CONVIVIR CON EL RUIDO

Enric Granados: la calle de Barcelona con (casi) más terrazas que edificios

Con 114 fincas de vecinos y 111 terrazas de bar, esta vía del Eixample es una de las que se movilizará el próximo día 16 para pedir soluciones efectivas para garantizar el descanso vecinal 

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A1-149420977.JPG / ALVARO MONGE

Helena López

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Uno de los sentimientos a los que más se refieren con bastante diferencia es el de impotencia. “¿Verdad que todos consideramos que comer es tan esencial como dormir, para el ser humano? ¿Tú crees que si hubiera una actividad en Barcelona que hiciera que algunos ciudadanos pasaran hambre, no se prohibiría esa actividad?”, reflexiona Isabel, vecina de la bulliciosa calle de Enric Granados quien ha pasado muchas noches dándole vueltas al asunto. “Imagina -prosigue- una actividad de ocio que provocara eso. ¿Tú crees que no se prohibiría? Pues es que es exactamente lo mismo; algunas personas en Barcelona sufrimos falta de sueño a causa de una actividad; y además esa actividad no es una actividad necesaria, como el paso de una ambulancia o el paso del camión de la basura. Estamos hablando de gente que se quiere emborrachar a las dos de la madrugada y gente que gana mucho dinero con ello”, relata esta vecina de la calle de Enric Granados, la calle de Barcelona en la que hay prácticamente más terrazas que edificios: 114 edificios de vecinos y 111 terrazas de bar. 

Ambiente en una terraza de Enric Granados, este jueves, 9 de junio.

Ambiente en una terraza de Enric Granados, este jueves, 9 de junio. / ALVARO MONGE

“No somos moralistas, yo no tengo nada en contra de emborracharse a las dos de la mañana, el problema es que eso te robe el sueño”, continua la mujer, exhausta de convivir entre cientos de sillas de terrazas y todo lo que pasa cuando estas cierran, como el grupo de chicos bebiendo noche tras noche a las tres de la mañana en los bancos.

Impotencia versus impunidad

Sobre las políticas municipales para intentar resolver la situación, Isabel -que prefiere no dar su apellido para evitar problemas con los responsables de las terrazas- señala que “Pau González [el actual concejal del Eixample, distrito en el que se encuentra la calle] es uno de los pocos políticos con mucha honradez, es alguien a quien se le ve luchando por lo justo; ahora bien, él se ha encontrado situaciones tan surrealistas como hacer retirar una terraza ilegal después de varios avisos sin resultado y, a los dos días, que hayan repuesto la terraza (con otras mesas y otras sillas que sustituyen a las confiscadas). Ese es el nivel de impunidad que sienten los restauradores de nuestra calle”, narra.  

“Yo entiendo que la restauración con la pandemia ha sufrido; pero los bares de Enric Granados son cadenas, no son pequeños negocios familiares, aquí hay empresarios que tienen tres o cuatro bares”, continua Isabel, quien lleva años en esta lucha. A sus ojos, el plan de usos está bien, el problema es que llega demasiado tarde. "El tramo entre Mallorca y Provença es muy fuerte; eso es una discoteca al aire libre, directamente”, señala la mujer, a quien la propuesta de poner informadores le parece del todo ineficiente y sigue apostando por una reducción del horario de las terrazas. "No pedimos nada inasumible; el cierre a las once de la noche entre semana, por ejemplo, en zonas tensionadas, como esta, y a las doce el fin de semana", propone.

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