y más de un dardo navideño. 

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