Patrimonio

Los restos de la prisión medieval de Barcelona salen a la luz

Las obras de reforma del Museu d'Història de Barcelona (Muhba) han descubierto que un muro del Castell del Veguer, que se creía derribado en 1847, seguía oculto como medianera entre dos fincas,

Parte de la estructura del siglo XIV se ha derribado para habilitar un ascensor antes de que se identificara como parte del complejo que fue puerta romana, castillo de los vizcondes y sede de los juzgados y cárcel reales, pero la mayor parte se ha restaurado y quedará visible

El arquitecto Tomàs Morató, con el muro superviviente de la Cort del Veguer de Barcelona, en el interior del Muhba

El arquitecto Tomàs Morató, con el muro superviviente de la Cort del Veguer de Barcelona, en el interior del Muhba / Ernest Alós

Ernest Alós

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La puerta romana que daba a la actual Via Laietana, con sus dos torres, se amplió en la Edad Media para convertirse en el Castell Vell, el castillo de los vizcondes. Pasó luego a ser la Cort del Veguer, donde se situaron las salas de la justicia real y la prisión de Barcelona desde el siglo XIII hasta el primer tercio del siglo XIX. Todo ese edificio con casi dos milenios de historia fue derribado entre 1823 y 1847. ¿Todo? No. Un muro resistió y todavía resiste, 'traspapelado' en forma de medianera entre dos fincas hasta que ha sido identificado por sorpresa y restaurado durante las obras de reforma del Museu d'Història de la Ciutat (Muhba) que se inaugurarán a final de mes. Se trata de una pared maestra con partes de los siglos XIV y XVII, que corresponde a las dependencias judiciales del veguer, el representante real en la ciudad, y una ampliación del siglo XVII, cuando se crearon nuevas dependencias carcelarias entorno al patio de la prisión.Y que ya restaurado, se convertirá en "uno de los grandes atractivos de la nueva casa de la historia de Barcelona", explica el director del museo, Joan Roca.

¿Ha aparecido todo el muro, que fue uno de los laterales de la prisión que dio nombre (Baixada o Davallada de la Presó) hasta los años 50 a la actual Baixada de la Llibreteria? No, tampoco. Las obras de reforma del Muhba en los años 90 se llevaron por delante toda esa pared al nivel de la planta baja, donde actualmente se encuentran las taquillas, y solo quedó a la vista a efectos decorativos un tramo en la sala Carreras Candi de la planta 2, sin que (en un caso de cuchara de palo en casa de herrero) se prestase gran atención a qué eran esas piedras. Por qué se desconocía su existencia, que partes de ese tramo de pared han sido eliminados y por qué y cómo se ha rescatado en su mayor parte para convertirse en un nuevo elemento para conocer el pasado de la ciudad requiere explicar brevemente en qué consisten las reformas en marcha del Muhba y la historia de los dos edificios que la forman, Llibreteria, 7 y la Casa Padellàs.

La actual reforma del Muhba dedicará la planta baja a actividades abiertas, el Àgora, la superior a investigación y las plantas dos y tres a la exposición permanente. Para ganar espacio la exposición integra en un recorrido la Casa Padellàs (el edificio gótico desmantelado por la apertura de la Via Laietana y trasladado piedra a piedra a su ubicación actual entre los años 30 y la inauguración del Museo en 1943) y el edifico de Llibreteria, 7, una casa de vecinos del siglo XIX. Así que el proyecto arquitectónico, a cargo de Tomàs Morató, preveía abrir tres pasos entre los dos edificios, atravesando la medianera entre ambos, instalar un ascensor que diese servicio a los dos y derribar el forjado de los años 90 entre dos plantas y unirlas con una escalera. Pero esa medianera era algo más de lo que se esperaba.

