En Sant Martí

Expulsados de la Biblioteca García Márquez por falta de espacio: “No encajamos en un edificio tan bonito”

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Jordi Ribalaygue

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La mejor biblioteca del mundo se sustenta sobre la historia de los barrios obreros de Barcelona que la envuelven. Como una semilla fecunda, los documentos, las fotografías, los recortes de prensa, los objetos -desde la cinta métrica con que se medían las barracas de La Perona a las pizarras y las almohadas que velaban el sueño de los alumnos de la antigua guardería Pere Calafell- y las grabaciones de las mujeres que han entregado sus recuerdos como una ofrenda a la posteridad se guardan en el sótano del premiado edificio de la Gabriel García Márquez.

Parte de la memoria de Sant Martí de Provençals, La Verneda y La Pau se custodia en una pequeña habitación cerrada y una sala de consulta anexa de unos 90 metros cuadrados, bajo la arquitectura que la Federación Internacional de Asociaciones e Instituciones Bibliotecarias ha distinguido este 2023. Sin embargo, la entidad a quien se confió parte de la planta subterránea y que protege el legado de los vecindarios de este extremo de la urbe ha recibido aviso para que abandone el aclamado inmueble.  

El desalojo del Centre d’Estudis de Sant Martí de Provençals no tiene fecha, pero el distrito de Sant Martí presenta la orden como irreversible. La entidad alega que los planos de la biblioteca abierta en 2022 se trazaron concibiendo el recodo en que están instalados, el Espacio Antonio Herrera, para que fuera un refugio memorialístico. Por contra, el distrito planea que pase a ser estancia para estudiantes. Justifica que el “alud de visitantes” obliga a que el colectivo se mude para liberar superficie y “dar mejor acogida” al público.

Una fotografía expuesta en el Espacio Antonio Herrera, en la Biblioteca Gabriel García Márquez, en Barcelona.

Una fotografía expuesta en el Espacio Antonio Herrera, en la Biblioteca Gabriel García Márquez, en Barcelona. / JORDI OTIX

"Se ha quedado pequeña"

“Nos dijeron que, como la biblioteca se ha quedado pequeña, nos tenemos que marchar”, cuenta el centro de estudios, perplejo por una decisión a la que no encuentra lógica: “Si el problema es que 4.000 metros cuadrados de edificio han quedado llenos, ¿los 90 metros cuadrados que ocupamos lo solucionan? Si de verdad nuestro espacio lo arregla, no nos opondremos y nos marcharemos, aunque sea un sacrificio. Pero, si aun con esto, se vuelve a quedar pequeña, ¿qué harán? No queremos que nos tomen el pelo y que nos echen solo porque somos vecinos y no somos tan guapos para una biblioteca tan bonita”. 

El distrito matiza que no se destierra a la entidad por completo: “El archivo del centro de estudios se mantendrá en la biblioteca y podrá disponer del auditorio y la sala de actos del equipamiento para las actividades programadas”. "Cualquier entidad puede usar el auditorio, no es nada especial", replica el grupo de memoria, que subraya que no necesita sólo el depósito de la García Márquez, "sino también la sala donde trabajar con el material, hacer inventario, registrar la historia de la gente...".

La asociación acopia trofeos y otros enseres por catalogar en la estancia que ha de dejar. Acumulan más material en otros locales. En buena medida, son donaciones de vecinos. “Nos falta espacio -blanden-. Si todo lo trajéramos a la biblioteca, llenaríamos el cuarto. Lo que nos interesa es que no se pierda nada”. 

Templo cultural

El Ayuntamiento busca hueco a la organización en el centro cívico de Sant Martí. Antes del traslado, queda por definir cómo será la ubicación que se asigne. “Debe tener las mismas características que ahora -reclaman los guardianes de la historia del distrito-: accesible, con unas condiciones climáticas buenas, cerrado para guardar documentación…”.

Aunque el archivo quede depositado en la García Márquez, la asociación siente que se le desarraiga de un equipamiento reivindicado por el vecindario, erigido ahora en un preciado templo cultural. Han organizado conferencias, talleres y proyecciones en el lugar del que se le desprende. “Es nuestro lugar natural -postula-. Desde la idea original, este era nuestro sitio y hemos tardado 20 años en tenerlo”. A través de internet, han recogido unas 400 adhesiones contra la expulsión, aparte de las que recaban en papel. 

El archivo del Centre d'Estudis de Sant Martí de Provençals, en la Biblioteca Gabriel García Márquez, en Barcelona.

El archivo del Centre d'Estudis de Sant Martí de Provençals, en la Biblioteca Gabriel García Márquez, en Barcelona. / JORDI OTIX

El centro de estudios sostiene que el rincón que lo alberga -separado por una puerta del resto de la biblioteca- no se diseñó para ser sala de estudio. Opinan que se podría distribuir mobiliario por el inmueble para cumplir con el mismo cometido: “El espacio de los diarios mide el doble de superficie, pero tiene siete mesas. A la gente mayor le gusta ir allí pero, cuando se vuelven a casa porque están ocupadas, no entienden que no haya más mesas y más sillas”.

En el último consejo de barrio de Sant Martí de Provençals, el consistorio informó de que la García Márquez atrae a más de 40.000 personas al mes y supera las 1.800 por día. “Todos queremos hacer un uso intensivo de un lugar espectacular y el espacio es el que es. Lo mejor que le puede pasar es que tenga un problema de sobreúso”, resolvió el concejal del distrito, David Escudé.

El edil ofreció el archivo del Museu Olímpic, en Montjuïc, para albergar parte de los fondos del Centre d'Estudis de Sant Martí de Provençals. La entidad opone que la historia local requiere sitio sin salir del barrio. “La biblioteca es hermosa y diáfana -prosigue-, ¿pero qué utilidad tiene si no da suficiente servicio al barrio? Quedará bien en la foto para los turistas, pero los vecinos necesitan sitio para sentarse. El diseño tiene que estar al servicio de las personas”.

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