En La Verneda

Un taller industrial insólito de Barcelona, amenazado por la construcción de un barrio nuevo

Una cooperativa y grupos de vecinos se oponen al derribo de las naves de la antigua lavandería del Hospital de Sant Pau, recuperadas para 153 profesionales y artesanos de oficios manuales

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Jordi Ribalaygue

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Un lugar poco común se halla en riesgo de desaparecer en Barcelona. Se trata de las 19 naves industriales que alojaron la lavandería del Hospital de Sant Pau en el barrio de La Verneda, construidas a mediados del siglo pasado. Tras años de letargo, reabrieron en 2018 como un taller que ahora se revela enorme, diáfano y encomiable por la intensa actividad que concentra. Reúne a 153 personas entre profesionales y artesanos de carpintería, cerámica, arquitectura, arte, robótica o forja de hierro y vidrio, entre otros, que ocupan 5.000 de los 11.000 metros cuadrados de las instalaciones. Se han recuperado, acondicionando espacios que pretenden estimular el intercambio y la convivencia entre empleados. 

Sin embargo, un proyecto urbanístico aprobado por el Ayuntamiento y la Generalitat prevé tirar abajo el recinto al completo. Si bien se sigue trajinando sin alteración de puertas adentro, colectivos vecinales de La Verneda y los trabajadores del inmueble empiezan a articular un movimiento contrario a la demolición.  

“Un espacio como este es único en el mundo”, asegura Pedro Pineda, cofundador de TMDC, la cooperativa asentada en las naves. Agrupa a autónomos, estudiantes, pequeñas empresas, equipos de innovación de algunas compañías de renombre y artesanos necesitados de artilugios profesionales. “Quizá solo haya tres o cuatro de esta escala y con las herramientas que tenemos aquí: hay uno en Inglaterra, otro en Múnich y un par en Estados Unidos”, recuenta Pineda. 

Pese a la singularidad del taller abierto en el distrito de Sant Martí, los planos de la reforma del llamado Sector Prim borran las naves del mapa de la ciudad. La remodelación -colindante con la futura estación de la Sagrera- diseña la construcción de nueve equipamientos y 3.550 viviendas, de las que 1.925 se etiquetarán bajo algún tipo de régimen de protección oficial. 

Por ahora, no se ha empezado a edificar. El Ayuntamiento responde que aún no se han fijado los plazos para tirar la antigua lavandería ni para iniciar el resto de obras, planificadas por el consistorio en mayo de 2019 y aceptadas por la Generalitat en abril de 2022. No obstante, TMDC asegura que el derribo de las primeras naves pueden empezar hacia el próximo mayo. Son las que ocupan el terreno donde se ubicará una subestación eléctrica. El gobierno municipal indica que dará suministro a la estación de la Sagrera.  

Uno de los talleres dentro de las naves del Sant Pau en La Verneda, en Barcelona.

Uno de los talleres dentro de las naves del Sant Pau en La Verneda, en Barcelona. / ANA PUIT

Aun sin un calendario claro, se idea desmantelar el resto del conjunto para erigir viviendas y un equipamiento deportivo. “Ya tenemos centros deportivos en nuestro entorno, no es necesario otro”, opone Arantxa Morán, presidenta del Centre d’Estudis de Sant Martí de Provençals. Remarca que se ha arrasado con buena parte del patrimonio industrial y obrero de La Verneda, del que las naves del Sant Pau son uno de los últimos vestigios. “Lo hemos ido perdiendo todo. Es importante salvarlas tanto por su historia como por la industria. Es necesario reavivar la parte industrial del barrio y tener talleres para formar en oficios”, postula Morán.   

Sin protección patrimonial

Las naves de La Verneda carecen de catalogación patrimonial que obligue a preservarlas. “Al no tener ninguna protección, no está previsto conservar ninguna parte”, señala el Ayuntamiento. 

En todo caso, la cooperativa allí afincada ha propuesto al Ayuntamiento tratar de librar de la piqueta a las instalaciones. Sugiere que las naves se cataloguen como bien de interés local para salvaguardarlas, incluirlas en el plan de renovación de polígonos industriales del entorno del Besòs como un polo de nuevas empresas innovadoras y reubicar la subestación eléctrica proyectada. 

“El 70% o el 80% del personal vive de lo que hace aquí y se generan entre 1,5 y dos millones de euros al año. Tanto el alcalde Jaume Collboni como antes Ada Colau dijeron que quieren industria en Barcelona -manifiesta Pineda-. Creemos que si el Ayuntamiento vieran lo que podemos hacer aquí quizá cambiaran de idea. No solo queremos mantener el espacio industrial, sino recuperarlo”. 

TMDC aguarda respuesta del consistorio. Mientras tanto, mira opciones para mudarse. “Hemos visto unas naves que nos cuadran por metros cuadrados, pero hay una gran diferencia y es que aquí está todo a pie de calle. Irnos a un edificio con plantas limita el proyecto y la carga de material”, aduce Pineda.

El exterior de las naves del Sant Pau en La Verneda, en Barcelona.

El exterior de las naves del Sant Pau en La Verneda, en Barcelona. / ANA PUIT

"Estaba hecho caldo"

El Ayuntamiento contesta que compensará a la cooperativa “con los derechos que les corresponda”. También resarcirá con terrenos o dinero a la Fundación del Hospital Sant Pau, propietaria de la instalación, a la que TMDC paga un alquiler. “Siempre supimos que la posibilidad de derribo era una realidad, pero era el lugar para madurar. Estaba hecho caldo y quizá teníamos que abandonarlo en un mes, pero ya llevamos cinco años”, destaca Pineda.

TMDC lo ha rehabilitado tras pasar por espacios mucho más reducidos en Gràcia y el Poblenou. Alberga desde un obrador de madera reciclada encontrada en la calle, unos 200 alumnos de la escuela de diseño Elisava, un proyecto de pisos prefabricados concebidos para jóvenes u otro que combina arte, diseño y robótica. “Cuando llegamos aquí éramos solo 20. Lo bueno de un espacio tan grande es poder tener un ecosistema en que empresas de nuevos sectores y un carpintero de toda la vida pueden colaborar. El objetivo es dignificar el trabajo y facilitar que se haga formación”, enfatiza el responsable. 

La Asociación de Vecinos de La Verneda Alta y otras entidades de la zona defiende que perdure el taller y, al mismo tiempo, que se estudie que una parte se habilite como vivienda pública y espacio de actividades para jóvenes del barrio. Piden una reunión con el Ayuntamiento para explorarlo. “En otros barrio se han salvado conjuntos como este. No hay muchos y en La Verneda es el último”, advierte Morán.

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