El edificio de la calle Llibreteria se construyó tras derribar la prisión para trasladarla a la calle Reina Amàlia, al igual que el que hoy alberga el Hotel Suizo y la pastelería La Colmena. Pero resulta que no se eliminó el muro compartido con los edificios vecinos más cercanos a la plaza del Rei, sino que se aprovechó. Y esa pared quedó reemparedada cuando se le adosó la Casa Padellàs. Ya hemos dicho que en los años 90 no se le hizo mucho caso, ni ese elemento recibió protección patrimonial ni fue objeto de estudio arqueológico. Así que el proyecto arquitectónico en marcha no consideraba que hubiese allí ningún elemento patrimonial a proteger. Tampoco se hizo ninguna cata previa (el nivel C de protección del edificio del siglo XIX obliga solo a salvar las fachadas y documentar los derribos... pero otra cosa sería una edificación del siglo XIV, y se podría interpretar de la normativa municipal de patrimonio que hubiese sido necesario un informe previo a la licencia de obras) así que la Comisión de Patrimonio de Barcelona aprobó lo que parecía implicar solo abrir puertas en la pared de una casa de vecinos. Fue cuando se empezaron a derribar tabiques cuando detrás aparecieron las piedras medievales. Y los visto bueno a lo hecho han venido a posteriori, tras las indagaciones contra reloj de expertos como Reinald González y Ramon Pujades y en una cumbre 'de campaña' celebrada 'in situ' por las comisiones de patrimonio de Barcelona y de Catalunya (que, según fuentes del Departament de Cultura, no obstante, aún está "a la espera del informe que se ha solicitado a la de Barcelona").

Los dos grandes pasos entre las dos fincas se abrieron afortunadamente, explican Morató y el investigador del Muhba Ramon Pujades, en un tramo de muro del siglo XIX. Pero se amplió otro paso, y se ejecutó el ascensor, afectando el muro medieval, antes de que se diese la voz de alerta. O más bien de "celebración", explica Morató, en el momento en que vieron "qué nos estaba apareciendo" tras la tabiquería que se estaba repicando. Porque, recuerda Pujades, se tenía la idea de que simplemente "la Cort del Veguer había sido demolida". Hechos consumados aunque el director del Muhba considera que tampoco habría existido otra alternativa, debido a la prioridad absoluta que da el actual código de edificación a las medidas de accesibilidad y seguridad.

Roca destaca lo que se ha salvado, modificando "con gran sensibilidad" el proyecto arquitectónico inicial para hacerlo "visible y visitable" y que forme parte del recorrido del museo, con una señalización que explicará ese desconocido edificio desaparecido de la ciudad y su evolución desde la edad media al siglo XXI.

¿Qué fue ese nuevo elemento patrimonial del Muhba? A la derecha del visitante, un muro del siglo XIV, con una ventana tapiada. Corresponde a la ampliación que se hizo cuando ganó importancia la figura del 'veguer' como oficial representante de la autoridad judicial y gubernativa del rey en la ciudad. Para su sede, la curia judicial y al mismo tiempo prisión de la ciudad, había heredado el castillo de los vizcondes, que habían convertido el portal fortificado romano en el denominado Castell Vell, que dominaba la puerta noreste de la ciudad. (La dinastía de los vizcondes de Barcelona merece una historia aparte, o más bien una novela o una serie que desharía algunos mitos de los tiempos de la 'Reconquista': tras desafiar sin éxito el poder de los condes, cuya progenie fue prosperando hasta llegar a Felipe VI, esa dinastía paralela y malograda se extinguió después de que Reverter I se exiliase como mercenario del sultán de Marruecos, uno de sus hijos volviese para hacerse templario y el otro se convirtiera al islam con el nombre de Alí ibn Reverter; fin del paréntesis).

La otra mitad corresponde al siglo XVII. Mientras al parecer las mazmorras se situaban en las torres romanas y las dependencias judiciales en la ampliación medieval, el patio de estas era usado por los presos y en ese siglo se empezaron a levantar nuevas plantas frente a la calle Veguer para albergar dependencias de la cárcel, como las estancias para las mujeres, enfermería o una capilla, operación a la que podrían corresponder los restos más modernos.

Los visitantes verán también ladrillos modernos que tapian una puerta de la que se desconoce el uso, huecos de vigas que se encajaron en el muro, rellenos de mortero para estabilizarlo... "Se ha optado para la parte descubierta ahora, a diferencia de la visible hasta ahora, por una restauración que muestra las heridas del tiempo, en lugar de disimularlas con criterios estéticos", explica Roca. "siguiendo las indicaciones de la comisión de patrimonio y el Servei d'Arqueologia".

Pero la historia aún no ha acabado. El muro podría seguir en el subsuelo romano, en forma de cimientos que podrían seguir explicando la cronología del edificio si algún día se explorasen.

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