Investigación de la UAB

El 66% de los vecinos del Eixample ven positiva la pacificación de calles, pero hay temor sobre los efectos en el tráfico

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La calle de Consell de Cent, renacida como espacio infantil.

La calle de Consell de Cent, renacida como espacio infantil. / JORDI OTIX

Carlos Márquez Daniel

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Los vecinos de las calles pacificadas del Eixample están encantados con la transformación urbanística acometida en el mandato pasado. Y los residentes en calles cercanas también manifiestan un elevado grado de satisfacción, aunque la euforia es menor. Así lo refleja una encuesta realizada por Gesop a 1.200 personas encargada por el Grupo de Estudios de Movilidad, Transporte y Territorio de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB). El trabajo forma parte del proyecto Transequi, con el que los investigadores del departamento de Geografía pretenden "explorar las implicaciones de las actuaciones de pacificación del tráfico sobre la equidad intervecinal, tomando el Eixample como caso de estudio". Más allá del entusiasmo, hay un dato que contrasta por la parte baja. Preguntados los que no viven en las zonas directamente restauradas sobre los impactos negativos, por encima de todo reina la dificultad de circular en vehículo motorizado.

Tráfico en la calle de València, en septiembre de 2020

Tráfico en la calle de València, en septiembre de 2020 / Manu Mitru

La encuesta, y es importante destacarlo, se divide de la siguiente manera: 202 personas que residen en una pacificación ya consolidada (anterior a 2020), 209 que viven en una zona de reciente transformación, 400 están en calles secundarias (tráfico moderado) y otras 400 tienen su domicilio en calles principales (circulación intensa). Cabría esperar grandes diferencias entre los dos primeros grupos y los dos segundos, pero no ha sido el caso.

Un ejemplo está en la valoración global sobre las calles pacificadas: el 72% de los agraciados lo ven positivo y el 15% lo consideran negativo, por un 64% a favor y 22% en contra de los que lo ven desde la distancia (los porcentajes que faltan hasta el 100% son residuales medias tintas).

Samuel Nello-Deakin investigador del departamento de Geografía de la UAB y responsable del proyecto, admite que esperaba "algo más de contraste entre residentes directos y cercanos". Explica que el trabajo se ha realizado gracias a una subvención del Ayuntamiento de Barcelona, pero argumenta que el consistorio "para nada ha intervenido en los resultados". "Lógicamente, de haber sido de sentido totalmente contrario, los habríamos publicado igualmente".

Menos ruido, más basura

En los impactos positivos, llama la atención que los foráneos valoren con mayor ímpetu el hecho de disponer de más espacios para pasear y estar (30% versus 21% de los residentes en ejes verdes o supermanzanas). Se compensa, sin embargo, con que los segundos aplauden más la disminución del ruido (18% frente al 13%). Es en las derivadas negativas donde se aprecian las diferencias importantes. Mientras los vecinos de zonas pacificadas advierten de un exceso de jaleo y vida callejera (24%), más suciedad (16%) e incivismo (11%), los residentes en otras calles sitúan en el primer lugar de lo malo la dificultad de circular en vehículo motorizado (22%), seguido de las obras (15%).

'Superilla' de Sant Antoni, en Barcelona

'Superilla' de Sant Antoni, en Barcelona / Álvaro Monge

Demográficamente, las diferencias más llamativas se encuentran en el gráfico por edades. Cuanto más edad tiene el entrevistado, mayor es el rechazo a la transformación de las calles. Así las cosas, entre 18 y 44 años hay un 79% de satisfechos y a partir de ahí la cosa cae en picado: 62% entre 45 y 59 años, 56% hasta los 74 y solo un 44% de aprobados para los seniors de más de 75 años. Curiosamente, por género, las opiniones son totalmente idénticas. Y por barrios, cuanto más lejos vive el entrevistado de las 'zonas cero', más indiferencia exhibe.

¿Cómo te mueves?

El trabajo de la UAB también muestra diferencias significativas en función de los hábitos de movilidad. Los que van en bici dan un 88% de aprobación, por un 75% de los usuarios de transporte público, un 52% de valoración positiva de los motoristas y, por último, con toda la lógica, porque la principal filosofía de los ejes verdes es convertir el automóvil en un invitado, un 49% por parte de los que suelen moverse en coche.

Por último, preguntados sobre el régimen de vivienda, los que están de alquiler muestran más entusiasmo que los propietarios. Un dato que es probable que cambie con el paso de los meses y de los años, pues el mercado se mueve por la demanda y la oferta, y un piso en una calle sin coches cotiza al alza frente a cualquier edificio con tres carriles de coches frente a la fachada. Puede que tanto optimismo se deba al efecto novedad o al rechazo social a la sentencia que en septiembre obligaba al consistorio a deshacer parte del eje verde de Consell de Cent. El tiempo dictará sentencia sobre la consolidación del invento. Y sobre si realmente encamina Barcelona hacia una mayor equidad.