El partido del Bernabéu

El Barça desnuda los complejos del Madrid

Los blancos se pasaron el partido defendiendo y Ronaldo evitó la derrota gracias a un penalti

JOAN DOMÈNECH
MADRID

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Contemplar el Bernabéu enardecido celebrando un empate lo dice todo. Un punto quería el Madrid y un punto ganó, medio regalado por la relajación de un Barça que se limitó a conservar el 0-1 y por el árbitro Muñiz Fernández, que pitó un penalti en un aparente despeje de Alves delante de Marcelo. Messi volvió a marcar en un clásico y Cristiano Ronaldo se estrenó ante el Barça, pero eso no le sirvió para salvar la honrilla. Ni la suya ni la del equipo.

Si el duelo de ayer era la carta de presentación de ambos equipos para la colección de clásicos que estrenaron, no hubo color, Por mucho que empataran. El Madrid fue lamentable, ridículo a ojos del viejo aficionado de Chamartín. Fue tanta la diferencia respecto al Barça, son tan grandes los complejos de los blancos (de su entrenador, mejor dicho), que los azulgranas empataron sin ofrecer su mejor versión. El Barça entró y salió del Bernabéu como un campeón. Lo era futbolística y psicológicamente porque se comportó como tal, y lo será de esta Liga.

UN EQUIPO MENOR / Demasiado Barça para tan poco Madrid, convertido por voluntad propia en un equipo menor. Desde el minuto 1 salió a defenderse y hasta el 94 estuvo con el miedo en el cuerpo. Acobardado toda la noche. Retratado como presunto aspirante a los tres títulos, con un grupo carente de recursos e imaginación más allá de rematar unos cuantos córneres. Igual Mourinho se marchó convencido de que le persiguen los árbitros tras ser expulsado Albiol en el penalti que adelantó al Barça. El segundo que hubo, porque el árbitro cerró los ojos en otro cometido sobre Villa.

Ver al Madrid en su propio campo, con los 11 hombres detrás de la divisoria, el día en que presuntamente disparaba su último cartucho en la Liga resultó lastimoso incluso para los aficionados culés, No engañó Guardiola, que colocó a todos los peloteros en el campo -la mayor novedad fue la inclusión inmediata de Puyol, después de tres meses, aunque le volvió a perder por lesión- y no engañó Mourinho con la alineación que ideó. Colocar tan atrasado al equipo resultó ridículo. Máxime jugando en casa.

CÉSPED SIN CORTAR / Pese a renunciar al ataque, Mourinho (¿o fue Karanka?) utilizó el factor campo. Desechó el empuje de la grada, silenciosa mientras discurrían los interminables rondos del Barça, pero empleó la treta del técnico tramposillo al prohibir que se cortara el césped. Era una alfombra, en verdad, pero no por lisa, sino por tupida. Igual que una confeccionada en Turquía, tan mullida que el balón no corría nada.

Así frenó al Barça, además de su antológica defensa. Sin poder exprimir la velocidad en los pases, el once de Guardiola no pudo hilvanar rápidos ataques. Más paciente y precavido que de costumbre, el Barça arrastró y arrastró la bola con avances mínimos y sin poder alcanzar casi el área de Casillas excepto cuando Messi se aburría de tanta parsimonia. Perpetró dos escapadas que no culminó por agotamiento.

PEPE REPARTE LEÑA / Las prevenciones azulgranas estaban justificadas. El centro del campo estaba superpoblado, entre los suyos y los blancos. El Madrid dispuso un marcaje prácticamente individual para impedir las transiciones visitantes, con Xabi Alonso persiguiendo a Xavi y Khedira pegado a Iniesta, mientras Pepe, que al final fue el hombre local más valioso por la brega y la leña que repartió, estaba pendiente de las apariciones de Messi.

Tocaron la bola más que nunca los azulgranas pero avanzaron poco, conformes también ante la apatía local y con los 8 puntos de ventaja en el subconsciente. Ni siquiera pasó apuros Adriano, que debía bailar con la más fea, con perdón. Ronaldo ejerció de extremo derecho. Sí, ejerció, más que jugó. Estuvo en la banda. No la rascó. Cuatro arabescos efectistas, un cabezazo que salvó su pareja Adriano y un disparo a la cepa del poste dejó como inventario, Xavi también empató con un tiro al travesaño.

Debía haber sido la puntilla, pero el Barça dejó con vida al Madrid.