ELECCIONES GENERALES

El PSOE se juega el 20-D ser la alternativa o solo un partido más

Pedro Sánchez, en un acto en Jaén, el domingo.

Pedro Sánchez, en un acto en Jaén, el domingo.

JUAN RUIZ SIERRA / MADRID

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Cada día, en cada acto, Pedro Sánchez se presenta como el único capaz de echar a Mariano Rajoy, tacha a Ciudadanos de “nuevas generaciones del PP” y carga contra Pablo Iglesias por tener como único interés el suyo propio. El triple mensaje del candidato pretende concentrar el voto útil en el PSOE, desincentivar a los antiguos votantes socialistas que ya tienen casi decidido apoyar a Albert Rivera (un fenómeno en aumento, según las encuestas) y frenar la sangría hacia Podemos, abultada en las elecciones autonómicas y municipales. Sánchez ya ha comenzado a decir en reuniones internas que él no juega estas elecciones a todo o nada, que aunque pierda tiene legitimidad para seguir al frente del PSOE, porque la democracia española está repleta de presidentes que no llegaron a la Moncloa al primer intento. Cita a Felipe González, a José María Aznar y al propio Rajoy. Pero más allá del futuro del secretario general, lo que está en cuestión en estas generales es el del PSOE, que puede convertirse en alternativa al PP o solo en una fuerza política más.

Los sondeos señalan que los socialistas, el partido que más tiempo ha gobernado en España, el que más poder institucional tiene en estos momentos (gracias a los pactos), no conoce suelo electoral. Los 110 diputados que logró Alfredo Pérez Rubalcaba en el 2011 se vieron como el mínimo de unas siglas que entonces pasaban por su peor momento, tras los recortes de José Luis Rodríguez Zapatero y su controvertida reforma constitucional.

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Pero ahora, cuando los estudios demoscópicos indican que el PSOE pierde peso en todas las autonomías (salvo en Extremadura y en Andalucía, donde se mantiene, con una Catalunya ha dejado de ser un granero de votos), la dirección del partido firmaría ese resultado. Del suelo al techo. El pesimismo se extiende por las bases socialistas y muchos dirigentes, que empiezan a hablar de qué ocurrirá tras el 20 de diciembre, con un congreso previsto para febrero.

REVERTIR LA TENDENCIA

Pero ese no es el estado de ánimo que transmite el entorno de Sánchez. Sus colaboradores se muestran escépticos con las encuestas, dicen no creerse el auge de Ciudadanos y confían en la enorme bolsa de indecisos, del 41,6% según el CIS de este jueves, que existe en este arranque de campaña. Hay bases para la esperanza: el organismo público indica que el 9,1% de los votantes basculan entre el PSOE y Ciudadanos, el 9% entre el PP y el PSOE y el 7,7% entre el PSOE y Podemos. Si el candidato logra ilusionar a ese electorado, si consigue transmitir que, como asegura, su programa es el “más sólido”, con el acento en derogar las polémicas medidas del PP (de la reforma laboral a la ley de seguridad ciudadana) y en iniciativas de calado social como el “ingreso mínimo vital” para los hogares más necesitados, la tendencia puede revertirse.  

Sánchez, mientras tanto, continúa tan hiperactivo como cuando alcanzó el mando del PSOE hace un año y medio, siendo un diputado casi desconocido: recorre el territorio, los platós televisivos y participa en casi todos los debates. “Tiene que arriesgar”, señala un alto mando socialista. "Vamos a ganar a este Gobierno que ha manipulado todo. También las encuestas del CIS”, ha dicho el candidato este jueves en un mitin en Tomelloso (Ciudad Real).