Denuncia y desesperación vecinal

La Barcelona que no puede dormir por el ruido y el incivismo

Incivismo

Turistas orinando el 6 de junio entre contenedores en la esquina entre Almogàvers y Àlaba, en el barrio de Poblenou de Barcelona. /

Toni Sust

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No poder descansar ni en tu propia casa es una tortura que solo puede entender en toda su magnitud quien la sufre, como la media docena de testimonios que hablan, que se desahogan, a continuación. De Sant Martí al Eixample pasando por el siempre presionado distrito de Ciutat Vella, tanto por el turismo, que vuelve a rugir con fuerza, como por el ocio nocturno, dos de los grandes focos de ruido. El Ayuntamiento de Barcelona tiene detectados 11 puntos de la ciudad en los que el ocio nocturno genera problemas de salud a los vecinos del entorno. Situaciones límite que en ocasiones les obligan a medicarse para poder conciliar el sueño o a tener que tener todas las ventanas cerradas en plena ola de calor para intentar resguardarse del ruido exterior, que en algunas zonas no cesa ni de día ni de noche, solo cambia las notas.

Según un estudio reciente de la Agencia de Salut Pública, un 57% de los barceloneses convive con niveles de ruido inaceptables. Barceloneses como Nuri, vecina de Joan de Borbó, donde, además del ruido, se suman los orines en las porterías; o Isabel, residente de Enric Granados, calle del Eixample en la que hay casi más terrazas que bloques de viviendas. O Esther, vecina de la plaza de Orwell que lleva años escuchando en bucle las mismas canciones bajo su ventana de los músicos callejeros que peinan las terrazas de la siempre bulliciosa plaza.

Barceloneta

El verano pasado, el incivismo que sufrieron los vecinos de la Barcelona llegó al punto de que implantaron guardias vecinales en balcones y ventanas. El barrio marinero es uno de los lugares donde los efectos del turismo masivo muestran su lado más indeseable. La Barceloneta mantiene su lcuha por una vida en la que no tengan sitio los orines, los gritos y en la que los bicitaxis, la última 'plaga', no campen a sus anchas. "Esta situación te afecta en todo, en el carácter, y en la salud", relata una vecina de Joan de Borbó. Aquí se amplía esa queja vecinal de la Barceloneta.

Las plazas de Gràcia

Noches de ventanas cerradas y tapones en los oídos para poder dormir. Así se resume la vida en fin de semana de los vecinos de unos de los barrios con mayor tradición de ocio nocturno entre la juventud. Lo que era una tradición de la plaza del Sol se ha diseminado hacia otras plazas de Gràcia como nos cuentan una vecina de la Virreina y una del Raspall. El drama que supone convivir con la contaminación acústica.

Raval y el Gòtic

No menos ruidosas son dos zonas céntricas como el Raval y el Gòtic, lugar de frecuente peregrinación nocturna, tanto de público local como foráneo. Terrazas, locales de ocio nocturno y un escenario como la plaza del Àngels, la del Macba, y sus alrededores se han convertido en un lugar donde dormir en paz no resulta fácil. Los vecinos de la zona así lo comentan con evidente desesperación.

Enric Granados

Pocas calles como Enric Granados ejemplifican lo que no debe ser un plan de usos. Con 114 fincas de vecinos y 111 terrazas de bar, esta vía del Eixample es una de las que se movilizará el próximo día 16 para pedir soluciones efectivas para garantizar el descanso vecinal. Quienes allí residen no ocultan un sentimiento de impotencia ante esa presencia abrumadora de locales de restauración y ocio.

Poblenou

El llamado 'triángulo golfo' de Poblenou se ha convertido en uno de los ejes que más preocupación suscita por los desmanes nocturnos. Setenta de sus vecinos se han reunido en la plataforma SOS Triángulo Golfo (el ayuntamiento lo llama Triángulo Lúdico) para intentar revertir la situación. La farra empieza el miércoles y dura hasta el domingo. Insostenible hasta el punto de que es inevitable caer en la desesperación, como explica un residente en la zona de Pere IV desde hace 20 años.

El ayuntamiento instala sonómetros en junio para iniciar medidas contra el ruido en julio

Ante la situación provocada por el ruido nocturno en diversos barrios de la ciudad, y después de que ERC lo propusiera en un pleno municipal, el ayuntamiento está instalando sonómetros en las 11 zonas que se consideran más afectadas. En algunas ya estaban puestos: en la plaza del Sol, del Diamant, de Revolució, de la Virreina, del Nord, de la Vila. En otros se están colocando estas semanas. Cuenta el concejal Eloi Badia, en declaraciones a este diario, que una vez se conozcan las mediciones, a partir de julio se tomarán medidas que pueden ser distintas según la zona y el tipo de problema. Porque el concejal diferencia el ruido del público de un establecimiento de los botellones.

“Si se confirma que las zonas analizadas son tensionadas, se plantearán medidas para cada calle, con diálogo con los vecinos, con los restauradores. Es posible que se reduzca el horario de las terrazas, se vigilará la venta de bebidas”, añade. Los máximos permitidos varían según las zonas. Para citar ejemplos de zonas que sufren el problema, en las plazas de Gràcia, el nivel máximo permitido está en 70 decibelios de 7.00 a 23.00; de 60 decibelios de 23.00 a 7.00. En la calle Pere IV, entre Pujades y Fluvià, 60 decibelios de 23.00 a 7.00.

Vecinas de Gràcia critican que el ayuntamiento, en las reuniones que celebran con ellos, ignoren los picos y se centren en las medias, lo que rebaja las cifras. Además, no tienen en cuenta las celebraciones en noche de fin de semana, en algunos casos, infiernos acústicos, por considerarlas excepcionales. Este verano se abrirá una convocatoria específica de subvenciones para insonorizar domicilios. Sobre la concentración contra la contaminación acústica que tendrá lugar este jueves frente al ayuntamiento, Badia declara: “Tenemos que ser empáticos con la gente que se manifiesta. Es un problema para la salud”. En cuanto a si se puede ganar la batalla al ruido a corto plazo, el concejal responde: “La mejora tiene que ser constante. Cada año tiene que ser mejor que el anterior”. 

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